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Los nuevos planes del Ejército salvadoreño permiten a la guerrilla extender su avance

La guerrilla salvadoreña controla una veintena de poblaciones en el departamento de Morazán -entre otras, la segunda ciudad en importancia de esta provincia, Jocoaitique- y otras tantas en Chalatenango como resultado de la nueva ofensiva lanzada el 8 de enero. Esto equivale a 1.200 kilómetros cuadrados (un 6% del territorio nacional). El avance guerrillero no obedece, según el alto mando militar, a una mayor capacidad ofensiva, sino a un cambio en la conducción de la guerra por parte del Ejército, que ya no moviliza grandes efectivos para recuperar poblados no estratégicos.

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El nuevo planteamiento estratégico de las fuerzas armadas salvadoreñas, inspirado por los especialistas norteamericanos, ha causado profundo malestar entre los sectores ultras del Ejército, partidarios de la guerra total. A su juicio, se está dejando la iniciativa a la guerrilla y la respuesta a sus acciones no es todo lo contundente que debiera.La sublevación del coronel Sigfrido Ochoa, resuelta no sin un sensible deterioro de la imagen y del poder del ministro de Defensa, José Guillermo García, a quien las últimas cábalas que circulan en San Salvador consideran a punto de ser sustituido por el jefe de la Guardia Nacional, general Eugenio Vides Casanova, sería así sólo el extremo visible de las profundas disensiones existentes en el interior del Ejército.

El jefe de la fuerza aérea, coronel Bustillo, que se negó a censurar al amotinado, opina que esta estrategia vulnera los principios de integridad territorial, concede a la guerrilla tiempo y espacio para desarrollarse y abandona a su suerte guarniciones enteras de soldados, que se han visto obligados a rendirse.

El objetivo irrenunciable debe ser, a su juicio, la aniquilación de la guerrilla en el menor tiempo posible. Admite que el coste puede ser alto, pero en cualquier caso será menor que el de una guerra prolongada.

Tropas en las ciudades

Son los asesores norteamericanos los que han convencido a la cúpula militar salvadoreña para que modifique sus planes, debido a la ineficacia y al alto coste en hombres y armas de las grandes operaciones destinadas a recuperar zonas escasamente habitadas, y que inevitablemente pasaban de nuevo a manos de la guerrilla tras la retirada de los soldados. Durante los últimos meses, el Estado Mayor ha optado, siempre bajo inspiración norteamericana, por concentrar sus fuerzas en la defensa de los grandes núcleos urbanos y en las zonas agrícolas más ricas, en el centro y occidente del país, donde se cultiva café, algodón y banano, productos casi únicos de exportación.Al mismo tiempo que el Ejército cede "una porción de territorio a la guerrilla ha creado patrullas móviles para ganar la noche, que era el medio natural para los desplazamientos del Frente Farabundo Martí (FMLN). Estas patrullas tratan de cortar los corredores que la guerrilla utiliza para su aprovisionamiento de armas y alimentos. El resultado práctico de tales patrullas parece magro por el momento. Un mejor conocimiento del terreno permite al FMLN utilizar rutas alternativas y, en cualquier caso, tiene capacidad de fuego suficiente para emboscar y diezmar a sus perseguidores.

A la nueva estrategia del Ejército, la guerrilla ha, respondido también con una actuación original. Las diferencias internas parecen haber sido superadas y .desde el mes de octubre existe una coordinación real en todo el territorio. Las ofensivas tienen carácter simultáneo y se producen en varios frentes para impedir que la fuerza armada concentre tropas en un solo punto, y cuando esto ocurre, el FMLN contraataca en otros sitios para dispersar a su enemigo.

Esta táctica se ha manejado, una vez más, estos días. El Ejército ha concentrado a sus batallones de elite (Atlacatl, Atonal, Ramón Belloso, entrenados por ínsttuctores norteamericanos) en Morazán para abrir la tenaza que se iba cerrando sobre su capital, San Francisco Gotera. La guerrilla ha reaccionado con ataques en Chalatenango, Usulután y San Vicente.

La táctica de ceder poblaciones sin valor estratégico se ha revelado, por otra parte, como altamente peligrosa en Morazán.

Una a una han ido cayendo todas las aldeas que se localizan entre San Francisco Gotera y la frontera hondureña. Con la retirada de Meanguera (12.000 habitantes), donde 350 soldados huyeron en desbandada sin combatir, el frente se situó a sólo nueve kilómetros de la capital provincial. La voladura del puente de Torola, única vía de acceso a la zona controlada por la guerrilla, dificulta el uso de medios mecánicos por parte del Ejército.

Otro elemento ha jugado a favor del FMLN en los últimos meses. El buen trato dado a los prisioneros y su posterior entrega a la Cruz Roja, después de un aleccionamiento político, se ha convertido en una poderosa invitación a que los soldados que se encuentran en dificultades se entreguen sin combatir. Esto les permitió recuperar durante la ofensiva de octubre 571 fusiles, 31 armas de apoyo y más de 150.000 cartuchos. Un arsenal que a estas horas debe haberles permitido armar nuevas columnas de guerrilleros.

Nueva fase bélica

La guerra civil salvadoreña entra así en una nueva fase dinámica después de lo que dio en llamarse empate militar. No significa esto que la guerrilla esté en condiciones de obtener la victoria a corto plazo, pero su capacidad destructiva ha aumentado cualitativamente y también las posibilidades de golpear en cualquier parte del territorio.A partir de ahora, los costes de la guerra serán mayores. Esto se traduce ya en el número de bajas de uno y otro lado. El Ejército sufrió el año pasado más de 3.500 y la guerrilla ha reconocido 714, entre ellas 214 muertos, cifra significativamente más alta que la de, 1981.

Al desarrollo ofensivo del FMLN ha respondido el Ejército con un reclutamiento masivo y forzoso hasta aumentar a 40.000 sus efectivos humanos, el doble de los que tenía al inicio de la guerra, hace dos años. El momento de la definición militar parece lejano en cualquier caso, a menos que Estados Unidos opte por una intervención directa, que tendría costes imprevisibles. Si esto no ocurre, la guerrilla parece dispuesta a lanzar ofensiva tras ofensiva con el propósito evidente de ganar sectores cada vez más amplios a la causa de la negociación.

Los empresarios más poderosos están por la guerra de exterminio, en parte porque son conscientes, de que la guerrilla no atacará masivamente sus medios de producción, ya que necesitaría de ellos en el hipotético caso de una victoria. Pero la pequeña burguesía de comerciantes, artesanos y transportistas comienza a pedir una salida política a esta guerra, que parece no tener fin y que les ha golpeado más que a nadie.

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