Rentería, el ojo del huracán
El nombre de Rentería, ciudad sin ley, nido de etarras, es para muchos españoles un cliché hecho con imágenes de bombas y barricadas. Se diría que el ojo del huracán de la violencia se encuentra en esta localidad de 47.000 habitantes, que arrastra un largo rosario de víctimas y un índice de paro estremecedor. Habrá renterianos que reclamen el título de ciudad maldita, pero la gran mayoría opina que la publicidad no les ha hecho justicia y que la reacción local no es más que un reflejo, por lo demás significativo, de una situación general en el País Vasco, marcada por la violencia desde hace muchos años.
Suburbio industrial creado en torno a una empresa de peonaje, la pequeña Manchester posee uno de los mayores índices de densidad de población y un porcentaje de espacios dedicados a zonas verdes que no supera el 1% de la superficie urbana. El caos urbanístico, la falta de servicios elementales, la especulación, el hacinamiento caracterizan los años de la expansión industrial de esta ciudad, sometida, a lo largo del presente siglo, a violentas y profundas mutaciones socioeconómicas.Entre 1950 y 1978 Rentería pasa de 13.000 a 50.000 habitantes, de los cuales más de la mitad son trabajadores inmigrantes de Extremadura, Andalucía y Castilla. Hoy la crisis desmantela empresas en la zona y la actividad industrial se desplaza a otras poblaciones de la comarca, como Oyarzun y Lezo. Rentería ha perdido en sólo dos años más de 3.000 habitantes, en su mayoría trabajadores inmigrantes, a quienes el paro, el desarraigo y la presión ambiental representada en los hechos violentos, devuelve a sus lugares de origen.
Dos realidades sociopolíticas conviven en este pueblo, por más que muchos inmigrantes voten a HB, a Euskadiko Ezkerra o al PNV y un grupo de la población autóctona apoye al PSOE. No hay discriminación, si nos atenemos a los resultados de, aunque no exclusivamente, algunos estudios, pero sí la conciencia de la diferencia, motivada en parte por la diferente participación de estos sectores en el proceso político vasco de búsqueda de la identidad y las libertades. Una encuesta realizada hace 10 años por el grupo de estudios GAUR mostraba, curiosamente, que el 89% de la inmigración, de Rentería juzgaba democrático el trato existente entre las dos comunidades, mientras que sólo el 70% de la población autóctona opinaba lo mismo.
HB, ideología dominante con escasos votos
La llegada masiva de inmigrantes en los años cincuenta-sesenta arrinconó la cultura tradicional vasca y el euskera, provocando algunas reacciones de rechazo a la inmigración, que no cristalizó en discriminaciones a la hora de acceder al trabajo o a la vivienda. En el año 1970, un 30% de la comunidad inmigrante se posicionaba en contra de cualquier fórmula de implantación del euskera en la enseñanza, y otro 3% consideraba que el aprendizaje de esta lengua debería ejercerse fuera del horario escolar y con carácter voluntario. Es evidente que hoy esta actitud ha cambiado sustancialmente. Como signo de la supuesta integración de los trabajadores foráneos, la izquierda abertzale ha exhibido durante muchos años los ejemplos de los numerosos jóvenes que militan en sus filas, un fenómeno que caracteriza a la denominada segunda generación inmigrante, los hijos de los primeros trabajadores que llegaron al País Vasco.
Los sociólogos entrevén en muchas de estas rupturas personales un trasfondo de presión ambiental y un ansia de integración en la comunidad vasca a través de la adhesión con aquellos valores de presencia y dinamismo social.
En Rentería la ideología que representa HB es la dominante de la esfera pública, aunque sus votantes no lleguen nunca al 2% de la población. Los organismos de base de este grupo radical dirigen en la práctica la vida municipal y la actividad en la calle. Sabin Olaizola, el alcalde, señala que su gestión durante estos años ha sido orientada a frenar la construcción y a recuperar espacios libres para la ciudad.
"Nosotros hemos utilizado todas las vías a nuestro alcance, incluida la vía de ejecución subsidiaria que contempla la ley del Suelo, para conseguir que los promotores se coloquen ante sus responsabilidades. Así hemos retirado licencias concedidas y urbanizado barrios enteros".
El dinero de los conciertos económicos que brinda el Estatuto de Autonomía ha permitido al ayuntamiento elevar a 856 millones de pesetas un presupuesto situado anteriormente en 150 y adquirir terrenos céntricos para usos públicos. "En los casos en los que no hemos llegado a un acuerdo con los propietarios", apunta Sabin Olaizola, "los grupos ciudadanos han adoptado iniciativas, como la toma de posesión de los terrenos" Un amplio solar, propiedad de la Caja Laboral Popular, situado en el centro del casco urbano fue ocupado recientemente por grupos de vecinos, que colocaron bancos y plantaron árboles, en un gesto que tiene poco de simbólico.
