Toni Negri: "Todos los terroristas son unos infames"
El profesor italiano, acusado de organizar el secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, responde a un cuestionario presentado por este periódico
Toni Negri, líder de Autonomía Obrera, catedrático de Derecho del Estado en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Padua, encarcelado el 7 de abril de 1979 y hasta ahora en espera de un proceso, tendrá que presentarse los próximos días ante dos tribunales: uno, en Roma el 23 de este mes, y otro en Milán, el 1 de marzo. Con una decisión que ha sorprendido a la opinión pública internacional, Toni Negri acaba de aceptar pública y oficialmente la candidatura al Parlamento en las listas del Partido Radical, capitaneado por Marco Pannella.
Amnistía Internacional ha denunciado hace poco la situación del intelectual Negri, considerado uno de los mayores expertos en marxismo de Europa, que lleva en la cárcel, sin ser procesado, casi cuatro años.Toni, detenido en una famosa redada el 7 de abril de 1979, fue entonces acusado de todo un rosario de delitos gravísimos, desde subversión contra el Estado hasta participación en una banda armada pasando por el de haber sido el cerebro de las Brigadas Rojas. Más tarde se temió que el famoso intelectual pudiera haber sido sólo una cabeza de turco para golpear en él a todo un grupo de intelectuales simplemente revolucionarios.
Ahora se espera con interés y legítima curiosidad el proceso a este hombre, que durante estos años de cárcel ha publicado un importante libro sobre Baruch Espinoza y está preparando otro sobre Giacomo Leopardi.
El corresponsal de este diario en Roma ha entrevistado a Toni Negri, quien ha respondido por escrito a las preguntas desde su celda de la cárcel de Rebibbia, en el área especial. de la prisión dedicada a los acusados de terrorismo político. Es su primera entrevista a un diario español; a una sola pregunta se negó a responder: a la que le pedía su opinión sobre ETA Militar.
Toni Negri está casado. Tiene dos hijos: un varón de 18 años y una muchacha de 15. Su esposa, Paola, da clases en Milán.
La entrevista quiso firmarla con su puño y letra y lleva la fecha del 13 de febrero.
Pregunta. ¿El que usted haya aceptado ser candidato en las listas del Partido Radical es, de verdad, por convicción o bien -como muchos han pensado- sólo una oportunidad para acabar con su eterna detención preventiva?
Respuesta. Ambas cosas, naturalmente. Sin embargo, la respuesta no debe ser personalizada. Conquistar la libertad, vencer el proceso del 7 de abril, plantear -incluso a través de una campaña electoral- el problema político de la superación de la fase de emergencia antiterrorista y de la liberación de una generación encarcelada no es una oportunidad que se refiere sólo a mi persona. Es, más bien, una cuestión que afecta a la democracia italiana y, su desarrollo. En efecto, el 7 de abril no es sólo el escándalo judicial de un enorme encarcelamiento preventivo, indigno de un Estado civil; es más bien un escándalo político, el intento de demonizar, a través de la figura de un grupo de intelectuales, un decenio o más de luchas por la transformación.
Esta remoción forzosa tiene que ser combatida. Mi convicción es que, luchando por la libertad de los compañeros del 7 de abril y a través de mi candidatura, el Partido Radical desarrolle la idea de que la libertad es indivisible. En este terreno, la lucha es común.
'Sólo los imbéciles no cambian de idea'
P. Usted tiene fama de ser un intelectual con convicciones muy arraigadas. Sin embargo, las modificaciones de la realidad empujan a todos a reflexionar. ¿Qué ha cambiado dentro de usted en estos casi cuatro años de cárcel? ¿En qué ha cambiado, sobre todo políticamente?
R. Cierto; sólo los imbéciles no cambian de idea o las cambian demasiado o con demasiada prisa. En realidad me siento muy cambiado, sobre todo por el hecho de llevar tanto tiempo en la cárcel y, por tanto, separado de aquel fecundo intercambio entre teoría y práctica concreta sobre la que siempre se basó mi experiencia de intelectual. Pero tengo la impresión de que también los que han quedado fuera de la cárcel han sufrido una ruptura de continuidad muy análoga entre proyectos y luchas, entre evolución propia y modificación de una fea realidad presente.
