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La democracia sexual es la más difícil de conseguir, según el profesor John Hopkins

Organizado por la Sociedad Andaluza de Sexología, bajo el lema genérico Sexo y comunicación, se ha celebrado en Granada el I Simposio Internacional de Sexología, en el que han participado especialistas y profesionales de Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y España. La estrecha relación sexo-pareja, la conducta sexual como lenguaje, el tema de la ansiedad en la comunicación sexual y la necesidad de desarrollar una auténtica liberación sexual han sido algunos de los aspectos más interesantes y debatidos durante las sesiones del simposio, en las que se presentaron un total de cinco ponencias y una veintena de comunicaciones.

Las ponencias corrieron a cargo del profesor norteamericano John Hopkins, de la Universidad de Baltimore; el español Carlos Castilla del Pino, que trató sobre La conducta sexual como lenguaje; la doctora Jacki Davidson, que presentó un trabajo sobre Comunicación psicosensorial y sexualidad; el catedrático de Psiquiatría de la Universidad granadina, Carlos Ruiz Ogara, que estudió el tema de la ansiedad; y la británica Patricia Gillán, miembro del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Londres, que trató sobre Comunicación y sexoterapia. El también norteamericano John Money analizó las características de la sexualidad en cada época de la vida de una persona, diferenciando también según el sexo de la misma, mientras que el español Vicente Salvatierra defendió "la humanización del sexo frente a la sexualidad como mera técnica".

Legitimidad del placer sexual

Una verdadera democracia sexual es, de acuerdo con el profesor Hopkins, "la última de las libertades y la más difícil de conseguir". En este sentido, si hasta ahora no se ha alcanzado se debe a "la extendida consideración de que el placer sexual tiene un sentido negativo y pecaminoso". Para el norteamericano, el tabú sexual es un grave condicionamiento de la persona y frecuentemente se utiliza como arma política represiva.Se referió John Hopkins a la importancia que la educación sexual tiene para la infancia, principalmente en los primeros ocho años, que pueden condicionar la idea del sexo para toda la vida, pues más tarde, en la relación de pareja, será siempre decisiva la comunicación sexual. "Hay veces que en parejas socialmente modélicas existen problemas gravísimos a nivel de sexo por desconocimiento mutuo e incomunicación", afirmó el ponente, que defendió el sentido gratificante del acto sexual, independientemente de la procreación.

"Acentuar lo bueno del sexo y la legitimidad del placer sexual es uno de los grandes logros de nuestro siglo", añadió, al tiempo que manifestaba la conveniencia de que el placer vaya igualmente unido al amor. "A veces", terminó el profesor Hopkins, "en las terapias sexuales se intenta reparar sólo las técnicas, olvidándose del amor, que sin duda es el factor primordial del sexo".

Por otro lado, la actividad sexual, como acto de relación o de comunicación interpersonal, puede considerarse, según Carlos Castilla del Pino, como conducta. "Decir que el lenguaje sexual, la conducta sexual está al servicio del placer propio es tanto como reconocer que el objeto sexual simboliza el objeto del deseo", afirmó el psiquiatra cordobés.

Precisamente, para la doctora Davidson, el sexo es "parte del contrato de pareja, y su lugar en la relación varía según las circunstancias de esa pareja", es decir, según el grado de intercomunicación personal entre las dos partes de la misma. "Hombre y mujer son diferentes y tienen sexualidades diferentes", afirmó; "por eso, hoy lo que se busca en el sexo es un compañerismo complementario".

Terapias sexuales

Por su parte, el profesor Ruiz Ogara, aduciendo un pensamiento psicoanalítico riguroso, fundamentó la búsqueda del placer sexual, como fenómeno básico de la persona humana, en "la necesidad afectiva y la ansiedad producida por la carencia de afecto, de amor, de protección". Por eso, cuando la incomunicación, la inseguridad, las prohibiciones y los tabúes, conscientes o inconscientes, hacen despertar la angustia latente, aparece fácilmente cualquier alteración o patología de la sexualidad.Más tarde, para tratar de corregir las alteraciones sexuales que puedan producirse, toda terapia "ha de comenzar por manifestar y expresar las emociones", de acuerdo con la teoría expuesta por la británica Patricia Gillan.

Tras culpar a la incomunicación en la pareja del "gran aburrimiento sexual que actualmente se da en mi país", la ponente enumeró varios de los mitos que, a su juicio, es necesario superar y desterrar para la consecución de una auténtica libertad sexual en la pareja: la creencia de que el hombre no es sentimental; que en el sexo, los resultados sean "lo único que cuenta"; que la iniciativa deba corresponder al hombre; que el hombre tenga que estar siempre "dispuesto" para la relación sexual; que ésta tenga inevitablemente que terminar en el coito, y que el acto concluya una vez alcanzado el orgasmo.

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