Un festín sucio

Agape es un espectáculo hecho "sobre una idea de Antonia Bueno y Agustín Iglesias". Debió ser la misma que tuvo, en su momento, Marco Ferreri, sólo que él, dotado de otra manera y con otros medíos, pudo hacer La grande bouffe. En ésta, la pareja central, que celebra su quinto aniversario, se ve estimulada por la gula: las viandas llenan la cocina-comedor, y también son las metáforas del lenguaje, e incluso se acumulan los términos culinarios en forma de inventario y poema.Así animados, interferidos por personajes quizá imaginarios, quizá representaciones de recuerdos, quizá pesadillas de digestión -los quizá sustituyen aquí la certidumbre de lo que puedan ser los personajes enmascarados que aparecen y desaparecen por donde pueden-, llegan a la culminación del espectáculo: la coprofagia.

Realizan allí mismo, ante el público, su labor de exoneración corporal, la sirven en la mesa -la cocina, entre tanto, se ha convertido en ruinosa- y la degustan. Con buen ánimo se podrían sacar teorías acerca de la autodestrucción, de la degeneración, de una cierta forma de terror cotidiano: pero sin la seguridad de que sea eso lo que han pretendido quienes tuvieron una idea.

La interpretación es de los propios ideólogos, acompañados por sus compañeros del Colectivo Teatral Guirigai, Miguel Gredilla y Maite Martín Moro; la escenografía, en la misma línea del feísmo que anima -es un decir- todo el espectáculo de Paco Conesa. Fue acompañada la representación de algunas carcajadas y coronada por los aplausos.