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El 'Encuentro en la democracia', fuerte impulso para revalorizar las relaciones de España con Latinoamérica

RAFAEL FRAGUAS, Felipe González, presidente del Gobierno español, clausuró ayer en Madrid con un discurso vibrante el certamen Iberoamérica, encuentro en la democracia, que ha congregado durante tres días en la capital de España a centenares de intelectuales, políticos y científicos sociales de Latinoamérica, Portugal y España. El resultado del certamen ha sido la Declaración de Madrid, una muestra de "la revalorización de las relaciones entre España, Portugal e Iberoamérica", objetivo perseguido denodadamente por todos los participantes.

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El acto, cuyo escenario fue el palacio de Congresos de Madrid, contó con la participación de Mario Soares, futuro primer ministro portugués, y con la presencia de cuatro ex primeros ministros iberoamericanos, seis ministros del Gabinete español y numeroso público.Por las tribunas, -centenares de iberoamericanos, ni un solo estadounidense-, los rostros de la folklorista María Dolores Pradera, o del político Fernando Álvarez de Miranda ("se ha avisado tarde a los democristianos" dijo sonriente a este periódico) o la expresión permanentemente risueña de Gabriel García Márquez, instalado en la mesa presidencial, mostraban el grado de entretenimiento de buena parte de los asistentes al acto.

El jefe del Gobierno español, que quiso restar a sus palabras el rigor de un discurso para darle "el cariz de un diálogo", según dijo, habló durante casi una hora y abordó temas muy diferentes respecto a la situación española, internacional e iberoamericana.

A propósito del Encuentro, Felipe González enmarcó sus palabras dentro de la voluntad de integración entre España e Iberoamérica expresada por el Rey de España en Cartagena de Indias en 1976 y señaló, corno metas genéricas a lograr, "la transformación de la energía común que España e Iberoamérica ponen en marcha ante la realidad o la amenaza de la agresión exterior, en una voluntad positiva y común para solucionar los conflictos".

También destacó la necesidad de romper las discontinuidades en el esfuerzo de cooperación entre Iberoamérica y España y Portugal, y el objetivo de celebrar, en 1992, el V Centenario de las Américas, "con quinientos millones de seres que hablen nuestra lengua".

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Fue especialmente aplaudida una frase del presidente en la cual, en términos humorísticos, se refirió a lo chocante que resultaría recibir entonces en inglés las explicaciones de la significación del Descubrimiento. "Aún estamos a tiempo de impedirlo", agregó.

"Ni un solo preso político en Iberoamérica"

Como metas inmediatas, Felipe González indicó la voluntad "realizable" de lograr que "en el próximo año no haya un solo preso político en una sola prisión de toda Iberoamérica", propósito que fue saludado con una prolongada ovación, al igual que la formulación de su deseo de que "en 1992 no haya un solo latinoamericano sin libertad política".

En cuanto a la situación en España, Felipe González ponderó como positivo el hecho de que hoy, las reivindicaciones de los españoles hayan superado ya la exigencia de la democracia ("la consigna democracia sí, dictadura no, no tendría hoy sentido alguno porque la democracia ya se ha conseguido", dijo) y el hecho de que las exigencias sean de tipo social y económico. Empero, agregó que "tal vez sea la hora de enviar un mensaje para señalar que las tensiones sociales no pueden rebasar el grado en el cual la convivencia se pone en peligro".

Definió luego como muy peligrosa la situación internacional y esbozó el compromiso "de todos los que hablamos esta lengua en hacer disminuir el riesgo de la guerra nuclear y de la confrontación". Calificó de irracional la carrera de armamentos, y subrayó el miedo del ciudadano medio al despliegue de las armas nucleares en el teatro europeo, término éste que motejó de diabólico ("la mezcla entre la guerra y el divertimiento"). Previamente a la intervención de Felipe González, Mario Soares, líder de los socialistas portugueses, señaló como un objetivo prioritario de la política lusa la colaboración con España y destacó la ejemplaridad para Iberoamérica de las transiciones española y portuguesa hacia la democracia. Felipe González resaltó la prioridad que España concede a Portugal en su política exterior.

Más información en la página 48

Por la solución negociada de los conflictos americanos

R. F., El rechazo de la denominada "doctrina de la Seguridad Nacional" y del armamentismo, la defensa de vías pacíficas de arreglo de conflictos y la propuesta a los Gobiernos de Estados Unidos y Cuba, de un lado, y de Estados Unidos y Nicaragua, por otro, para que se avengan a negociar, son algunas de las resoluciones y proposiciones de la mesa socio-política del Encuentro en la democracia, clausurado ayer en Madrid.

La Declaración de Madrid, síntesis doctrinal del Encuentro, fue sometida a laboriosa redacción previa y leída luego entre el clamor de los asistentes por el intelectual colombiano Gabriel García Márquez.

El texto de la declaración, donde no aparece cita alguna a las superpotencias, se refiere al presente como "el momento en el que se anuncian amenazas externas inaceptables contra la integridad de pueblos nuestros que desean la paz mediante el diálogo y el acuerdo civilizado".

Las conclusiones de la mesa económico-científico-ténica se refieren a la necesidad de elaborar "programas de reescalonamiento de las deudas externas de los países iberoamericanos, que faciliten la recuperación de los países deudores", de tal modo que se impida, también, "la quiebra de los bancos acreedores". Se insta asimismo a los países deudores a recuperar la autonomía de sus políticas económicas.

En cuanto a la cooperación entre España, Portugal e Iberoamérica se advierte de los peligros implícitos en la adopción de políticas proteccionistas, y se preconiza el fortalecimiento de las infraestructuras de la cooperación.

En la mesa cultural, se recomendó la coordinación de la enseñanza de la historia en el ámbito iberoamericano, la superación de las barreras y trabas de orden legal e institucional que coartan la movilidad de profesionales, estudiantes e instituciones, al tiempo que se preconiza el restablecimiento de tarifas preferenciales en las comunicaciones.

Se recomienda también la fundación de un centro iberoamericano de estudios avanzados, y se señala el propósito de reforzar la presencia de la lengua española en el mundo.

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