Posturas irreconciliables sobre los vertidos radiactivos en la conferencia de Londres
La VII conferencia de la convención sobre vertidos en el mar inició ayer sus debates sobre los vertidos de media y baja radiactividad, sin que se vislumbre la posibilidad de un acuerdo entre el bloque de países partidarios de no prohibirlos (Reino Unido, Estados Unidos, Unión Soviética, Francia y Japón, entre otros) y los que defienden su prohibición o, alternativamente, una moratoria hasta que se realicen nuevos estudios científicos (islas del Pacífico, España, Filipinas, Marruecos y países latinoamericanos).
Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS propusieron ayer una solución de consenso", que evite el voto y la confrontación directa, pero los términos de este consenso" -continuar los vertidos mientras se efectúa la investigación- fueron rechazados por el bloque de países simpatizantes de la prohibición. La delegación española mantiene que si no se llega a un consenso de concesiones mutuas, se proceda a votar las distintas propuestas y se clarifiquen posturas.En la sesión de la mañana intervino el presidente de la delegación española, el director general de Cooperación Técnica Internacional, José Luis Prados, para señalar que no se conocen las consecuencias a largo plazo de estos vertidos y que resulta imposible controlarlos y difícil vigilarlos.
Prados anunció que España apoyaría la propuesta de prohibición absoluta presentada por las islas del Pacífico, Nauru y Kiribati, pero que, alternativamente, "comprendiendo las dificultades de aceptación por algunas de las delegaciones y participando de la idea de que para que este Convenio sea eficaz debe estar basado en el consenso, propone una moratoria con el objeto de que puedan llevarse a cabo las campañas de investigación científica que aseguren a la opinión pública mundial que los temores que alberga son infundados".
El texto de la propuesta española afirma que la Convención de Londres es un instrumento de protección del medio ambiente marino (lo que significa que su control se extiende no solo a los vertidos sino también a la posibilidad de enterrar residuos de alto nivel radioactivo en el fondo del mar) y constata que los organismos internacionales competentes estiman necesario realizar programas "que profundicen en el conocimiento actual de las zonas de vertimiento".
La delegación británica -que encabeza el grupo de países pro vertidos- negó que existieran pruebas científicas fehacientes sobre contaminación producida por los vertidos de media y baja radioactividad y "denunció" el aspecto emocional del debate. Gran Bretaña, según la directora general del Medio Ambiente, Concha Saez, tiene en marcha un programa para arrojar este verano en la fosa atlántica (equidistante entre Irlanda y Galicia) 4.200 toneladas de residuos radioactivos.
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