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El Rey de Suecia entregó los premios Nobel a 6 científicos y un escritor, en la Casa de Conciertos de Estocolmo

Gabriel García Márquez fue la figura central de la ceremonia

Con Gabriel García Márquez como involuntaria figura central, se cumplió ayer en la Casa de Conciertos (Konserthuset) de Estocolmo la ceremonia de entrega de los premios Nobel 1982. Un ritual que se cumple puntualmente en la fecha desde 1901. Seis científicos y un novelista recibieron, esta vez de manos del Rey de Suecia, Carlos XVI Gustavo, y su esposa, Silvia, cheque, diploma y medalla de oro correspondientes. Mientras tanto, en Oslo, el rey Olaf de Noruega y el primer ministro, Kaare Willoch, asistían a la entrega del Premio Nobel de la Paz a Alva Myrdal, y Alfonso García Robles.

Si en Estocolmo la presencia de García Márquez suscitó una fervorosa adhesión cada vez que estuvo en contacto con el público, en Oslo recibieron muestras similares Alva Myrdal y García Robles. El poderoso movimiento pacifista noruego realizó en la noche del jueves una demostración con antorchas que, por millares, iluminaron las calles céntricas de la ciudad, y testimonió su simpatía por la labor de los dos premiados. En Estocolmo, la partitura musical Entrada festiva, del compositor Flor Peeters, a cargo del organista Erik Lundkvist y el conjunto de instrumentos de viento de la Filarmónica, anunció en la Konserthuset la iniciación de la ceremonia.Tore Browald, vicepresidente de la Fundación Nobel, dio la bienvenida a los premiados y a los aproximadamente 3.000 invitados, entre los que se incluían, además de las primeras figuras del Gobierno, diplomáticos, académicos, periodistas y representantes de la vida cultural de Suecia.

Música de Bartok

El primero en ser llamado a recibir el premio fue el físico Kennet Wilson, tras una breve presentación a cargo del profesor Stig Lundvist. Seguidamente lo hizo Aaron Klug, premio de Química, quien fue presentado por el profesor Bo Malmstrñm. Tras un intermedio musical, correspondió a los investigadores suecos Sune Bergstroem y Bengt Samuelsson y al británico John R. Vance recibir el premio compartido por sus trabajos en el campo de la fisiología y la medicina. El momento culminante de la tarde estuvo anunciado por los acordes del Intermezzo interrupto, del concierto para orquesta de Bela Bartok, compositor predilecto de García Márquez, según es notorio. En medio de una cerrada y prolongada ovación, el escritor colombiano se adelantó sonriente a recibir su galardón y las felicitaciones del caso. En lugar del riguroso frac de los demás asistentes, García Márquez se presentó vestido con un traje blanco, pantalón y chaqueta abotonada hasta el cuello, una típica prenda caribeña, conocida como liqui-liqui. Una rosa amarilla en sus manos completaba el atuendo. De esta forma rompia una tradición en toda la historia de los premios Nobel y, al mismo tiempo, cumplió la promesa hecha a sus padres de romper el maleficio que según ellos es el último premio de la vida de un escritor.El profesor Lars Gyllensten, de la Academia Sueca, leyó previamente la fundamentación en que se basó la Academia para otorgar a García Márquez el Premio de Literatura.

Luego de otro intermedio musical, tocó el turno al último de los galardonados, el Premio Nobel de Economía, George J. Stitgler, quien fue presentado por el profesor Lars Werin.

Los acordes del himno nacional sueco Du gamla, du fria pusieron fin a la ceremonia. La fiesta prosiguió horas más tarde en el salón azul del Ayuntamiento, donde 1.300 comensales, a cuatrocientas coronas el cubierto, se congregaron a cenar y bailar. La presencia y actuación de un cuerpo de danzarines cantantes colombianos realizaron con los ritmos contagiosos y cálidos del Caribe el tono alegre de la reunión.

A los postres, García Márquez dispuso de cinco minutos para decir unas palabras, que, como siempre, fueron sustanciosas y estuvieron referidas esta vez a su visión de la poesía como herramienta de creación del ser humano.

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