La escuelíde 'euskera'
En uno de los muros que delimitan el solar alguien ha pintado con gruesos y bien proporcionados caracteres una inscripción irónica: "Terreno cedido por la Caja Laboral Popular al pueblo de Rentería".
Sabin Olaizola admite sin reparos que la política urbanística del ayuntamiento no se caracteriza demasiado por el legalismo, antes de añadir: "Algunos partidos podrán discrepar de las formas, pero el pueblo está de acuerdo". La construcción de una escuela municipal de enseñanza del euskera, aprobada con los votos de HB y PSE-PSOE, que acoge a 800 alumnos de edades entre los 15 y los 40 años, y de un conservatorio, al que acuden una cifra similar de jóvenes, entre los 7 y los 20 años, son, junto con la creación del archivo municipal, los mayores logros que el alcalde de Rentería atribuye a la gestión de este ayuntamiento.
Menos entusiastas, el resto de los partidos que componen la corporación recuerdan que el ayuntamiento ha perdido ya un pleito por conducirse de forma poco ortodoxa, y afirman que si la escuela municipal hubiera sido promocionada por el Gobierno vasco, el ayuntamiento se habría ahorrado mucho dinero. A su juicio, el grupo de HB no quiso aceptar la instalación de una escuela dependiente del Gobierno vasco para no dar a entender que reconocía la autoridad del Ejecutivo autónomo.
Sabin Olaizola, economista de 27 años, no se presenta a la reelección, al igual que otros cuatro concejales de HB, de un total de seis. El alcalde de Rentería ha sido criticado por las bases de su grupo por haber hecho gestión municipal en lugar de haber utilizado exclusivamente la institución del ayuntamiento como plataforma de lucha.
La intervención de los ciudadanos
El reglamento municipal permite a todos los ciudadanos intervenir en las comisiones y en los plenos sin límites de tiempo, pero los representantes de los otros partidos de corporación: PNV, cinco
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concejales; PSOE, seis, y EE, tres, sostienen que este derecho no se ve plasmado porque, en la práctica, la presencia de las bases de HB retrae a los ciudadanos que no quieren verse envueltos en enfrentamientos, a veces físicos. "Nosotros mismos", afirma un grupo de concejales, "nos sentimos coaccionados cuando elaboramos una propuesta que sabemos no le va a gustar a HB".
En su opinión, no puede hablarse de libertad de expresión en el ayuntamiento, en el que, por otra parte, abundarían los ejemplos de favoritismo. El joven alcalde niega estas acusaciones, y cuando se le pregunta por la utilización de los vehículos municipales para el traslado, hace ya años, de simpatizantes de HB al funeral de Telesforo Monzón, en Bergara, contesta rápido: "También Felipe González y Garaikoetxea utilizan vehículos oficiales para asistir a una conferencia o a un funeral".
"Parecía que el pueblo había sido maldecido..."
La práctica totalidad de los representantes de las fuerzas políticas de Rentería creen que los sucesos de 1977 han márcado la posterior evolución política de la población, aunque una parte importante de ésta haya enterrado ya estos recuerdos con otros sucesos más recientes. Tres muertos, varios heridos y decenas de contusionados, como balance de tres días de enfrentamientos con la Guardia civil.
"Parecía que el pueblo había sido maldecido", comenta un militante de un partido. "Algo pasó y todo pareció enloquecer. Entraban a toda velocidad disparando ráfagas y pelotas de goma desde los jeeps; el pueblo, acurrucado en sus casas; no había un alma en la calle. Recuerdo que el último día un guardia gritó en dirección a las casas de la plaza: '¡Basta ya', y que alguien le contestó con un irrintzi prolongado y otros muchos después, con insultos y piedras".
"Un año después, las imágenes de la Policía Nacional penetrando en el pueblo, rompiendo cristales de los comercios, cogiendo pasteles y orinando en los portales. Y después, ya se sabe: cientos de manifestaciones, más muertos, atentados, barricadas. Cuántas asambleas y manifestaciones se han hecho en Rentería. Cerca de un centenar de familias tienen un preso o un exiliado que visitar. Las asambleas, que antes abarrotaban la plaza del ayuntamiento, ahora se celebran habitualmente en los soportales del ayuntamiento. Hace un año el Diario Vasco publicó este titular: Ayer no hubo barricadas en Rentería". El domingo último un grupo de rock tocaba duro en la plaza de La Alameda, ahora con una fuente muy aparente.
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