P. Recordando cuando usted militaba en Poder Obrero, y después en Autonomía Obrera, y leyendo su obra Dominio y sabotaje, tengo la impresión de que estaba de acuerdo con la lucha armada, aunque de un modo diferente a como después entendieron dicha lucha las Brigadas Rojas. ¿Se siente usted responsable, como piensan muchos, ideológica y políticamente, del terrorismo en Italia, por lo menos del llamado terrorismo difundido?
R. No. Nuestro problema fue entonces el de canalizar políticamente la ilegalidad difundida. No se podrá decir ciertamente que somos nosotros los responsables de aquellos enor mes problemas sociales que generaron el movimiento subversivo. Nosotros fuimos responsables de haber comprendido su importancia y su radicalidad frente a un retraso de la clase política que creo no tiene igual en otros países europeos. Nuestros errores fueron otros. No, cierta mente, el del militarismo. En concreto, no dimos suficiente valor a la consistencia de los empujones corporativos y degenerativos que una democracia bloqueada y el retraso en la comprensión del desarrollo habrían hecho explotar en el interior de las instituciones. No conseguimos, por consiguiente (como,en parte hicieron con éxito los radicales), dar una atención y capacidad de lucha suficientes en este campo. Pero aquí el asunto es largo, porque implica la evalua ción global de ese extraño objeto que es Italia.
En pocas palabras: nos hemos equivocado al intentar oponer, en forma digamos pura, la sociedad al Estado, simplificando hasta el extremo,el análisis del mundo real y considerando indefinido un proceso de luchas que había sido lineal y progresivo durante veinte años.
'En cuanto terrorista, es un infame'
P. Su gran acusador ha sido el arrepentido Carlo Fioroni, que, gracias a sus confesiones, hoy está en libertad. He leído que un día usted, se lamentó con sus compañeros de celda de no haberse dado cuenta antes de que Fioroni era un infame. ¿Podría enjuiciarme el fenómeno de este ejército de arrepentidos en el mundo del terrorismo? ¿Se trata de infames indivíduales o de un denominador político común? ¿Es verdad que Fioroni se apoderó de sus apuntes cuando militaba en Poder Obrero para escribir su tesis de doctorado?
R. En realidad, Fioroni es también un pequeño plagiario. Pero esto es lo de menos, ya que un miserable no siempre es un delincuente. Fioroni, al contrario, es un auténtico terrorista, como lo demuestra toda su historia. Y en cuanto terrorista, es un infame. Pienso que en la situación específica italiana el arrepentimismo es un efecto reflejo del terrorismo. El terrorismo italiano nace, en efecto, en el terreno de la ilegalidad difundida, dentro de una tradición de luchas y, con una evaluación catastrófica, se separa en el intento de acelerar el enfrentamiento insurreccional. En este mismo momento el terrorismo se separa no sólo de una correcta conciencia política de los tiempos y de los medios de la lucha comunista por la transformacion, sino que se vacía también de la conciencia ética de los fines. Sobre este terreno se forma la cultura del arrepentimiento, vergonzosamente solicitado por una clase política ignorante, miedosa y vulgar.
P. Durante estos cuatro años muchos han combatido por su libertad y por la de sus compañeros en Italia y en Europa. Pero no ha existido una auténtica movilización de masas a su favor, a pesar de que a sus espaldas existía un auténtico movimiento. Permítame que haga de abogado del diablo: ¿No será que entre sus mismos compañeros de viaje existen sospechas hacia usted?
R. Creo que usted está mal informado. Hubo, ya lo creo, una auténtica movilización, qué fue rápidamente reprimida. A partir del 7 de abril de 4979 se abrió una auténtica persecución contra Autonomia, ciega persecución que obtuvo un sólo resultado: eliminar hasta la más pequeña posibilidad
Toni Negri: "Todos los terroristas son unos infames"
de mediación política con los nuevos proletarios, empujándoles hacia una única alternativa: o el gueto o la entrada en el terrorismo. Sólo después del 7 de abril se abrieron las campañas de anulación y los asesinatos se justificaron por las simples funciones ejercitadas por los asesinados. Sólo a través de las fuerzas que no han confundido el rechazo del terrorismo con la ferocidad de la represión y el pisoteo del derecho se puede esperar hoy a la construcción de una salida política y limpia a esta tragedia italiana.
