La envidiable estabilidad social magiar está contrapesada con un alineamiento total a la URSS
En las calles Vaci y Galamb, al atardecer, junto a los cafés y algunos bares donde suenan las cancíones de moda en cualquier país occidental, grupos de jóvenes con indumentarias de rockeros hablan en voz alta y tararean algunas notas musicales que se escapan del interior de los locales. No molestan a nadie, y a lo sumo algunos paseantes de edad madura les miran con extrañeza, pero comprenden que la Hungría de 1983 es un poco diferente a sus vecinos."Está comprobado que si se celebraran elecciones bajo supervisión de la ONU, Janos Kadar obtendría la mayoría". Así define la situación György Azcel, durante su conversación con este periódico. Para el ideólogo de la reforma económica y director del mundo cultural húngaro, los recientes acontecimientos con los disidentes magiares -como el cierre de la tienda samizdat de Laszlo Rajkno pueden ser catalogados como un aumento de la represión. "Son el 1% y así lo reconocen ellos mismos. Además, en Hungría", comentó Aczel, "sólo hay un centenar de personas quepiensan que cuanto peor, mejor".
Mayor democracia
"Hay leyes en nuestro país que pueden ser criticadas, pero inientras sigan en vigor hay que vivir de acuerdo con las mismas". Aczel se extralimitó, sin duda, al hablar de cierta mentalidad terrorista en la oposición.
Los disidentes húngaros se mo vilizaron, eso es cierto, ante el tema de Carta 77 en Checoslovaca y posteriormente con Solidaridad en Polonia, pero jamás se contabilizó una acción violenta. La disidencia está desunida por los diversos grupos que mantienen ante todo discusiones teóricas. En opinión de responsables oficiales, hay una especie de prejuicio de la disidencia a iniciar el contacto oficial, "para ellos dialogar significa sencillarnente integrarse".
Cuando se establecen por doquier fórmulas económicas rayando con la ortodoxia capitalista -quizá la última sea la emisión de bonos para empresas y cooperativas, que se harán extensibles a párticulares-, la liberación política es uno de los temas aún por definir. "Creo que nuestro sistema dará más democracia, a pesar de contar con un partido único. La democracia se verá día a día y no cada cuatro años", comentó Aczel, para quien la competencia Este-Oeste se establecerá en cuál de ambos sistemas pueda producir más, mejor y con mayor libertad, pero sin olvidar la especificidad de cada país.
Pese a la aquiescencia de la población hacia el régimen, producto de la situación económica privilegiada respecto a otros países del Este, las autoridades mantienen ciertos mecanismos represivos, tales corno la discriminación en la concesión de pasaportes, limitaciones a la emigración y represalias contra familias de emigrantes ilegales. De la misma forma, son tímidos los pasos dados por el régimen para la transformación del partido, aunque está en estudio un proyecto para obstaculizar las reelecciones sucesivas. Mientras la política interna húngara mantiene sus propios e independientes criterios, la voz de Moscú en relación con la política exterior tiene un amplio altavoz en Budapest.
Compromiso fiel
"Cumpliríamos nuestros deberes como miembro del Pacto de Varsovia si hubiera necesidad de ampliar nuestros gastos de defensa". Así de tajante lo declaró el viceministro de Asuntos Exteriores húngaro, Karoly Szarka. "Ni la URSS ni sus aliados pueden permitir que se rompa el actual equilibrio armamentista", añadió.
Para Aczel es "bueno para nosotros ser un fiel aliado, porque la política de saltos es nefasta". Hubo en el ideólogo del sistema un asomo de enfado, extraño en una persona extremadamente cordial y acostumbrada al trato con occidentales, al ser preguntado si la incondicional alianza a la URSS es un pago por la independencia económica. "No compramos nuestra independencia interna", respondió, "decirnos lo mismo en París que en Moscú".
La elección de Yuri Andropov como máximo dirigente de la URS S ha fortalecido, si cabe, aún más esta sumision internacional húngara a Moscú. "Es normal", dijo Szarka, "que la coincidencia de puntos de vista entre los dirigentes fomente su amistad", al explicar el porqué de la simpatía del nuevo líder soviético por Hungría.
La fidelidad fuera de toda duda de Budapest para con Moscú ha quedado patente en el terna polaco y el apoyo incondicional al general Wojcíech JaruzeIski. También en la rotunda negativa al deseo occidental de incluir el respeto a la pluralidad sindical en las relaciones Este-Oeste a través de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) de Madrid. "Es", comentó Szarka, "simplemente inaceptable porque es una falta de respeto al sistema social de cada uno".
Es precisamente el sistema social lo que comienza a debatirse en Hungría bajo el empuje del modelo económico. György Azcel es categórico: "Hay que acabar con los esquemas acerca del socialismo, porque hay muchas soluciones; lo mismo ocurre en Occidente".
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