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La visita de Fernando Morán a Marruecos abre una nueva etapa entre Madrid y Rabat

En los primeros días de enero se reanudarán en Marruecos, a nivel de técnicos, las conversaciones sobre pesca y cooperación global entre Madrid y Rabat. Fue el rey Hasan II quien finalmente, como estaba previsto, decidió que fuese prorrogado por seis meses, tal como había solicitado el Gobierno socialista español, el acuerdo transitorio hispano-marroquí de pesca, que debido a ello no expirará hasta el 30 de junio de 1983.

"Tenemos que ser generosos", dijo el monarca marroquí a sus ministros, en presencia de Fernando Morán, cuando recibió a este último el pasado jueves en Marraquech. Sin hablar mucho ni negociar mucho, el primer ministro socialista español que visita Marruecos en los últimos 47 años obtuvo un éxito rotundo allí donde todos los augurios hablaban de una negociación difícil.El ministro de Pesca marroquí se oponía a la prórroga del acuerdo como punto de partida para negociar, mientras que el de Asuntos Exteriores, Mohamed Bucetta, se inclinaba, como dijo a EL PAIS con anterioridad, por una prolongación de "unas semanas más". La decisión del soberano marroquí ha sido de una gran cordialidad, que indudablemente obliga al Gobierno español.

Un amplio programa de negociaciones e intercambios de visitas de ministros, e incluso del jefe del Gobierno español a Rabat, ha sido fijado para que el acuerdo de cooperación global, calificado de acuerdo con vistas al año 2000, esté concluido antes de finalizar el mes de junio. Como colofón de esos intercambios, Hassan II visitará España en 1983.

¿Qué es, pues, lo que ha hecho posible este aparente flechazo entre dos regímenes ideológicamente contrarios? Por paradójico que parezca, por el momento, la monarquía de Marruecos, en tanto que tercermundista y confrontada a todos los problemas propios del subdesarrollo, parece haber sintonizado con el Gobierno socialista, mucho más receptivo que el anterior a los problemas de estos países.

En lo general, están la actitud que se presume en el PSOE hacia el diálogo Norte-Sur y el nuevo orden económico internacional, por el que abogan los países en vías de desarrollo, y .la mayor inhibición del PSOE respecto de los bloques militares. En lo puramente bilateral, el Gobierno socialista ha propuesto a Marruecos, como novedad, una cooperación para la solución de los problemas mediterráneos, favorablemente acogida por los marroquíes. La elevación necesaria ahora de las relaciones entre los dos países a auténticas relaciones de Estado, sin personalismos ni condicionamientos interesados, sólo podrá favorecer la cooperación global que se intenta.

Enmendar el pasado

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Para que el clima actual fue se posible el nuevo Gobierno socialista español tuvo que deshacer primero, con sus gestos y declaraciones, todas las aprensiones de Marruecos, que no eran ideológicas, como podría suponerse, sino motivadas por la posible política del PSOE con respecto al Sahara. Ahora, las embajadas respectivas tendrán que cambiar radicalmente sus hábitos, pues éstos están totalmente condicionados por el pasado inmediato. Los marroquíes fueron los primeros en lanzarse por esa vía desde la llegada del nuevo embajador Abdelhafd Kadiri.Hasta ahora la política española en Marruecos ha sido la del avestruz. En 1956 España no pudo capitalizar toda la simpatía que había despertado su respaldo al sultán Mohamed V, desterrado por los franceses, porque se obstinó, aunque fuese sólo por unas semanas, en no reconocer que había llegado la hora de la independencia. En 1958 fue necesaria una guerra con el ejército de liberación marroquí para que España cediera Tarfalla; otra guerra la llevó en 1969 a ceder Ifni.

Cuando el anuncio de la marcha verde tomó a todos desprevenidos, sólo se reaccionó enviando desde Torrejón de Ardoz a un avión Phantom a darle una amenazadora pasada a vuelo rasante al palacio de Hassan II en Rabat. Por el drama que causó España en aquel territorio deberían responder algún día los responsables. A lo largo de todos esos años se había afirmado oficialmente que por esos territorios históricamente españoles, y sobre todo por el Sahara, España se batiría con denuedo.

Los habitantes de Ceuta y Melilla, que desde hace varios años invierten sus ahorros en el Campo de Gibraltar y en la Costa del Sol, saben mejor que nadie lo que valían esas promesas. Hasta hace poco la diplomacia española acusaba a la Prensa por suscitar el tema de Ceuta y Melilla. Entendía que era mejor no hablar del tema.

Y, sin embargo, el día anterior a la visita de Fernando Morán a Marruecos, el rey Hassan II dijo al recibir al nuevo embajador británico ante él: "En cuanto ustedes devuelvan Gibraltar, inmediatamente nosotros pediremos la devolución de Ceuta y Melilla". España se ha equivocado muchas veces con Marruecos, ahora se trata de no hacerlo una vez más. Durante su visita a Estados Unidos en 1978, el rey Hassan II dijo a los periodistas en el Club Internacional de Prensa de Washington: "Pensamos resolver nuestro problema con España (el de Ceuta y Melilla) dentro de una gran oferta de cooperación global".

La gran oferta de cooperación global a que se refería el monarca marroquí es de la que han hablado Fernando Morán y su homólogo marroquí en Marraquech, que comenzará a negociarse a partir de enero.

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