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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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Estados Unidos y la 'amenaza soviética' / y 2

Una de las mayores falacias del discurso prorrearme de la Administración Reagan es afirmar que los programas de armas nucleares, que está desarrollando ahora Estados Unidos, son una respuesta a la agresión soviética y al incremento de su poderío bélico.La realidad es que Estados Unidos siempre ha ido por delante en la carrera armamentista. George Keenan, embajador norteamericano en Moscú durante el mandato de Eisenhower, ha afirmado: "Debemos recordar que hemos sido los norteamericanos quienes, en casi cada paso del camino, hemos tomado la delantera en el desarrollo de los armamentos nucleares. Somos nosotros quienes los produjimos primero y los probamos; fuimos los primeros en elevar su nivel de destructividad con la bomba de hidrógeno; quienes introdujimos las cabezas múltiples; quienes rechazamos toda propuesta de renunciar a ser los primeros en dar un golpe nuclear, y nosotros solos, con la ayuda de Dios, quienes hemos usado estas armas con saña contra otros, contra de cenas de miles de civiles".

Guerra prolongada

Los datos confirman las palabras de Keenan. En su libro Freeze!. los senadores Edward Kennedy y Mark Hatfield, difícilmente prosoviéticos, confeccionan una lista, desde 1945 a 1982, con los adelantos de las armas nucleares: bomba atómica, bombarderos intercontinentales, misiles de cabezas múltiples, etcétera... y Estados Unidos siempre ha llevado la iniciativa por varios años. Pero generalmente se ha dicho lo contrario. Así como en el pasado diferentes Gobiernos norteamericanos fomentaron la carrera armamentista alegando "el retraso tecnológico de los bombarderos" (años cincuenta), "el retraso tecnológico de los cohetes" (años sesenta) -retrasos que luego se reveló que no eran ciertos-, ahora la Administración Reagan quiere desplegar los misiles balísticos intercontinentales MX y nuevos bombarderos estratégicos, construir submarinos atómicos armados con misiles Trident e instalar nuevos misiles en Europa.

En el Informe Anual del Departamento de Defensa (mayo, 1982) se lee que: "Mientras la era de la superioridad de EE UU ha pasado, la paridad -no la inferioridad estadounidense- la ha reemplazado". También se afirma allí que: "Nuestra Marina continúa siendo la mejor del mundo". Al mismo tiempo, el secretario adjunto de Defensa, Richard Perle, habla de "nuestra envejecida flota submarina".

Persiste una contradicción mayor. Weinberger comienza negando, en la carta que dirigió a cuarenta periódicos del mundo, que EE UU quiera embarcarse en una guerra nuclear prolongada. El presidente Reagan ha dicho que no cree que nadie pueda sobrevivir a una guerra de este tipo (pese a que el año pasado se refirió a Europa como un posible teatro de guerra nuclear limitada). Pero Weinberger afirma, como muy bien ha demostrado Theodore Drapper en The New York Review of Books (4 de noviembre de 1982), que no tiene sentido hablar del fin del mundo en caso de guerra nuclear, y afirmar acto seguido, como hace el secretario de Defensa, que "debemos demostrar que nuestras fuerzas estratégicas son capaces de sobrevivir a los ataques de la URSS durante un período prolongado de tiempo". De allí se deduce que Weinberger sí piensa en poseer el suficiente armamento nuclear -más allá del necesario para conservar la distensión- como para derrotar a los soviéticos.

Confirmando esto, en el manual de campaña del Ejército FM 3-87, leemos: "El Ejército de Estados Unidos debe estar preparado para luchar y ganar cuando las armas nucleares sean utilizadas". Y cuando el Pentágono dio a conocer su plan para los próximos cinco años, en mayo pasado, nos enteramos que las fuerzas nucleares de EE UU deben prevalecer y ser capaces de forzar a la URSS a buscar una pronta finalización de sus hostilidades en términos favorables a Estados Unidos".

"La idea de ganar una guerra nuclear prolongada es absolutamente enloquecida", dice Paul Warnke, jefe de la delegación nortemaericana para los acuerdos SALT durante la presidencia de James Carter. Pero no piensa igual Paul Nitze, sucesor de Warnke, quien escribió en 1956, y se ratificó recientemente, que, "es bien posible que en una guerra nuclear generalizada una de las dos partes pueda ganar decisivamente". Y ha dicho: "Cuanto mayor sea nuestra superioridad, mayor será la posibilidad de, si sobreviene la guerra nuclear, luchar racionalmente". Este funcionario es el que Ronald Reagan envía a Ginebra a negociar el desarme. Eugene Rostow, director de la Agencia Norteameircana para el Control de Armas, piensa en la misma longitud de onda que Nitze, y declara: "Japón, después de todo, no sólo sobrevivió, sino que floreció después del ataque nuclear".

Richard Burt, secretario de Estado adjunto para Asuntos Europeos, dice que todos los analistas "parecen estar de acuerdo" en que durante los últimos quince años la URSS ha logrado ponerse a la cabeza en la carrera armamentista. Sin duda, Burt no ha consultado, por ejemplo, al Center for Defense Information, organismo dirigido por el almirante retirado Gene R. Laroque, y que cuenta entre sus miembros y patrocinadores a científicos, militares retirados, empresarios, banqueros y miembros del Congreso. En una de sus recientes publicaciones dice y demuestra que la URSS no tiene superioridad miltiar frente a EE UU.

En definitiva, Estados Unidos ha modernizado sus fuerzas estratégicas en los últimos diez años, incrementando el número de armas atómicas de 4.000 en 1970 a 9.500 en 1982. EE UU posee 30.000 armas nucleares, mientras que los soviéticos cuentan con 20.000.

Amenza de destrucción

Pero evitemos la confusión de siglas y cifras a que usualmente se nos somete y adelantemos algunas conclusiones:

a) Estados Unidos y la Unión Soviética tienen el suficiente poderío nuclear -¡tres toneladas por habitante del planeta!- como para acabar varias veces con la Tierra. Ambas partes, y el resto de los países que poseen armas nucleares, son responsables de la amenaza de destrucción. Pero será imposible llegar a ningún acuerdo serio con la UR SS en tanto Estados Unidos hostigue a ese país y piense seriamente en ganar, de una vez y para siempre, una guerra nuclear.

b) Estados Unidos, como otros países comprometidos en la carrera de armamentos, tiene fuertes intereses económicos, e ideológicos que le impulsan a embarcarse en el rearme. El modelo económico reaganíano necesita la industria bélica, y esta los grandes contratistas del Pentágono, necesitan un clima de nueva guerra fría.

Mariano Aguirre es periodista.

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