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Dos hombres y un destino europeo

Kvitsinski: un profesional frío y hábil

Yuri Alexandrovich Kvitsinski es un joven diplomático de carrera, alto y bien parecido, pero muy poco deportista. Sin embargo, le gusta caminar en solitario y pensar sus estratagemas. Aprecia la soledad y el silencio tanto como la buena música. Es sobrio y comedido y sus más próximos colaboradores aprecian en él la puntualidad, el rigor y la habilidad que tiene para quitarle importancia a las cosas. Tiene una vista de lince, y aunque de ordinario usa gafas ahumadas, quienes le conocen aseguran que es para mejor disimular su agudeza, la frialdad y la indiferencia de su mirada.De origen polaco, este nuevo león de la nomenklatura soviética nació en Siberia el 28 de septiembre de 1936. Gran admirador de la lengua y de la cultura alemanas, Kvitsinski, a los 23 años, lograba graduarse en el Instituto de Relaciones Exteriores de Moscú. Inmediatamente, tras acabar la carrera, se incorpora a la vida activa e ingresa en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Está casado y es padre de dos hijos. Sus horas libres las dedica a la familia. No fuma. Dejó el tabaco por voluntad propia en 1975, y entre sus aficiones actuales se cuentan la caza y la pesca. Tiene una debilidad por las lenguas extranjeras y habla perfectamente vario idiomas, entre ellos el alemán, el inglés, el francés y un poquito el español. Lee todos los días un montón de periódicos, pero su preferido es Pravda.

Aprecia la buena mesa y, sobre todo, los vinos blancos. Su plato preferido es la paella y la carne asada. Dedica metódicamente siete u ocho horas al sueño, y todo los días, a partir de las nueve de la mañana, se encuentra trabajando en su despacho.

Su primer destino como diplomático en el extranjero fue la República Democrática Alemana (RDA), donde permaneció entre 1959 y 1965.

Kvitsinski es doctor en Derecho y especialista en temas germanos. De ahí que fuese miembro de la delegación soviética en las negociaciones sobre Berlín Este y uno de los principales artífices del acuerdo. También ha estado presente en las discusiones de Viena, donde al parecer impresionó por su determinación e intransigencia.

Antes de que comenzasen las negociaciones de Ginebra sobre los euromisiles se encontraba en Bonn como segundo secretario de la Embajada soviética en la capital federal, a la que había llegado en 1978 y en la que permaneció hasta finales de 1981.

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Cuando dispone de tiempo libre y se cansa de leer, sobre todo libros de filosofía e historia, Kvitsinski escucha música clásica, siendo sus preferidos Beethoven y Chaikovski.

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