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Parece que Ronald Reagan tuvo informaciones fidedignas sobre el supuesto intento libio de invadir Sudán

Los presidentes de Estados Unidos y Egipto tuvieron un "anticipado y detallado conocimiento" de un supuesto plan de Muamar el Gadafi para derrocar al régimen sudanés de Gafar el Numeiri, según The Washington Post. El intento de golpe de Estado fracasó por la rápida decisión norteamericana de realizar un importante despliegue de tropas ante las costas libias. Gadafi ha desmentido estas informaciones y ha acusado a Estados Unidos de practicar el "terrorismo internacional". Si el portaviones Nimitz penetra en las aguas libias, Trípoli declarará la guerra a Washington, según el líder libio.

El rotativo norteamericano sostiene que Reagan decidió enviar los cuatro aviones superespía AWACS a Egipto a comienzos de semana, y el portaviones Nimitz, a las inmediaciones de la costa libia, en un intento de frustrar los proyectos del coronel Gadafi. Al parecer, el plan libio preveía apoyar a un grupo de rebeldes para asesinar al presidente sudanés, tomar el aeropuerto de Jartum y facilitar la llegada de las fuerzas libias en aviones de transporte C-130.Ya el viernes, The New York Times informaba que los servicios de información norteamericanos tenían noticias de la preparación de una incursión aérea sobre Jartum para los próximos días, a partir de bases situadas en el sur de Libia y en la banda de Auzú, en el norte de Chad.

Ayer, este mismo rotativo daba cuenta de las presiones que la Casa Blanca había ejercido sobre la cadena de televisión ABC para que aplazase veinticuatro horas la exclusiva del despliegue de los AWACS y del portaviones Nimitz.

La agencia sudanesa de noticias Suna informa que Libia había concentrado "un número importante" de tropas a lo largo de la frontera libio-sudanesa, acción que iba acompañada por la introducción en el país de agentes encargados de desestabilizar el régimen de Numeiri. La radio estatal amplía esta información dando a conocer que había sido desarticulado en Jartum, y encarcelado, un núcleo de "elementos subversivos". Los agresores trataban de apoyarse en la difícil situación interna, de Sudán, agravada por los fuertes brotes secesionistas que sacuden el sur del país, para intentar derrocar a Numeiri.

Desmentidos libios

Gadafi ha desmentido todas estas informaciones en una entrevista, concedida a la cadena de televisión CBS. Con una inesperada moderación, aunque sin por ello dejar de acusar a Estados Unidos de "terrorismo internacional", el líder libio ha reiterado que su país "no tiene ninguna intención de entrar en guerra con sus vecinos o de intimidarlos". Libia, dice Gadafi, mantiene buenas relaciones con Tunicia y con Egipto desde la muerte de Anuar el Sadat. "Esperamos mejorar nuestras relaciones con Sudán", agrega.Fue en otra cadena, en la ABC, donde Gadafi amenazó con declarar la guerra a Estados Unidos si el Nimitz entra en el golfo de Sidra.

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El caso es que altos responsables de la Administración norteamericana se encuentran en Sudán y Egipto. Desde el jueves está en Jartum el asesor del presidente Reagan, general Vernon Walters, quien ha entregado a Numeiri un mensaje de apoyo del presidente norteamericano, y ayer llegó a El Cairo una delegación militar norteamericana encabezada por el viceministro de Defensa, Francis West. Ambas misiones son consideradas por los analistas como un apoyo incondicional de Washington a sus dos más importantes aliados en la zona.

Egipto, no obstante, sigue con discreta prudencia, intentando marcar distancias en la medida de lo posible, las informaciones procedentes de Washington sobre esta confusa crisis militar, y por segunda vez en 48 horas ha desmentido oficialmente cualquier implicación directa o indirecta en los movimientos de la flota norteamericana. Es más: el Gobierno egipcio enmendó ayer la plana al Pentágono y desmintió que la visita de West estuviera relacionada con "cuestiones de seguridad regional", tal y como se había manifestado desde Washington.

Libia se encuentra, en todo caso, en pie de guerra, y el Congreso Nacional del Pueblo, instancia suprema del poder, ha adoptado un "programa revolucionario de movilización total", según el cual todos los ingresos por las ventas de petróleo serán consagrados a la compra de "grandes cantidades de armas" y a la fabricación de armamento, al tiempo que la economía es transformada en una economía de guerra.

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