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La presencia de Fernando Morán confirma la coincidencia de objetivos con México y Colombia

Fernando Morán, ministro español de Asuntos Exteriores, terminó ayer en Bogotá su primer viaje latinoamericano. Si un viaje diplomático se midiese por el número de convenios firmados, el resultado de éste sería cero. Si lo que cuenta es el establecimiento de vínculos personales y la coincidencia de puntos de vista, puede asegurarse que las cosas difícilmente pudieron ir mejor.

A lo largo de sus cinco días de permanencia en este continente, se ha puesto de manifiesto el extraordinario interés que existe, al menos en México y Colombia, por conocer de viva voz los planes políticos del Gobierno socialista, sobre todo en el, ámbito internacional.En los contactos gubernamentales entre España y América Latina la cordialidad se da por supuesta Existió antes y permanece ahora. Pero en esta ocasión ha habido un rasgo distintivo muy claro: por primera vez se ha sumado a los lazos familiares un acuerdo político completo en los principios que rigen la política exterior.

Los Gobiernos de México y Colombia estaban particularmente interesados en la dimensión nacionalista de los socialistas españoles, porque ése es el motor principal de su acción exterior. Cuando en Estados Unidos se acuñó el término de jóvenes nacionalistas, se estaba creando de manera casi automática una renovada corriente de simpatía hacia el Gobierno socialista.

La visita de Morán ha servido, sobre todo, para confirmarla. El ministro español no ha abdicado en ningún momento de la vocación occidental de nuestro país, lo que significa inequívocamente estar dentro de los esquemas defensivos atlánticos, independientemente de que se esté o no dentro de la OTAN. Pero Fernando Morán no ha dejado pasar ninguna oportunidad para enfatizar que el Gobierno socialista es contrario a una política de bloques y ha reivindicado la autonomía de las potencias medias para diseñar su propia política exterior.

Ese discurso resulta particularmente grato a los oídos de Miguel de la Madrid y de Belisario Betancur. Y a partir de ahí se ha puesto en marcha un nivel de entendimiento que resulta cualitativamente superior al conseguido en épocas anteriores, incluso desde la restauración de la democracia.

El apoyo a la iniciativa de Contadora, que tiene en México y Colombia sus protagonistas más activos y consecuentes, no es sino una consecuencia de este principio de autonomía que América Latina está reclamando a voces ,respecto de Estados Unidos, principalmente desde la guerra de las Malvinas.

Ése es el sentido de este primer viaje de Morán por América Latina. Indudablemente, la gira anunciada por Felipe González para dentro de mes y medio servirá para confirmar este buen principio. Ya ahora no, han faltado elogios públicos para el jefe del Gobierno español, a quien muchos americanos califican como el político extracontinental más interesado por lo que sucede a este lado del Atlántico.

Algunos gestos diplomáticos poco usuales subrayan el cambio cualitativo en las relaciones entre España y los dos países visitados. Uno de ellos es, sin duda, el almuerzo ofrecido el domingo por el presidente colombiano a Morán en su residencia campestre de Hato ande. En un ambiente caldeado por canciones de¡ Caribe, los típicos ballenatos, Betancur agasajó al ministro por espacio de cinco horas.

Como resumen final de este clima de coincidencia política queda una frase del canciller mexicano, Bernardo Sepúlveda, hombre frío y poco dado a la efusividad: "La nueva España saluda a la España nueva".

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