P. Son ya incontables las llamadas de los terroristas para que se abandonen las armas y las confesiones por parte de los mismos acerca de la derrota de la estrategia armada en la lucha revolucionaria italiana. Pero yo me pregunto y le pregunto a usted si no era posible preverlo. ¿No podían darse cuenta antes de que el terrorismo era un fenómeno, que no sólo había que rechazar, sino incluso combatir como un auténtico enemigo político?.
R. ¿Y qué hicimos nosotros? Sólo que, naturalmente, no nos entendemos sobre la identificación de los medios para combatir un enemigo político. A mitad de los años setenta, las Brigadas Rojas eran poco más de una docena de personas, pero la tentación terrorista se advertía ya en algunas franjas estalinistas del Partido Comunista Italiano (PCI) y entre algunas vanguardias en las fábricas, en aquel momento de reestructuración infernal. Entonces el problema era político y no militar. Se trataba de aislar aquellas tendencias en la base del PCI y en el proletariado de las grandes ciudades industriales, donde podían extenderse en una fase de crisis. Esto fue hecho por nosotros teórica y prácticamente de forma continuada. Hasta que la desafortunada iniciativa represiva del compromiso histórico destruyó la posibilidad de los autónomos de ejercer una hegemonía política en el proletariado.
'Las franjas estalinistas del PCI'
P. Ha habido una persona en Italia que ha dado una lucha tan dura al terrorismo organizado que ha sido llamado la bestia parda de las Brigadas Rojas. Se trata del general de Carabineros Carlo Alberto dalla Chiesa, asesinado por la Mafia en Palermo el verano pasado. ¿Qué juicio le merece a usted de este personaje?
R. No sé casi nada de la lucha de Dalla Chiesa contra la Mafia Por lo que se refiere al terrorismo, lo que sí sé es que se opuso, por lo menos teóricamente, a la operación 7 de abril, que nos trajo a la cárcel, y a otras operaciones semejantes que Dalla Chiesa consideraba como precios que las fuerzas del orden tenían que pagar al compromiso histórico. De cualquier modo, a mí no me gustan los generales. Aun cuando se trate de personas inteligentes como Dalla Chiesa, no se puede, sin embargo, olvidar operaciones como la matanza en la cárcel de Alejandría o la irrupción en via Fracchia (en Génova, donde resultaron muertos a tiros por los carabineros todos los terroristas que habían huido por la noche).
P. Durante estos sus cuatro años de cárcel, tres países europeos (España, Francia y Grecia) han visto la victoria electoral de los socialistas. ¿Este hecho le produce una cierta emoción o le deja indiferente? ¿Piensa que es necesario apoyar estos nuevos Gobiernos socialistas, aunque sea desde posiciones críticas, o que hay que combatirlos como los precedentes de tendencia centrista?
R. Cierto que no me es indiferente. No puedo imaginar quién podría ser indiferente a la victoria de Mitterrand o de Papandreu, que representan una avanzada sustancial del frente proletario y la reapertura de nuevos espacios de lucha. Más ambigua me parece, sin embargo -y lo parece también a muchos amigos míos españoles-, la situación en España, donde quizá la misma enormidad de lo acaecido y del salto hacia adelante ha descargado presiones contradictorias. Sin embargo, conozco aún poco el nuevo socialismo español para poder dar un juicio global. Un amigo mío, Baget Bozzo, después de un reciente viaje a España, me ha escrito diciéndome que aquel socialismo sin duda alguna me habría gustado. Quizá.... De cualquier modo, echando una ojeada al panorama político europeo, lo que me parece más interesante son los movimientos alternativos que han surgido en la República Federal de Alemania y los problemas que plantean a la socialdemocracia de ese país. Desde el punto de vista teórico creo que es a esto a lo que deberíamos mirar, por lo menos en el ámbito de una política radical y autónoma. Y este enfrentamiento entre viejo movimiento obrero y nuevos movimientos es lo que constituye el punto central del interés por la innovación política.
