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Fotos de todo el mundo en París

Las 95 exposiciones organizadas muestran el creciente interés por esta forma de expresión

París, la capital del mundo de la foto, ha sido una gran fiesta para profesionales y aficionados a la fotografía durante el mes de noviembre. Sus 95 exposiciones, algunas de las cuales se prolongarán hasta los comienzos de 1983, conferencias, coloquios, etcétera, han sido la culminación del creciente interés despertado por esta forma de expresión, la más popular y democrática, cada día más en auge en todo el mundo.

Es algo formidable. Un ejemplo de lo que puede hacerse cuando hay una voluntad común: aquí se han unido el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento, galerías, entidades comerciales, etcétera. Cualquier manifestación artística necesita ser promocionada desde dentro. El Estado francés siempre supo, y ahora parece saberlo como en tiempos de Malraux o mejor aún, que la cultura es un magnífico asunto de política interior y exterior. Un auténtico acontecimiento cultural abre casi todas las puertas. De ahí que Francia cuide y potencie todo lo que considera suyo, que no tiene por qué ser necesariamente francés de origen en todos los casos.Producida por el Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña, y al cuidado de Joan Fontcuberta y Cristina Zélich, se han mostrado fotografías de los años treinta de tres fotógrafos catalanes: Pla Janini, Pere Catalá i Pic y Centelles, en el Centre d'Estudis Catalans (Centro de Estudios Catalanes). Se trata de la obra de tres especialistas en géneros muy diferentes: Pla Janini, un creador siempre a la búsqueda de una más depurada forma de expresión artística; Catalá i Pic, a quien hay que considerar como un pionero de nuestra fotografía publicitaria, 3, Agustí Centelles, un gran foto periodista, testigo excepcional en la III República y durante la guerra civil española.

Irving Penn decía: "Todos los fotógrafos, lo sepan o no, son alumnos de Brrodovitch". La exposición dedicada a Alexis Brodovitch en el Grand Palais ha sido la más importante de todas. Las obras que se exhiben de los fotógrafos que de: una manera u otra tuvieron la oportunidad de trabajar con él, bien como alumnos o colaboradores, son de una calidad fuera (de lo común, y en muchos casos, obras maestras como el mismo Brodovitch: él/su obra. Bastaría conocer el libro de Avedun puesto en página por Brodovitch, Observaciones, con texto de Truman Capote. A él se deben también las páginas más insólitas de Portfolio, Harper's Bazaar, etcétera. Durante 37 años dirigió el Design Laboratory, fundado por él en EE UU, cuando llegó allí procedente de Francia, en 1930. Desde entonces, el espíritu de Brodovitch estuvo presente en alguno de los más grandes creadores de imagen contemporánea: Diaghilev, Cartier-Brésson, BrassaY, Penn, Hiro, Calder, Dalí, etcétera.

Georges Tourdjman, fotógrafo, es responsable de esta exposición ejemplar, en la que se acrecienta nuestra experiencia visual y refuerza nuestro afán de curiosidad. Dijo Avedun, refiriéndose a Brodovitch: "Su impaciencia, su arrogancia, su insatisfacción fueron todo mi aprendizaje". Dice Hiro: "Fue un hombre que siempre vivió en el futuro". Y allí sigue viviendo.

La otra gran exposición es la retrospectiva de Douane Michals en el Musée d'Art Moderne de la Ville de París. Se trata de la primera retrospectiva de Michals, y en ella puede verse la evolución de este gran fotógrafo desde 1958 a 1982. Es una exposición sorprendente en la que es casi imposible diferenciar entre lo que es sueño, juego y realidad. Con esta exposición antológica, la fotograria redescubre su propio lenguaje.

En el catálogo, Michel Foulcault, en un hermoso y revelador escrito, El pensamiento, la emoción, sabe bien lo que debe a Douane Michals.

Más aún: nadar y los subterráneos de París. Carjat y sus retratos (1928-1906). Atjet y los interiores de París. La colección de fotos de la emperatriz Sissi, reunida en su mayor parte para saber quién era la más bella o la más elegante de su tiempo. Puyo y sus hermosos retratos victorialistas.

La retrospectiva de Eikoh Hosoe nos acerca al personaje del escritor Yukio Mishima y a una sensibilidad cada vez más próxima entre Oriente y Occidente, vía Renacimiento italiano.

La vanguardia fotográfica alemana. La experiencia a la hora de mostrarnos sus fotos el canadiense Scott McLea: las luces de la sala cambian y todo puede parecer otra cosa. El montaje y las fotografías de Deborah Turbeville, fotograrlas de moda que parecen haber sido sacadas de algún lugar en el que estuvieron años enterradas; los cristales que las protegen están rotos; son fotos de mujer a mujeres, muy lejanas, muy tiernas.

En otra exposición podemos conocer y seguir el viaje que hizo al Congo André Gide en 1925, visto por el cineasta Marc Alegret. También podemos contemplar a los Beatles y a aquella entrañable generación pop de los sesenta: Hendrix, Mick Jaegger y, sobre todo, Lennon, Ringo Starr, G. Harrison y, especialmente, Paul McCartney, marido de Linda, la fotógrafa que expone en el Espacio Cannon estas fotografías, algunas muy tiernas: las de Paul y el pequeño Heather.

Otro gran espectáculo lo constituye la exposición de Fellini: Sus fotógrafos y sus dibujos. Es fantástico: Fellini siempre hizo antes todo lo que vimos hacer a sus actores en sus filmes; sus fotógrafos nos lo muestran ahora en esta exposición.

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