Bilbao rinde homenaje al compositor Antón Larrauri en su 50º aniversario
Como hizo con Carmelo Bernaola y Luis de Pablo, la Caja de Ahorros vizcaína ha organizado un homenaje a Antón Larrauri con ocasión de su 50º aniversario. Un concierto monográfico que recogió diversos aspectos de la obra del compositor bilbaíno y la edición de un cuidado y útil folleto, así como el catálogo completo y -detallado de sus obras, han supuesto una contribución importante y una toma de conciencia, por parte del público, de que se encuentra ante un vizcaíno universal de extraordinario valor.
La Orquesta Sinfónica de Bilbao que, en estos momentos, conoce un período ascensional con la atención municipal y la incorporación de nuevos profesores, algunos venidos del extranjero, interpretó, bajo la firme dirección de Urbano Ruiz Laorden, cuatro partituras de Larrauri y el Cuarteto Tomás Luis de Victoria cantó cuatro páginas vocales. El teatro de los Campos Elíseos se llenó de un público interesado que demostró su ferviente admiración por un autor representativo de la cultura vasca, cuyo nombre se ha incorporado, hace tiempo, a la historia trascendente de su país.Antón Larrauri -lo hemos comentado en otras ocasiones ha realizado una hazaña: la asunción de valores sustancialmente vascos y, a veces, la utilización de temas, rasgos melódicos o rítmicos y, sobre todo, de un carácter específico, para insertarlos en las formas técnicas y expresivas de la música actual. Se incorpora con ello a un amplio grupo de autores de distintas procedencias en los que lo nacional reaparece "de otro modo" a través de lo que podríamos denominar transnacionalismo en sentido análogo a lo que ya se llama transvanguardismo, del que, por cierto, es Larrauri original representante.
Inventiva fascinante
Posee el compositor una inventiva fascinante, tan rica y nueva de colores como honda de sentires. Escribe a su manera, aceptando las insinuaciones del mundo circundante -paisajes, tonalidades, emociones, tradiciones- y las de su propio ser fundamentalmente soñador y decididamente inconformista. Así nacieron Contingencias que causaron verdadera sorpresa en el medio internacional de la tribuna de la Unesco: "por fin, algo distinto y personal", se comentó. La vasquidad latente en Contingencias tomaría nueva evidencia, a la vez que apuntaba hacia un destino dramático que me parece inesquivable por Antón Larrauri, en Espatadantza, para coro y orquesta suerte de Guernica sonoro aun cuando Larrauri, a diferencia de Picasso, no ha querido renunciar a toda la gama colorística por más que los matices estén interrelacionados para formar un todo armonioso. Pero es tamos hablando del comienzo de los setenta, representados en el concierto-homenaje por Contigencias en una versión excelente -por cohesionada y viva, por contrastada y luminosa- de Ruiz Laorden y los sinfónicos bilbaínos. Más reciente es De profundis, dedicado a Bernaola, que abrió el programa. Aquí, Larrauri alcanza una concentración. máxima al objetivar en un discurso lineal y estático, un tanto encantatorio, el espíritu del versículo religioso: es casi una metáfora del rezo que flota en el aire. En Deprofundis, Larrauri ha interiorizado al máximo su propio estilo y ha renunciado a todo sensualismo colorista.Las obras vocales, entendidas con exactitud y cantadas con fidelidad al espíritu y la letra por el Cuarteo Tomás Luis de Victoria de Madrid, suponen otra cara del compositor: el enlace directo con unas tradiciones que ama y quiere prolongar.
La vía tradicional
José Antonio Urdiain entonó la parte principal (con textos de Eusebio Erkiaga y Jesús Lasagabaster) con extraordinario brío que enalteció la natural belleza de timbre. Urdiain hará excelente y rápida carrera internacional, como han pronosticado no pocos maestros, López Cobos entre ellos.En fin, la personal combinación de tres temas populares vascos (Aurtxo txikia, Aldapeko y Áurresku), terminó en punta el homenaje a Larrauri, aclamado con insistencia. Sencillo, humanístico, creador por necesidad y generosidad que no por vanidad.
Babelia
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