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Tribuna:La muerte de Koestler
Tribuna
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La experiencia española

Probablemente el último contacto que tuvo Arthur Koestler con España fue con ocasión de la serie de televisión que sobre la guerra civil española se acaba de proyectar en Gran Bretaña. Entonces estaba ya demasiado enfermo como para que pudiera intervenir como testigo en esa serie, pero fue requerido para ello.Sin embargo, la relación de Koestler con España fue, aunque corta, muy significativa para su vida. No sólo varios de sus libros están relacionados con la experiencia vivida en España, sino que esa experiencia cambió su forma de ser y de pensar y aparece abundantemente descrita en dos tomos de su autobiografía, titulados significativamente Euforias y utopías y La escritura invisible.

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De Lisboa a España

En 1936 Koestler trabajaba para la propaganda de la tercera internacional comunista. En su autobiografía narra las consecuencias del estallido de la guerra civil española: "Por última vez se conmovió la conciencia agonizante de Europa", escribe. El principal responsable de la propaganda de la internacional comunista le envió a España. Tenía que probar la ayuda de las naciones fascistas al bando del general Franco. Iba como corresponsal de la prensa inglesa y húngara. Cuenta haber recibido una cantidad, por entonces considerable, de 200 libras para cumplir con su propósito ("si ha de parecer un fascista, debe llevar un buen traje", le dijo uno de sus compañeros).

A España llegó tras una estancia en Lisboa. Allí conoció a Nicolás Franco, que le firmó el salvoconducto, y a Gil Robles, que le proporcionó una carta para el general Queipo de Llano, al que entrevistaría. En Sevilla estuvo a punto de ser identificado por un hijo del dramaturgo sueco Strindberg. Tuvo que volver rápidamente a París y el responsable de la prensa extranjera nacionalista Luis Bolín declaró que le hubiera gustado matarle como un perro rabioso. Este primer viaje se hizo en agosto de 1936 y sus resultados fueron los varios folletos de propaganda contra la España de Franco que escribió Koestler.

El segundo viaje también estaba motivado por razones de propaganda. Alvarez del Vayo le encargó que buscara documentos que probaran la intervención alemana e italiana en España. Revisó, por ejemplo, el archivo de Lerroux sin encontrar pruebas. Sin embargo, lo que escribió fue siempre muy efectivo, desde luego más que la propaganda nacionalista, a la que acusaba de "ignorancia y estupidez".

En enero de 1937, acompañado de otro periodista inglés, y comunista como él, estaba en Málaga cuando comenzó la ofensiva franquista. Cuando se produjo la caída de Málaga fue detenido y enviado a Sevilla, que es donde permaneció tres meses esperando una presumible ejecución.

Esta época de su vida -lo que él describe en un capítulo de su autobiografía como "las horas pasadas junto a la ventana"implicaron para él un cambio en dos; aspectos fundamentales.

Prisión en Sevilla

En primer lugar, una experiencia de contacto con lo absoluto o, por así decirlo, mística. En seguinido lugar, una reflexión sobre el fin y los medios de toda filosofía política, que le llevó a abandonar el comunismo. Cuando dejó la cárcel lo hizo cambiado por la mujer de un aviador nacionalista. Interiormente ya no era un comunista y luego en su autobiografía presenta la guerra civil como "una batalla dudosa", "un combate brado en la niebla entre dos adversarios totalitarios".

El recuerdo de esas "horas pasadas junto a la ventana" le persiguió toda su vida. En Testamento español escribió: "frecuentemente por la noche cuando me desierto siento nostalgia de la casa de la muerte en Sevilla, y pienso que nunca he sido tan libre"'. Curiosamente la experiencia carcelaria en Sevilla, mientras; que eran fusilados un centenar de compañeros de prisión, la trasladó en forma de novela a El cero y el infinito, en donde el protagonista no es ya un preso de la España franquista, tino un disidente de un régimen totalitario comunista. En Diálogo con la muerte, escrito inmediatamente después de abandonar la prisión, se reflejan las experiencias místicas a las que he aludido.

Javier Tusell es historiador

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