La relación trágica del hombre con la revolución
Arthur Koestler fue un ejemplo de la lucha por decir la verdad en medios hostiles a ellas, donde no convenía, o donde resultaba estrafalaria e inconveniente. Luchó a brazo partido por su independencia y se opuso a todas las tiranías. En España tuvo motivos para acentuar su sentido de la solidaridad internacional. Y en todo el mundo, prácticamente, dejó testimonio de su paso.Las terribles experiencias de Arthur Koestler
La noticia de la muerte de Koestler incita a reflexionar sobre la suerte de ese escritor que supo denunciar, a partir de terribles experiencias personales, y quizá antes que nadie, los horrores de la represión de Stalin, y no sólo en términos generales, sino de la represión contra los comunistas de un régimen que se autocalifica comunista.
Mucho antes de la publicación de su obra más famosa El cero y el infinito, los comunistas de mi generación (los que se hicieron comunistas frente al auge del hitlerismo en Europa en los años treinta) habíamos conocido, más menos, casos de discrepancias escisiones; la lucha de los trotskistas, en la Unión soviética y en otros países, contra la línea ortodoxa.
Pero Arthur Koestler planteaba un problema cualitativamente diferente: él había vivido la lucha antifascista en la guerra civil padecida en España; había sufrido el encarcelamiento y los horrores de la represión fascista. Pero él supo superar la simple descripción o denuncia de esa represión; y abordó el problema del enfrentamiento del hombre con el totalitarismo; así fue Arthur Koestler, sin duda, uno de los primeros en descubrir el lado negro del estalinismo.
La voz del individuo frente a la destrucción
Arthur Koestier describe como pocos la relación trágica del hombre con la revolución en la que está inmerso o en la que cree estar inmerso. Levantaba la voz del individuo humano que no quiere ser destruido en aras de una causa general, por generosa que ésta aparezca; la suya era la pregunta angustiada de si se puede destruir al hombre en aras de la liberación de los hombres.
Y al mismo tiempo, el problema del cómo: de si es legítimo utilizar la tortura para abrir cauces de felicidad a la humanidad. ¿Es concebible una tortura comunista? Fue el primero en levantar ese grito, al menos desde la izquierda, desde convicciones revolucionarias.
Tengo la impresión de que, frente a las primeras denuncias de Arthur Koestler, funcionó, para muchos comunistas, el reflejo maniqueo de decir que se había pasado al enemigo. Ello era relativamente fácil en períodos de tremenda tensión guerrera o casi guerrera. Yo he creído en la veracidad de las denuncias de Arthur Koestler cuando Arturo London, amigo entrañable que había combatido en las Brigadas Internacionales en la guerra civil española y había estado prisionero en los campos de concentra,ción hitieriano, levantó su testir.nionio, muchos años más tarde, sobre las torturas y represiones estalinianas en Checoslovaquia. A London le conocía personalmente, su testimonio era para mí irrevocable.
Una personalidad rica en matices
La personalidad de Arthur Koestler es, por supuesto, mucho más rica de lo que aquí menciono. Está su importante dimensión como escritor; el sendero complejo de su camino filosófico, que le ha llevado lejos de sus convicciones de juventud; no pretendo comentarlo en estas apresuradas líneas. Me limito a recordar ese papel singular que ha tenido como el hombre, quizá el primero, que ha ayudado a quebrar el mito estaliniano, mito que: ha desviado y frustrado muchas energías y voluntades revolucionarias.
Koesder ha mostrado que no hay abismo entre medios y fines, sobre todo si los fines son altos. Inventar ese abismo para deshumanizar los medios, deshumaniza los fines, los anula. Por admírables que éstos sean en palabiras.
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