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El Papa, en el 'volcán centroamericano'

En contacto con el vudú antillano

En Belice y Haití el Papa entró ayer en contacto con el mundo del vudú antillano, herencia vigente de las religiones africanas que practicaban los esclavos negros traídos por la fuerza a estos países. La Iglesia católica ha combatido con perseverancia estas prácticas, sin disminuir por ello su influencia en la vida diaria, aun de los propios católicos.Belice es el país menos poblado y más pequeño de Centroamérica. Sus dieciocho meses de vida independiente han estado sometidos a la permanente presión de Guatemala, que reclama su territorio como propio. El primer ministro, George Price, que estudió en un seminario guatemalteco, es un católico fervoroso que asiste a misa todos los días, con frecuencia acompañado de varios de sus ministros.

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Las langostas y unos yacimientos petrolíferos todavía inexplotados constituyen la principal riqueza de esta nación, que espera capitales extranjeros para desarrollar sus recursos mineros agrarios. A pesar de su pobreza, en Belice no se registran las tremendas desigualdades sociales de sus vecinos, lo que ha contribuido a una vida pólítica sin graves conflictos y bajo reglas democráticas.

En el extremo opuesto, Haití se rige por una dictadura familiar desde 1957, cuando François Duvalier cambió su modesta consulta de médico rural por el palacio presidencial. A su muerte, ocurrida en 1971, le sucedió su hijo, Jean Claude.

Apoyo en los 'tonton macutes'

Durante sus diez años largos de mandato se ha apoyado en la misma policía política, los tonton macutes, que sostuvieron a su padre en el poder frente a toda oposición. No ha dejado entrever ningún síntoma de apertura democrática.La férrea dictadura duvalierista ha obligado al exilio a cientos de miles de haitianos (su población es de cinco millones), que en muchas ocasiones emprendieron la huida a bordo de frágiles lanchas hundidas en su travesía hacia las costas de Estados Unidos.

Sólo el apoyo norteamericano mantiene el régimen. Es esta una de las más flagrantes contradicciones de una política exterior de EE UU que se dice defensora de los derechos humanos. En el Caribe la amenaza cubana: sirve para disculpar la benevolencia ante los excesos cometidos por el Gobierno de Haítí.

Independiente desde hace 150 años, cuando se proclamó la primera república de mayoría negra, es hoy el país más pobre de América. Según el Banco Mundial, el 94% de los campesinos, el 83% de los pobladores urbanos y el 60% de los habitantes de la capital, Puerto Príncipe, viven en condiciones de extrema pobreza, sin poder comer más de tres veces a la semana. El 3% de su población padece de tuberculosis.

Es también un caso de discriminación racial tal vez único en el mundo. Prácticamente toda la población tiene orígenes negros, pero los mulatos (30%) se apoyan en su parcial herencia blanca para discriminar a los negros.

Juan Pablo II habrá encontrado en esta nación del Caribe una pobreza posiblemente no menor que la que hace veinte siglos debió encontrar Jesucristo durante su predicación en Palestina.

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