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Tribuna:EL FUTURO INMEDIATO DE LA ECONOMÍA FRANCESA / 1
Tribuna
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La producción industrial y el poder adquisitivo descenderá en en el primer semestre de 1983

"Si superamos 1983 medianamente, tenemos poder para veinte años", afirma Bernard García, consejero diplomático del primer ministro, Pierre Mauroy. El presidente, François Mitterrand, estima que 1983 también será duro y que sólo en 1985 la reactivación económica será general; entonces, entiende el presidente de la República, "se comprobará lo acertado de la gestión socialista". La oposición conservadora liberal, como la patronal, no comparten ni mucho menos las ilusiones del mitterrandismo, pero no es fácil precisar en qué medida sus evaluaciones están gangrenadas por una estrategia de oposición visceral al Gobierno de izquierdas. En todo caso, la incertidumbre y el descontento que caracterizan el estado general de la opinión pública no son seducidas por las alertas dramáticas que lanzan el neogaullismo o el giscardismo; todas las encuestas de la opinión lo prueban. Y la patronal, que durante el primer año del socialismo a la francesa jugó abiertamente al fracaso de la experiencia de izquierdas, durante los últimos meses, al mismo tiempo que el Gobierno derretía la doctrina y la utopía de su gestión con el detergente del realismo económico, ha llegado a un cierto consenso con el poder político.Entorno igualmente malo

Frente a la actitud de los actores económicos, oficiales o no, el horizonte de 1983 en este país ofrece poco más que temores, incertidumbre y pesimismo. Y ello no sólo porque el panorama interior es mediocre, sino porque el entorno lo es igualmente, y no es concebible una mejora que no proceda de la reactivación del mundo occidental.

Las previsiones para el año próximo, a partir de la actual situación de la economía francesa, coinciden todas ellas aproximadamente con las que ofreció días pasados el Instituto Nacional de Estadísticas: el paro, que supera ligeramente los dos millones a finales de 1982, y que últimamente se había estabilizado, volverá a aumentar. La inflación, que se situará alrededor del 10% a finales de este año, podría bajar escasamente un punto en 1983, lo que para la economía gala no representaría gran cosa, ya que en los grandes países industrializados con los que compite la tasa inflacionista apenas alcanza el 5%.

El déficit del comercio exterior (punto negro de la gestión socialista), de unos 10.000 millones de francos este año, se calcula que bajaría a unos 70.000 millones. La producción, industrial bajará. El poder adquisitivo de gran parte de la sociedad francesa disminuirá. Las empresas privadas, como las públicas, se empobrecerán a la vista de semejantes perspectivas.

La consigna en este país, como en el resto de los más desarrollados, se resume con una palabra: "Sobrevivir", lo que no quiere decir quedarse con los brazos cruzados. En efecto, bajo el rigor de la crisis y a caballo de la tercera revolución industrial, el Gobierno mitterrandista se manifiesta consciente de la partida histórica que se va a jugar en los dos próximos años, por no decir en los meses venideros: los países que resistan los embates finales de la crisis mundial presente serán los actores del gran juego económico de los decenios que preceden el tercer milenio. Losque se hundan hoy quedarán convertidos en peones insignificantes y pobres.

La encrucijada

Partidarios y adversarios del socialismo a la francesa coinciden al afirmar que el año 1983, económica y, en consecuencia, políticamente, será una encrucijada decisoria para el país y para el mitterrandismo. Las posibilidades de salida honorable de esta etapa crucial son interrogantes. El debe de la gestión, de año y medio, de los socialistas es impresionante: Francia ha empezado a destacarse como país deudor. A los 4.000 millones de dólares que le prestó un grupo de bancos internacionales (gastados en parte) se añaden los 2.000 millones que últimamente le ha puesto en la mano Arabia Saudí. Industrialmente, del séptimo ha pasado al decimoquinto puesto, según estudios recientes. Incluso el Reino Unido, que fue la cenicienta de la Europa comunitaria, supera en este sector a Francia. El franco ha sido devaluado dos veces, y nadie está seguro de que 1983 no alumbre un tercer recorte del valor de la divisa gala.

Pero el haber de las posibilidades de resistencia al siniestro 1983 son serias también: la política de rigor iniciada el verano pasado ha hecho más creíble al Gobierno de Mitterrand, y su ministro de Economía, Jaeques Delors, afirmó hace pocos días que, si fuera necesario, la austeridad redoblaría para yugular la inflación. Francia, hoy, "dispone de su propio yacimiento energético", recordaba días pasados el director general de la Industria, refiriéndose al programa electronuclear que lanzó el general Charles De Gaulle y que desarrollaron los Gobiernos sucesivos, a pesar de la oposición radical de los socialistas y comunistas que hoy gobiernan.

Francia es el número dos de la agricultura mundial, y su mercado interior es el cuarto del planeta. Por añadidura, la baja del petróleo y la desescalada de las tasas de interés del dinero la favorecerán igualmente. Y, por fin, todos los franceses son conscientes de que el desbarajuste económico actual es planetario.

"Francia ha alcanzado su madurez económica, condición necesaria, aunque no suficiente, para superar la crisis", declara Alain Minc, presidente de un grupo nacionalizado (Saint Gobain) y autor de un libro sobre el panorama de la economía, titulado Il aprés-crise est commencé.

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