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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Convenio generoso

CON UN RELATIVO retraso sobre el calendario, habitual se ha firmado el convenio salarial de Renfe para 1983. Este convenio encierra un especial interés, no sólo porque se refiere a la empresa con un mayor número de trabajadores -70.000- sino porque dada su temprana negociación diseña las grandes líneas por las que discurrirán los convenios salariales en los próximos meses.Al finalizar el pasado enero se interrumpieron las discusiones sobre el convenio colectivo entre los representantes sindicales y los directivos de Renfe. Las posturas estaban entonces muy distanciadas. La llamada plataforma reivindicativa pedía un 13% de subida salarial, una jornada de 39 horas semanales y la creación de 10.000 nuevos puestos de trabajo. La dirección de Renfe justificó la necesidad de un aplazamiento de las conversaciones en espera de que concluyese el acuerdo interconfederal.

Así, pues, con cierto retraso, el pasado día 2 se firmó el acuerdo para 1983. En él se contemplan como cláusulas principales, la elevación de los salarios en un 11%, el aumento de las primas y la reducción de la jornada laboral a cuarenta horas a la semana. Pero, sin duda, el aspecto más destacado de este convenio consiste en el compromiso de aumentar la plantilla en 6.000 puestos de trabajo. Este aumento implica incrementar en un 8,6 el número actual de los trabajadores de Renfe. Si se añade a este incremento la reclasificación de categorías, resulta que la subida de salarios del 11% se traduce en un 12,513% de incremento en el salario por persona ocupada y si se suman los nuevos trabajadores resulta una elevación en la masa salarial de aproximadamente un 21% o 22% sobre la cifra pagada en 1982. Es decir, un aumento de mas de 21.000 millones de pesetas sobre los aproximados 100.000 millones de la nómina del pasado año.

De acuerdo con las cifras de la cuenta de explotación de Renfe en 1981 (último año con datos disponibles), los ingresos obtenidos por el tráfico de pasajeros y mercancías ascendieron a 95.000 millones de pesetas, mientras que los gastos de personal fueron de 96.000 millones. Como se observa los ingresos no bastaron para hacer frente al pago de la nómina y si además se suman los 56.000 millones de gastos de energía y materiales, que pasan íntegros al déficit de explotación de la compañía, Renfe perdió, en 1981, algo más de 57.000 millones de pesetas. La proporción entre masa salarial e ingresos de explotación ha debido mantenerse con toda probabilidad en 1982.

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En estas circunstancias el incremento propuesto de la masa salarial para el año en curso no se ajusta a los condicionantes del Acuerdo Interconfederal ni contribuye a contener él déficit público ni tampoco a mitigar el ritmo de inflación. La justificación de este convenio debe encontrarse más allá de estas cuestiones. Por lo pronto la nueva dirección de Renfe se ha acoplado con rapidez y discreción a las exigencias de los sindicatos, quizá, para evitar la interrupción de un servicio tan popular y utilizado como es el ferrocarril.

Por otra parte se crean, de acuerdo con las promesas electorales, 6.000 nuevos empleos fijos. El ejemplo cunde. En Telefónica, por el momento, se pide también la creación de unos 2.400 nuevos puestos de trabajo. Ante este entusiasmo nadie entiende muy bien cuál puede ser la razón para disminuir la plantilla de Altos Hornos del Mediterráneo.

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