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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Euromisiles y elecciones en Alemania Occidental

LA DECISION de anticipar las elecciones parlamentarias en Alemania Occidental se ha debido a causas de estricta política interior: principalmente, a la voltereta de los liberales, pasándose de una coalición con los socialdemócratas a otra con los democristianos, y a sus sucesivos fracasos en las urnas, que han evidenciado un desfase entre electorado y Parlamento.Pero todo indica, en el ambiente cada vez más caldeado de la campaña preelectoral, que los problemas internacionales van a ejercer una influencia considerable sobre los votos que los ciudadanos alemanes occidentales depositen el próximo 6 de marzo, y muy concretamente el de los euromisiles.

Este tema tiene particular actualidad en función de la doble decisión adoptada por la OTAN en diciembre de 1979 y cuya esencia es la siguiente: si las negociaciones norteamericano-soviéticas que se están celebrando en Ginebra no dan resultados satisfactorios en otoño de 1983 se iniciará, en el curso de este mismo año, la instalación de los Pershing 2 y 462 Cruise en Europa occidental. Esta decisión afecta de un modo especial a Alemania Occidental, porque la totalidad de los Pershing 2 (cohetes que en un plazo de cinco minutos pueden llevar a Moscú o Leningrado cargas nucleares con extraordinaria precisión) serían instalados en territorio de la República Federal de Alemania.

Ahora bien, las negociaciones de Ginebra no han dado ningún resultado; en ellas se enfrentan posiciones que parecen inconciliables; no hay signos de descongelación. Incluso el presidente Reagan ha modificado la delegación de Estados Unidos para asegurar que los negociadores de dicho país actúen con mayor rigidez.

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En ese marco, claramente pesimista, el nuevo candidato de la socialdemocracia alemana occidental a la Cancillería, Hans Jochen Vogel, ha empezado su campaña con una iniciativa bastante audaz: no ha consistido en discursos ante sus conciudadanos, sino en un viaje por diversos países. Ha estado en Washington, Moscú y París; se ha entrevistado con Reagan, Andropov y Mitterrand. Ha sido el primer político occidental que ha podido comentar personalmente con el nuevo dirigente máximo de la URSS las recientes propuestas presentadas por los soviéticos sobre euromisiles. Cuando ha retornado a Bonn, Vogel ha declarado que había sacado una impresión optimista de sus diversos encuentros; que, a pesar de las diferencias y antagonismos, él creía que existían posibilidades de compromiso en las negociaciones de Ginebra.

Compromiso, he ahí la palabra clave de la nueva iniciativa política que la socialdemocracia alemana occidental ha tomado de cara a las elecciones.

¿Qué tipo de compromiso? Vogel y sus colaboradores (entre ellos, Bahr, especialista en desarme desde hace mucho tiempo) han dejado claro que se colocan, igual que el actual canciller, Kohl, dentro de la decisión de la OTAN recordada más arriba. Pero de ella caben varias interpretaciones: los socialdemócratas insisten en el valor de lo nuevo que Andropov ha ofrecido en recientes ocasiones: no sólo reducir el número de cohetes soviéticos SS-20, sino destruir algunos de ellos; calcular el equilibrio recíproco por cabezas nucleares y no por cohetes (cada SS-20 tiene tres cabezas, mientras que los cohetes franceses e ingleses sólo, tienen actualmente una), etcétera. -

En realidad, Vogel coincide con sus contrincantes en que la meta a alcanzar es la fórmula cero, es decir, la desaparición de todos los cohetes de medio alcance en el Este y el Oeste. Pero considera que esa meta no se puede lograr de golpe; hay que avanzar por etapas, y vale la pena negociar esas etapas con los soviéticos. Eso exige más tiempo, y Bahr ha hablado incluso de moratoria. Si se diesen pasos, si se lograsen compromisos parciales en las negociaciones de Ginebra, ya serían unos primeros resultados satisfactorios y, por tanto, no se empezarían en 1983 las operaciones de instalación de los 570 Pershing y Cruise. Ello evitaría hacer del último trimestre del año actual una fecha de decisiones sin retorno, del todo 0 nada.

La reacción del actual Gobierno alemán occidental, democristiano-liberal, y en particular del canciller Kohl, a la iniciativa de su principal contrincante ha sido enérgica: le ha acusado de ayudar a los soviéticos. Pero no es seguro que ese tipo de argumentos tenga hoy mucha rentabilidad electoral.

Por otro lado, Kohl ha reafirmado el apoyo de su Gobierno a la interpretación más cerrada de la resolución de la OTAN varias veces citada; a saber: o se logra antes del otoño un acuerdo en Ginebra sobre la opción cero, o se iniciará antes de final de año el despliegue de los Pershing 2 y Cruise en Europa occidental; lo cual significaría (parece que sobre esto está de acuerdo todo el mundo, o casi) desatar una nueva carrera de armamentos nucleares, de consecuencias imprevisibles. Conviene no olvidar que, en la escena electoral alemana occidental, socialdemócratas y cristianodemócratas no están solos. Además de los liberales, integrados hoy en el Gobierno Kohl y electoralmente en muy mala situación, está el partido de los verdes, cuyo acceso al Parlamento federal (están ya en cinco Parlamentos regionales) es muy probable. Los verdes llevan una lucha frontal, incondicional, contra las armas nucleares; por ello se oponen radicalmente a la resolución de la OTAN en sí y no a tales o cuales modos de interpretarla. Su política pacifista ha sido, sin duda, una de las fuentes de sus éxitos electorales en las últimas elecciones regionales. Y es evidente que uno de los objetivos del candidato a la Cancillería, Vogel, al adoptar una actitud innovadora en el tema de los euromisiles, ha sido disputar a los verdes el electorado pacifista; de este electorado dependerá, en no pequeña medida, que el futuro Parlamento alemán occidental tenga o no una mayoría de gobierno.

Sería absurdo, por otra parte, creer que las elecciones en Alemania Occidental se van a polarizar exclusivamente en torno a temas internacionales. Los problemas económicos, en concreto el del paro, pesan como en todos los países en el debate político.

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