'Una clase corrompida que se orina sobre su vanidad'
P. Su participación en las listas de un partido que está instalado en el Parlamento, como es el Partido Radical, ¿significa que ahora usted quiere llevar a cabo su lucha dentro de las instituciones? Y en este caso, ¿dicho gesto podría tener un valor de reclamo hacia otros compañeros suyos jóvenes?
R. Ciertamente significa también esto. Pero nunca he pensado que la presencia en las instituciones impida la autonomía política. De todas formas, por otra parte, tampoco he pensado nunca que las instituciones sean el lugar exclusivo para la lucha política. Las instituciones son uno de los mútiples lugares de lucha, como las univetsidades son uno de los tantos lugares del saber. Ningún fetichismo, pues, ni ningún prejuicio de exclusión. Quede claro que n o considero la propia profesión como la última y la más alta expresión del bien común o de la sabiduría. Lo digo pensando en mi experiencia de veinte años de universidad y me molesta mucho contemplar a una clase política corrompida y cruel que se orina sobre su propia vanidad y corrompe de este modo la vida civil y las ya tan discutibles funciones de la representabilidad política.
Aquí, en Italia, las instituciones necesitan un cambio radical, ético, antes que político. Y es precisamente aquí donde encuentro una unidad de inatentos con los compañeros del partido radical y con su inquieta ansia de transformación.
¿Qué decir, pues, a mis jóvenes compañeros? ¿Que acepten instituciones como la logia masónica P-2, de Andreotti, el escándalo permanente? No bromeemos. No existe un dentro de las instituciones. Pueden sólo existir instituciones abiertas a la crítica y a las transformaciones radicales. Que es como decir a la revolución permanente promovida por las necesidades de felicidad y de paz. Todo lo demás es sólo institución-cárcel.
P. Aparte de su familia, ¿quién ha aliviado sus años de cárcel? Además de escribir libros, ¿qué pensadores ha leído durante estos años?
R. Me han consolado algunos estudiantes jóvenes con quienes he seguido trabajando. Ellos me han ayudado a no enmohecerme y también a crecer. Es bonito ser reeducado por los jóvenes. Otras persorias que han estado cerca han sido Félix Guattari, una compañera alemana y dos economistas: un americano y un polaco.
Mis compañeros y yo hemos soportado la cárcel con mucho cansancio, pero con un coraje irreducible de continuar el estudio, la transformación, la recogida de información y el hacer política. Mi trabajo continúa sobre las dos vertientes de siempre: por una parte, la historia de la cultura política europea. Mi estudio sobre Espinoza y el actual sobre Leopardi me ocupan todo el tiempo libre, que me queda. Después, la vertiente jurídico-política y social económica.
Estoy en contacto epistolar con amigos y compañeros de las grandes universidades europeas y norteamericanas y discuto con ellos los acontecimientos del Estado capitalista maduro, de sus crisis y, ¿por qué no?, también de otras cosas. Do you remember revolution? Este interrogante aparece con frecuencia en la comunidad científica. Y el hermetismo de algunas discusiones recientes (sobre las catástrofes, sobre los principios de la termodinámica, sobre los límites de la democracia, sobre los principios de la demografía, etcétera) no es otra cosa que una manera astuta de esconder esta sustancia original a la obtusidad de la represión.
Este período en que vivimos se parece mucho a la época de Espinoza: como entonces, la revolución se funda sobre luces escondidas, atentas a las inquisiciones de los otros. Sin revolución no hay ciencia.
Pero, como en tiempos de Espinoza, quién puede decirlo en voz alta ¿Se imagina usted a los líderes políticos italianos, a los nuevos filósofos, magistrados y periodistas famosos puestos frente a la ingenuidad de esta afirmación mía? Y, sin embargo, las cosas no pueden seguir como ahora. Me divierte esta actitud espinoziana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.