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Crítica:TEATRO /'CASA DE MUÑECAS'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En busca de lbsen

Casa de muñecas es su escena final: Nora reniega de una condición femenina impuesta, de un traspaso de hombre a hombre -de padre a marido-, de una sociedad que la minimiza y una educación que la limita: deja hijos y marido, deja la casa -"casa de muñecas"- y se va hacia lo desconocido.Esta resolución tiene cien años (1882): sus argumentos siguen nutriendo bases de movimientos feministas, pero en su momento fue una gran ruptura. Contiene otros elementos, otros personajes representativos de su posición política y social: el enfermo de muerte como consecuencia de la pobreza impuesta por la sociedad a su familia; el que tiene que purgar toda su vida con el desprecio social una ligera falta cometida años atrás; la mujer que tuvo que abandonar a su propia hija para entrar como ama de cría en una familia rica; la que, viuda, tiene que emprender la entonces difícil aventura del trabajo.

Casa de muñecas, de Ibsen, versión de Ana Diosdado

Intérpretes, Amparo Baró, José María Pou, Ana María Barbany, Ricardo Tundidor, Joaquín Krémel, Asunción Balaguer. Escenografía y vestuario de Gustavo Torner. Dirección de José María Morera. Teatro Bellas Artes. Estreno, 2 de febrero de 1983.

Denuncia de la burguesía

lbsen se planta frente una burguesía entonces poderosa y codificada, denuncia sus injusticias, la endeblez de sus rígidas normas, la ficción del honor. Lo hace mediante la utilización de todos estos personajes, más uno: el marido de Nora, representante de esa sociedad, al final víctima de ella, y pieza endeble de esta maquinaria. Era, sigue siendo, la gran debilidad del teatro político realista-naturalista: que algo tema que ser falso e incongruente para que todo lo demás fuera justo.Un maniqueísmo. La escena anterior a la final revela toda esa falsedad: es una escena teatral mente mala, de transiciones velocísimas del personaje ajenas al psicologismo. El autor, que era un sabio, no dejó de ser consciente de esa debilidad que le pareció necesaria para su desenlace, para la conversión de Nora y para que el público pudiera entender esa conversión, y dejó al marido absurdo en una especie de embriaguez -es la noche de fin de año, vienen de una fiesta, hay champán- para justificarla y hacerla pasar.

En fin, sobre lbsen se han escrito miles de páginas, especialmente sobre Casa de muñecas Nora es ya un personaje mítico en la literatura universal y en los movimientos feministas y, por tanto, intentar ahora cualquier análisis crítico en este espacio sería pueril, aunque se pueda decir que muchas de sus grandes denuncias tienen vigencia todavía (aunque la casuística sea enteramente diferencial) y que el teatro tiene hoy otro ritmo, otra gramática, otra economía de medios para expresarse. Ana Diosdado, desde el respeto, ha tratado en su versión de hacer entrar en lo posible la contemporaneidad en la construcción de la obra. Se le agradece.

Dirección minuciosa

José María Morera hace una dirección minuciosa, prendida en el pequeño detalle, al que hace significativo, apresurando el ritmo, organizando movimientos para evitar la quietud de la acción. Todo ello hace que a veces se tenga, sobre todo, la impresión de precipitación y de agitación.El tributo a la contemporaneidad se paga con exceso, a veces con una insistencia -movimiento de puertas- que irrita. El error inicial está en el reparto.

Amparo Baró no tiene las condiciones físicas del personaje ya legendario: el infantilismo, la dulzura iniciales, la edad del personaje no están en sus facultades de actriz, que son muchas y muy buenas. No cuaja como pareja con José María Pou para este drama; Pou, y otra vez hay que repetir que es un gran actor, no da el personaje y, cuando se encuentra con la dificilísima escena de las transiciones, no la puede resolver y la deja más al descubierto.

En torno a la pareja

Los otros actores actúan en torno a esa pareja central y se descentran con ella: se convierten en meramente funcionales, lo que va en merma de calidades, también reconocidas de antiguo -Ana María Barbany, Ricardo Tundidor, Joaquín Krémel, Asunción Balaguer-. Se mueven dentro de una escenografía de Gustavo Torner en la que se ve la intención de crear una "casa de muñecas" femenina, suave, pero que no es el escenario adusto del drama burgués de la época, y es otro tributo mal pagado a la contemporaneidad.Estamos hablando, en general, de una conjunción de personas muy estimadas y muy admiradas en la profesión teatral, en torno al gran nombre de lbsen: es más doloroso, por tanto, advertir que el intento no cuaja.

Aunque para una parte del público fue más que suficiente, y le llevó a las ovaciones y los gritos del ¡bravo! El gran mensaje liberador de lbsen tiene esta fuerza, y se reconoce en él el germen de ideas que hoy son campo de batalla.

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