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Toni Pascual, de 17 años, gana el Sant Jordi, de novela con una obra escrita en veinte días

El Carles Riba de poesía fue a parar a un miembro del grupo El Mall

Juan Cruz

Christian, de Toni Pascual, de 17 años, estudiante de COU, ha sido el ganador del XXIII Premio Sant Jordi de novela, fallado anteayer en Tortosa en el transcurso de la tradicional fiesta literaria catalana de la Noche de Santa Lucía. El Carles Riba de poesía se le otorgó a Miquel de Palou por El porxo de les mirades. Seis premios más fueron dados en la misma jornada.

Más de setecientas personas asistieron a la cena de la Fiesta Literaria de la Noche de Santa Lucía, celebrada anteayer en Tortosa. A la ceremonia asistieron el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol; el ministro de Sanidad, Ernest Lluch y los consellers Max Cahner y Bassols.En esta edición, ganaba el Premio Sant Jordi de novela un muchachito de 17 años con una obra escrita en veinte días, y el jurado decía pública y oficialmente que todas las novelas que se habían presentado eran muy malas. El premio está dotado con 1.500.000 pesetas.

La nota del jurado

Efectivamente, se leyó una nota del jurado del Premio Sant Jordi. Una nota que no tiene desperdicio y que entre las mesas ya se calificaba de histórica, ya que, por primera vez que se sepa, se empieza la lectura de un veredicto dando la definición del género que se va a premiar: "Una obra en la que se junten de forma exitosa todos los elementos enlazados, como el lenguaje, la técnica narrativa, la visión psicológica, los contenidos sociales y culturales, la densidad moral, o bien la fuerza estética, que es lo que, a fin de cuentas, hace que un buen libro pueda ser considerado una buena novela". De manera que todo aquello que no se ajuste a este esquema, a esta definición de novela hecha por el jurado, no tiene posibilidad alguna de premio.

Joan Triadú, miembro del jurado, matizaba la nota para este periódico y negaba que la misma hubiera provocado tensiones internas. Sin embargo, otro miembro del jurado había hablado de fuertes tensiones.

Un Carles Riba polémico

En cualquier caso, a medida que avanzaba la noche y el frío aumentaba, se hacía más claro que ciertas previsiones se iban a cumplir. Miquel de Palol, un poeta vinculado al grupo de Edicions del Mall, iba a ganar el premio Carles Riba de poesía. Y lo ganó. Pero no dejaban de suceder hechos insólitos: el premio Victor Catalá, tradicionalmente concedido a autores practicamente noveles, lo ganaba Lloreng Sant Marc, seudónimo que esconde a Joan Carandell, un autor ya veterano y padre de dos periodistas y escritores: Josep Maria y Luis Carandell.

El libro ganador, Quaranta histories, de paracter marcadamente autobiográfico, se sitúa en el barrío de la Ribera de Barcelona y oscila entre el costumbrismo y el realismo con ribetes sociales.

Otros premios

El Premio Xarxa de ensayo quedaba desierto, el Josep Maria Folch i Torres, de narración juvenil, fue a parar a María Teresa Durán por Joanot de Rocacorba, 1431-1482; el Joaquim Ruyra, de literatura infantil, a Andreu Sotorra, por Ofici de contexte, el Francesc Eiximenis, de ensayo religioso, para Joan Casanas i Guri, por Perque dius deu?; y el Avui, de artículos periodísticos para Josep Maria Puiganer, por La plena identitat. Cami de Catalunya cap Europa. Por los amplificadores se anunciaba que antes de finalizar el acto se sortearían diversos regalos: varios lotes de libros, paquetes de arroz, mapas de los países catalanes, una enciclopedia también catalana... Los pobres sedentes, absolutamente insensibilizados por el frío, asistían a la payasada sin poder inmutarse. Aquello, más que la fiesta literaria más importante del año, parecía una tómbola de pueblo.

Discursos

Al margen de las obras premiadas, que obviamente no las conoce nadie fuera de los jurados, parece claro que, después de una noche y de una Convocatoria como las de este año, es de una evidencia clamorosa que ni la cultura del país, ni las instituciones que nominalmente dan soporte al acto, ni los escritores, pueden resistir tamaña falta de respeto y seriedad.

Como remate hablaron largamente el presidente del Omnium local, señor Ballvé, el ministro de Sanidad y Consumo, Ernest Lluch, y el presidente Jordi Pujol. Lluch, que tuvo que oír broncas y pitos, toreó de salón con cierta gracia, recordando al respetable su pasado antifranquista y su muy estrecha vinculación a Tortosa. Dijo sí a las autonomías y prometió, ya en un terreno estrictamente político, que las transferencias de Sanidad serían completadas durante el año 1983, de lo que tomó buena nota el presidente Jordi Pujol.

El presidente de la Generalitat, con su hablar característico, repetitivo, y que ha acabado por crear escuela, tocó las fibras sensibles de la auditorio hablando de la indudable catalanidad de la ciudad de Tortosa y de la necesidad de afirmar la identidad catalana más allá de los secretos y de las instituciones.

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