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Un extenso acuerdo, que implica al Gobierno, permite reformar en Italia la revisión trimestral de sueldos o 'escala móvil'

Juan Arias

En la madrugada de ayer, Gobierno, sindicatos y empresarios de todos los sectores pusieron punto final a la que ha sido llamada la negociación económica más larga, más dramática y más importante de la historia del sindicato de este país. Sobre todo porque se trataba de acabar con lo que hasta hace dos años parecía el gran tabú de la política salarial: la reforma de la famosa escala móvil, el instrumento que aumenta automáticamente los sueldos de los trabajadores cada tres meses según una canasta concreta de productos.

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El tabú ha sido roto. Con la nueva negociación firmada en la medianoche de ayer, después de diecisiete duros meses de debates, de interminables noches de estudio y de más de 30.000 asambleas en la base de los trabajadores, la escala móvil ha sido reducida de un 18% y reestructurado todo el mecanismo que la sostenía. Pero junto a la muerte de este tabú, que el partido comunista consideró siempre como la mayor injuria a los trabajadores, ya que estaba considerada como la única defensa real del sueldo contra la inflación, ayer los sindicatos han obtenido del, Gobierno y de los empresarios nuevas conquistas, hasta el punto que, momentos antes de la firma definitiva, el presidente de Confindustria amenazó con dimitir.Para los tres grandes sindicatos: el democristiano CISL, el comunista CGIL y el socialista-republicano UIL, esta negociación ha sido la mayor prueba de toda su historia. Y, en varias ocasiones, la ruptura de la unidad sindical estuvo a punto de consumarse. Incluso veinticuatro horas antes del acuerdo definitivo, cuando los dirigentes comunistas de CGIL fueron convocados durante la noche del viernes, con sorpresa, por la dirección central del partido, para presionarles sobre el asunto de la escala móvil, que fue siempre la madre del cordero de toda la negociación.

La noticia del acuerdo llegó enseguida a todas las secretarías de los partidos políticos y hasta el palacio del Quirinale, donde el anciano presidente de la República estaba sin dormir, fumando nervioso su pipa, esperando el resultado, ya que de la firma dependía también la suerte del Gobierno Fanfani y la continuación de la unidad sindical.

Puntos clave

El documento final consta de trece folios, redactados más de cien veces hasta llegar al acuerdo final. Los puntos principales de esta negociación, que replantea todo el mecanismo salarial y que abre una página nueva en la política económica del sindicato, son los siguientes:1. La escala móvil disminuirá en términos reales, con los ajustes que se le han hecho, del 18%.

2. En los convenios colectivos aún bloqueados, que afectan a más de diez millones de trabajadores de la industria, el aumento de sueldo no podrá superar las 8.000 pesetas mensuales distribuidas en tres años. Todos los otros convenios quedan bloqueados durante dieciocho meses.

3. Horario de trabajo: quedará reducido en cuarenta horas anuales. Las primeras veinte, en el semestre de 1984, y las otras, en el primer semestre de 1985.

4. Todas las normas aprobadas para los trabajadores del sector privado servirán también para los trabajadores del sector público, con algunos pequeños retoques.

5. Una de las mayores revoluciones es la que se refiere a la libertad de las empresas de reclutar personalmente la mano de obra sin tener que atenerse a las listas de desempleados presentadas por el Gobierno, como acaecía actualmente.

Se ha aprobado también el principio de que podrán ser reexaminadas todas las normas sobre la movilidad del trabajo en el interior de una misma empresa. Y en cuanto a la indemnización de paro forzoso, serán establecidos nuevos vínculos, tanto por lo que se refiere al período del que se podrá gozar como del porcentaje del sueldo que podrá ser cobrado en estas circunstancias. Hasta ahora era del 80%, ahora se habla de poder bajar a un 50%:-

Las mejoras para los trabajadores conseguidas por los sindicatos al precio del retoque de la escala móvil, además de la reducción del trabajo de casi una hora semanal, serán las siguientes:

1. El Gobierno se compromete a mantener bloqueados los precios de todos los servicios públicos en los márgenes de la inflación, de un 13% para este año y de un 10% para 1984.

2. Se presentará cuanto antes en el Parlamento una reforma de la política fiscal a favor de los sueldos más bajos. Del mismo modo, obtendrán ventajas en el pago de las medicinas y en otros servicios públicos quienes ganen menos de 80.000 pesetas netas al año.

4. Será aumentado el subsidio recibido actualmente por los hijos y por la mujer. Consistirá en una disminución de los impuestos mensuales del sueldo. También aquí la curva cambiará según la línea ascendente de los sueldos, según el número de hijos y del rédito global de toda la familia. Las mayores ventajas las obtendrán quienes tienen un solo sueldo.

5. Y, por último, el Gobierno se compromete a desgravar a las empresas de una parte de lo que a éstas les cuestan hoy los servicios sociales pagados por cada trabajador, que en Italia ha sido siempre muy alta. Prácticamente resultaba una cantidad casi igual al sueldo lo que la empresa tenía que pagar por cada empleado a los seguros sociales.

Negociación dramática

Hacía ya varios años que se hablaba de cambiar el mecanismo de la escala móvil. Y cuando el 8 de abril de 1981 apareció en la Prensa la primera noticia de que b g es sindicatos estaban dispuestos a discutir este asunto fue considerada como una bomba.Enseguida, el mayor sindicato, con mayoría comunista, desmintió rotundamente. Pero CISL y UIL confirmaron. Empezó en este momento la dura batalla dentro del sindicato, con momentos dramáticos. Los comunistas no creían que el Gobierno fuera capaz de frenar la inflación y pensaban que, a pesar de todos los pesares, la escala móvil es aún una defensa del sueldo real. Socialistas y democristianos intentaron explicar a los trabajadores que, siguiendo por ese camino, la inflación les estaba comiendo en realidad más de lo que les da la escala móvil, produciendo además desempleo y crisis en las empresas.

Pero los comunistas seguían duros. Y sólo hace un año aceptaron discutir el tema, si a la vez se ponían sobre el tapete todos los demás problemas económicos, sobre todo el del aumento de los puestos de trabajo.

Ahora, los partidos dicen que "no ha habido ni vencedores ni vencidos", ya que los que han ganado han sido "la razón y el buen sentido de todos". Y la voluntad de evitar inútiles rupturas dramáticas.

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