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Washington vuelve a presionar para que se recorte el comercio entre el Este y el Oeste

Andrés Ortega

Veinte mil hombres y mujeres trabajan en el llamado departamento T del KGB -los servicios secretos soviéticos-, dedicados a la caza, por medios abiertos y encubiertos, de tecnología de punta occidental para mejorar sus sistemas de armamentos, según manifestó Abraham Katz, embajador de Estados Unidos ante la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), en el curso de un seminario celebrado este fin de semana en la Universidad Católica de Lovaina sobre las relaciones entre Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea (CEE). Washington está presionando para que se recorte el comercio Este-Oeste en aquellos múltiples aspectos que considera pueden incidir sobre el campo de la seguridad.

La Comunidad Económica Europea, con muy distintos intereses, se resiste a dar un paso tan drástico. Un nuevo nubarrón, reminiscente de la crisis del gasoducto siberiano, está sobre el Atlántico, cuando seis estudios sobre el tema están en marcha en diversos foros occidentales.Si los norteamericanos hacen gala de optimismo, pensando que lograrán su objetivo, los europeos se resisten a avanzar por este camino. Cuando los Estados Unidos, finalmente, bajo presión europea, levantaron en junio su embargo contra las filiales norteamericanas que fabricaban en Europa turbinas y otras piezas para el gasoducto siberiano, Ronald Reagan logró un acuerdo occidental para estudiar las consecuencias del comercio con el Este en el campo de la seguridad; pero nada más, como lo dejó claramente establecido el presidente francés, François Mitterrand.

Los servicios de inteligencia norteamericanos, según el embajador norteamericano en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, han establecido que la Unión de Republicas Soviéticas Socialistas (URSS) ha logrado técnicas industriales occidentales que la han permitido desarrollar diversos nuevos sistemas de armas, como la similitud entre los misiles Minuteman norteamericanos y los SS-13 soviéticos. Es un método que ahorra tiempo, trabajo y dinero.

El servicio "T" de la KGB fue creado en la posguerra y, según esta versión, se ha nutrido para su información de fuentes púb, cas en su mayoría. Al principio de la década de los años setenta, la recolección de información se concentró en los campos de la energía, la química y la electrónica de consumo.

Posteriormente, el interés se desplazó hacia la manufactura y tecnologías relacionadas con ella; al final de la década, el servicio "T" se concentró en las universidades y centros de investigación occidentales, y en la actualidad son los sectores comerciales los que presentan mayor interés.

Seis estudios en marcha

Seis estudios están en marcha, según Katz. El primero, en el seno del COCOM (Comité de Coordinación), establecido tras la guerra de Corea por los países de la OTAN -con la excepción de Islandia y, desde que es miembro, de España-. En estos momentos está en marcha la revisión de la lista de productos que el Comité de Coordinación considera que tienen carácter estrátegico, lista que Estados Unidos quiere ampliar, frente a las resistencias europeas. Es un concepto equívoco. Estratégico puede ser un botón, si sirve para sujetar los pantalones de un soldado soviético.

La divisoria entre la alta tecnología militar y la tecnología de otro tipo es dificil de establecer, y son numerosas las indicaciones sobre el uso que hacen los soviéticos de los juguetes electrónicos -marcianitos y otros- occidentales. El acero y los alimentos pueden ser estratégicos. La biotecnología tiene implicaciones militares.

El segundo estudio es también del COCOM y versa sobre tecnologías no militares. Las recomendaciones del COCOM se aceptan con carácter voluntario; en el pasado, algunos países neutros como Austria, Suecia o Suiza se han sumado a estas medidas, lo cual resultaría más difícil si se ampliaran.

Viena es un centro del comercio Este-Oeste. Austria concluyó recientemente un acuerdo con los Estados Unidos para impedir la exportación de tecnología norteamericana hacia el Este, pero, según el Gobierno austriaco, ésta es difícil de controlar.

Según señaló en Lovaina Petra Pissulla, del Instituto de Investigaciones Económicas de Hamburgo, hay, al parecer, empresas europeas y norteamericanas en Austria cuya presencia se limita a una caja postal. Muchas de esas exportaciones nunca cruzan la frontera austriaca hacia el Este. Toman otros caminos.

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