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La larga espera de los rostros aspirantes a los 'oscars'

Los premios de Hollywood se entregan el 11 de abril

El 11 de abril la Academia de Hollywood otorgará los premios oscars correspondientes a 1982, a uno de los cuales aspira la película española Volver a empezar, de José Luis Garci, entre las películas extranjeras. Han sido seleccionadas las películas Gandhi, Tootsie, E. T , El veredicto y Desaparecido. Los directores que optan al premio son Richard Attenborough, Sydney Pollack, Sydney Lumet Steven Spielberg y Wofgang Petersen. Los actores seleccionados son Ben Kingsley, Dustin Hoffman, Jack Lemmon, Paul Newman y Peter O'Toole, mientras que las actrices que aspiran al oscar son Julie Andrews, Meryl Streep, Jessica Lange, Sissy Spacek y Debra Winger. Sobre esos rostros versa este trabajo.

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Desde que la Academia proclama los candidatos hasta que otorga los oscars en el Dorothy Chandler de Los Angeles transcurre un mes largo. Suelen interpretar los críticos apocalípticos este dilatado período de tiempo como una astucia del marketing destinada a fomentar las especulaciones, las apuestas, la rentabilidad de las películas seleccionadas, el interés de la industria. No niego esta ruda interpretación materialista, pero hay algo más que afán de crear incertidumbre comercial en estos treinta o cuarenta días de suspense. Es el tiempo mínimo que los miembros de la Academia de Hollywood conceden a los candidatos para preparar un chiste o un gag en el hipotético caso de ser llamados a subir las escalinatas de la fama hacia la flemática ironía plateada de Johnny Carson, el tradicional maestro de ceremonias.Porque tan importante como ganar un oscar es tramar una breve frase ingeniosa en el momento de los agradecimientos; unas palabras no sólo capaces de hacer reír a los privilegiados del Dorothy Chandler, sino a los telespectadores de medio mundo. He visto a tipos con el oscar en la mano echar a perder el éxito por culpa de un chiste lamentable o una lágrima de más y a perdedores contumaces alcanzar la celebridad por una chispa de humor durante el acto. O sea, que un mes no es demasiado tiempo p ara preparar la ironía, la paradoja, la broma o el juego de palabras de doble filo por si las moscas, por si los oscars.

En esta ocasión, los miembros de la Academia parecen haber previsto lo imprevisible, es decir, las gracias del momento de dar las gracias. Incluso puede sostenerse que la selección de actores y películas está basada en criterios paradójicos, como para dar todavía más oportunidades al señor Carson. Sólo así se explica el juego de simetrías irónicas que han organizado a costa de Dustin Hoffman (Tootsie) y Julie Andrews (Victor o Victoria) los dos grandes rostros favoritos de esta convocatoria. Un Dustin que triunfa travestido de Mary Poppins y una Julie que llega a la fama disfrazada de pequeño gran hombre.

Papel de hombre

El problema que plantearía la Academia si se decidiera a "oscarizar" a estos dos actores -cosa nada improbable- es patafísico y de la mejor especie: el premio a la interpretación masculina por la gran habilidad del señor Hoffman para representar le femineidad, y la viceversa con la señora de Blake Edwards. En rigor -rigor interpretativo- el protagonista de Tootsie debería aspirar a ser reconocido como la mejor actriz del año, en competencia reñida con Meryl Streep, Jessica Lange, Debra Winger y Sissy Spacek.

De la misma manera que si Julie Andrews no gana el oscar es porque su papel de hombre resulta bastante inferior a los tipos masculinos encarnados por Paul Newman, Jack Lemnion, Peter O'Toole y el doble de Gandhi. A fin de cuentas, la Academia sólo debe fijarse en la interpretación, y los méritos de Dustin y Julie en las dos películas citadas están en sus respectivas habilidades de comediantes para representar con toda la verosimilitud posible el sexo opuesto, al margen de lo que proclamen sus verdaderos sexos.

La principal competidora de Julie Andrews tampoco es un rostro nuevo. Lleva Meryl Streep varios años rozando la oportunidad de soltar un buen chiste en el Dorothy Chandler, aunque mucho me temo que a esta trágica muchacha de New Jersey no la llamó Hollywood por los caminos del hu mor, como evidenció hace dos años, cuando subió trágicamente al escenario por su interpretación secundaria en Kramer contra Kramer.

Ahora, en Sophie's Choice, para continuar con esa manía de dobleces, desdoblamientos, tualidades y travestimos, sigue la línea de La mujer del teniente francés -seleccionada el pasado año- y no ofrece, ayudada por la fotografía arrebatadora de Néstor Almendros, otro de esos duplex interpretativos que tanto fascinan a los críticos graves, sólo atentos al más difícil todavía y que desprecian las actuaciones naturales, sin desmelenamientos ni estridencias.

Quiero decir que esas interpretaciones unánimemente celebradas parecen verdaderos trabajos forzados. Lastres horas diarias de caracterización femenina de Dustin Hoffman en Tootsie, la rigurosa dieta de engordar de Robert de Niro en Toro salvaje, los kilos de maquillaje de John Hurt en El hombre elefante, las dobles y triples personalidades de Meryl Streep o el esfuerzo físico y espiritual del buenazo de Ben Kingsley por parecerse a Gandhi.

Todo muy agotador. Una seria competidora de la antigua mujer del teniente francés, es la actual novia del oficial y caballero yanqui, Debra Winger. Aunque a la chica todavía no le ha llegado su hora, a pesar de lo bien que besa a Richard Gere, el nuevo mito masculino de la industria americana; un tipo que pega fuerte, muy fuerte, incluso a los sargentos negros de Ford.

"¡Mi oooooscar!

Y lo mismo podría decirse de otras de mis debilidades: Jessica Lange (Frances), a quien descubrí hace algunos años en las playas asturianas de Llanes, como nuera de mi admirado amigo Grande Cobián, mucho antes de que la chica cayera en las garras de KingKong y de Jack Nicholson, aquella cuarta o quinta vez que el cartero llamó dos veces. Todavía es pronto para Jessica.

El resto de los candidatos a la mejor interpretación principal son viejos asiduos al teatro de Los Angeles y llevan ya varias ediciones preparándose para soltar la frase ingeniosa delante de J. Carson: Sissy Spacek, Jack Lemmon, Peter O'Toole, Paul Newman... En cualquier caso, este año el jurado se equivocará con estrépito. Y es que la mejor actuación de la temporada, de muchas temporadas, no figura ni figurará en las listas de los actores posibles vivos o muertos, masculinos o femeninos, y eso que su dulce mirada irrepetible ya forma parte de la historia universal de las interpretaciones emotivas. Porque lo que la mayoría de los espectadores querríamos contemplar la gran noche es la patosa subida de las escaleras del muñeco E. T. para recoger su muy merecida estatuilla, y escucharle decir vía satélite como sólo él sabe hacerlo: "Mi ooooooscar".

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