Un maestro
lan McKellen es un regalo que nos hace el teatro Español en su serie Grandes actores europeos. Su espectáculo personal Interpretando a Shakespeare (Acting Shakespeare) es una relajada charla en la que relata, junto a breves apuntes biográficos del damaturgo, sus propias experiencias con él y con el teatro, añade algunas parodias de grandes actores, varias anécdotas, algunas descripciones de la época ,-la del teatro del Globo es excelente-, da una muestra de sus estudios y profundizaciones en el texto -la del famoso Life's but a working shadow..., de Macbethy, sobre todo, ilustra el texto con una antología de interpretación de personajes.Los fragmentos elegidos son, necesariamente, de tipos, de momentos especialmente expresivos en la obra de Shakespeare: esta elección que rompe admirablemente el tono de humor y de intimidad de la charla, puede dar la sensación de que sobreactúa, sobre todo si no se tiene la costumbre de la tradición inglesa de interpretar a Shakespeare en la que nunca se ha perdido la ocasión de subrayar lo que el autor único en el mundo tiene de melodramático, de excesivo, de traspasar todos los límites.
Interpretando a Shakespeare (Acting Shakespeare), por Ian McKellen
Teatro Español (con la colaboracilin del British Council), del Ayuntamiento de Madrid. Dos únicas representaciones. 28 y 29 de enero.
Más si tenemos en cuenta que estamos acostumbrados a formas españolas de interpretación en las que por muchas razones que serían largas y desplazadas ahora -sociedad, reacción contra el romanticismo, cierto envaramiento (nacional, no sólo actoral) del cuerpo y la expresión, represiones, etcétera- se oscila entre la parquedad y el extremo opuesto de la exageración intelectualizada.
-Lo que se ve en lan McKellan es un actor capaz de representar con todo su cuerpo y con todos los ges,tos del rostro al núsmo tiempo que con la voz (y la fonética inglesa es absolutamente incomparable a la castellana), con una capacidad casi increíble de hacer invisible la técnica -las respiraciones, el esfuerzo muscular, la transición-; en su texto como en su actuación se trasluce una dedicación plena al arte del actor, una reflexión sobre su significado, una seguridad de que el teatro es actor-texto y probablemente la de que alcanza sus mejores momentos cuando actor y autor son la másma persona (Shakespeare) y una cultura profunda pero al mismo tiempo risueña y no pedante, ni enfática, ni soberbia, del gran tema de su vida.
La sala, llena prácticamente de profesionales, reconoció la calidad de uno de los suyos, de un hombre de teatro de primera magnitud: y, como es extranjero, le ovacionó y le gritó su entusiasmo sin ninguna retención.
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