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El filósofo catalán Jordi Llovet prepara en Viena un estudio sobre la figura de Sigmund Freud

El psicoanálisis es un resumen de veinticinco siglos de historia del humanismo y de la filosofía

Pilar Bonet

Con ayuda de una beca del Gobierno austriaco, el catalán Jordi Llovet, doctor en Filosofía y profesor de literatura en la Universidad de Barcelona, está realizando una estancia de trabajo en Viena, dedicada a estudiar la figura de Freud. El principal objetivo del estudio es la reivindicación filosófica y humanista del gran médico vienés, al margen del valor práctico y terapéutico del psicoanálisis. Una de las tareas más importantes de esta investigación se ha centrado en el estudio del catálogo de lecturas de Freud.

Jordi Llovet, que recibió el Premio Anagrama en 1978 por un ensayo sobre el marxismo y. el psicoanálisis en el estudio de las literaturas de vanguardia, ha investigado sobre la formación literaria y humanística de Freud en los archivos existentes en el domicilio vienés del padre del psicoanálisis, en la famosa y empinada Berggasse, 19. Esta investigación forma parte de un ambicioso proyecto, cuya realización supone varios años, consistente en la publicación de un libro "que reivindique la obra de Freud como pensamiento humanista y como filosofía, más allá de la visión de Freud como terapeuta o psicólogo en sentido estricto".A sus 34 años, Llovet ha realizado estudios de filosofía en Francfort y de crítica literaria en París; ha traducido al catalán a Kafka, a Musil y a Hölderlin, y es miembro del Colegio de Filosofía de Barcelona. Sus clases de Estética en la Universidad de Barcelona, durante la ausencia de José María Valverde, conseguían arrastrar a numerosos estudiantes, muchos de ellos no matriculados. Eran tiempos en que la escasez de traducciones y el desconocimiento de idiomas extranjeros convertían a los políglotas en divulgadores por excelencia.

"Mi objetivo", afirma Llovet, es reivindicar a Freud en un sentido aristotélico, para establecer una especie de nexo entre la cultura clásica y la cultura del siglo XX. Para mí, Sócrates y Freud son los dos puntales de una larga tradición humanista. Para Sócrates, todo conocimiento pasa por conocerse a sí mismo, y para Freud, el tema fundamental es el conocimiento y la profundización en el conocimiento de cada uno. De Sócrates a Freud se cierra un ciclo de pasión por el conocimiento de las cosas, subespecie del previo conocimiento de uno mismo. Mi libro tratará de discernir hasta qué punto en la obra freudiana se cruzan una epistemología de tipo individual con una epistemología de validez universal". Para Llovet, la teoría freudiana es "una de las teorías del conocimiento social, político y cultural más subversivas que ha dado la ciencia del conocimiento y la filosofía". Tal vez eso pueda explicar, en parte, la marginación de que es objeto Freud en su propio país.

"En Austria se nota que el psicoanálisis no ha arraigado ni en la universidad, ni en la cultura oficial, ni en la sociedad vienesa. No es extraño, sin embargo, que un país tan pietista como Austria muestre una reacción de rechazo y defensa ante el psicoanálisis. No creo, con todo, que Freud esté más marginado en Viena que en Francfort u otros focos culturales, con excepción de Nueva York, Londres o París".

"La historia de la cultura austríaca evolucionó progresivamente hasta el famoso atentado de Sarajevo, y luego se produjo una especie de colapso histórico de la cultura, la política y la sociedad. Todo quedó paralizado a partir de la primera guerra mundial y la sociedad vienesa inició entonces su peregrinación por la arqueología cultural imperial, en la cual aún vive". "Una persona como Freud, que presentaba: una sintomatología muy bien analizada y puntualizada de la crisis cultural de aquellos años, fue dejada de lado y su aportación, que podría haber actuado como detonador o análisis, no se aprovechó".

'Freud, lector infatigable'

El trabajo de Llovet en Viena se ha concentrado, sobre todo, en el catálogo de las lecturas de Freud, compuesto por 5.000 títulos que cubren un amplio espectro temático, desde la arqueología a la religión, pasando por la literatura clásica alemana y la medicina. "En el catálogo figuran incluso todas las anotaciones que Freud realizaba en los márgenes de los libros que leía. Estas anotaciones ponen de manifiesto hasta qué punto meditaba y discutía sus lecturas. Antes de exiliarse, en 1938, Freud regaló libros a amigos y conocidos y se fue de Viena prácticamente con las manos en los bolsillos. Luego consiguió recuperar su biblioteca, que se había quedado en Viena, y la volvió a instalar en su domicilio de Londres"."Los libros que Freud regaló, al igual que las cartas que escribía a sus pacientes, están esparcidos por toda Viena. Esto es casi un mito. Hay en esta ciudad numerosas personas de edad que deben tener en su poder respuestas autógrafas de Freud, ya que éste atendía cuidadosamente la correspondencia con sus enfermos". Entre las lecturas de Freud, Llovet destaca las obras completas de Schiller, Flaubert y Kant; la Biblia; casi toda la obra de Goethe, Kafka, Karl Kraus, Thomas Mann, Johann Nestroy, Sehnitzler, Schopenhauer, Nietzsche y representantes de la tradición empirista inglesa, así como diversas obras sobre el tema del médico rural, entre ellas la de Balzac. El investigador catalán ha registrado metódicamente las fechas de edición de los libros. A Freud le gustaba recorrer las librerías. La cronología de las ediciones refleja esa afición y también el momento de la vida de Freud, en el que pudo haber recibido la influencia de un determinado autor.

Lo que ha sorprendido a Llovet es la ausencia en el catálogo de obras en castellano o de original castellano, a pesar de que Freud "estudió castellano para poder leer a Cervantes en versión original, y cuando era joven había llegado a fundar, junto con unos amigos en la Universidad de Viena, un grupo al que llamaba La Academia Castellana, en el cual se comentaba literatura en este idioma". "En Freud", afirma Llovet, "la pasión humanista general por el saber, que comparte con todos los grandes representantes de la tradición humanista, pasa por primera vez por un método que podemos considerar científico. Freud es un resumen de veinticinco siglos de historia del humanismo y la aportación de una clave hermenéutica científica".

Miseria cultural

En algunos medios intelectuales, tanto en España como en otros países europeos, Viena ejerce en la actualidad una cierta fascinación, íntimamente ligada a la idea de decadencia.Para Llovet, "ese interés se limita a círculos minoritarios, y tal vez es una consecuencia del final de nuestro siglo. Se trata de un milenarismo. Antes, los milenarismos estaban asociados a la religión. Sin embargo, los siglos XIX y XX son laicos. A finales del siglo XX volvemos a vivir la decadencia, pero este siglo no tiene un relieve cultural que pueda generar su propia mitología decadentista y tiene que recurrir a la mitología del siglo XIX, de la que Viena es rica. Se trata de un caso de miseria cultural. No me estoy refiriendo a la cultura de masas, que es riquísima y tiene medios tecnológicos de primera categoría. Ahora, uno pone la televisión o la radio y no tiene tiempo de aburrirse. Antes esto no era posible, y el aburrimiento o la soledad dieron grandes cosas a la cultura. Actualmente, a la gente le parece que sentarse a la mesa a escribir es tan antiguo como construirse un hacha de sílex".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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