El Reino Unido, Bélgica y Suiza seran los únicos países que viertan residuos radiactivos al mar
La renuncia de Holanda a seguir vertiendo residuos radiactivos en el mar, deja en entredicho la postura de Gran Bretaña, Bélgica y Suiza, los únicos países -de los ochenta que en 1972 firmaron la Convención de Londres, por la que se regulaban estos vertidos- que continuan tirando sus basuras radiactivas en el Atlántico. La mayoría de los gobiernos occidentales se han pronunciado en contra de esta práctica por considerar que se sabe demasiado poco de sus posibles incidencias en los ciclos biológicos.A finales del año próximo entrará en servicio en una localidad de la provincia de Haarlem (Países Bajos) un almacén de desechos de baja carga radiactiva, gracias al cual, y al menos durante diez años Holanda no volverá a verter basura nuclear en la fosa atlántica situada a setecientos kilómetros de las costas gallegas.
Según afirmó el ministro holandés de Medio Ambiente y Acción Territorial, Paul Winsensius, existe, sin embargo, la posibilidad de sepultar en el Atlántico algunos nuevos contenedores con residuos radiactivos antes de la fecha de apertura del almacén. En cual quier caso, el Gobierno de La Haya desea respetar su compromiso de eliminar los vertidos al mar, práctica que utiliza también Suiza, Bélgica y el Reino Unido. Los últimos vertidos holandeses, realizados el pasado mes de agosto, levantaron una gran polémica no sólo en el país más directamente afectado, España, sino en los propios países dueños de los residuos, gracias, especialmente, a las acciones de protesta de la organización ecologista Greenpeace, que bloqueó durante algunos días las operaciones de vertido mediante el buque Sirius. En aquella ocasión varios representantes de movimientos nacionalistas gallegos y concejales participaron en una manifestación de protesta por la que fueron expulsados del país.
Los vertidos de basura nuclear están autorizados, bajo determinadas condiciones, por la agencia internacional de la energía atómica, pero numerosos científicos y organizaciones ecologistas las han denunciado por estimar que es imposible controlar el efecto que provocan en el mar, ni el estado de los contenedores pasado algún tiempo. El control en los dos casos es más fácil cuando los residuos nucleares se entierran bajo tierra gracias a circuitos cerrados de televisión y mediciones periódicas de radiactividad. Paul Winsensius señaló que el almacén elegido, un solar de una hectárea en Velsen, reunía todas las condiciones de seguridad necesarias y que el Gobierno había desarrollado una amplia campaña de información entre los vecinos para informarles de las características del almacén y de los residuos que serían enterrados en él, todos ellos de baja radiactividad, procedentes de hospitales y laboratorios, especialmente. El Ayuntamiento de Velsen ha convocado sesiones abiertas y ha procedido a una distribución de folletos explicativos.
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