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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Otra retirada temprana de 'Las bicicletas...', de Fernán-Gómez

En la tablilla de anuncios del teatro Español de Madrid apareció el pasado viernes por la tarde un aviso disponiendo la disolución de la compañía y por lo tanto la retirada definitiva de cartel de la obra de Fernando Fernán-Gómez Las bicicletas son para el verano para el día 5 de diciembre. Esta obra, que fue premio Lope de Vega, alcanzó un gran éxito en la pasada temporada, fue unánimente elogiada por la crítica y fue retirada cuando más público atraía.

Hasta el pasado viernes, con la incertidumbre y la confusión con que se caracteriza la programación del teatro municipal, que todavía conserva el prestigio antiguo de ser el primer teatro de lengua castellana del mundo, se habían dado las fechas del 15 o del 19 de ese mismo mes, aunque también se hablaba de la posibilidad de que el espectáculo previsto para el 25 de diciembre Flor de otoño, no pudiera venir y en ese caso se enlazarían Las bicicletas... con el próximo estreno de Francisco Nieva (una versión de Don Alvaro) previsto para el 20 de enero. La única explicación que ha recibido la compañía ahora, por medio de un ayudante de dirección, es que la dirección "tiene que respetar la programación" y disuelve el día 5.Una incongruencia. Y, una vez más, una falta de respeto al público que llena el teatro, que aclama obra y compañía (sin contar el que se debe a autor, compañía y director) y que desde el estreno ha señalado su preferencia por una obra que habla de Madrid, de una circunstancia histórica madrileña -el cerco de la ciudad en la guerra civil- a lo cual debería ser sensible el Ayuntamiento que programa el teatro de su propiedad (la propiedad de los madrileños). Todo parece indicar que esta obra fue mal acogida siempre por la dirección del Español: mal programada desde el principio, salvada in extremis de su desaparición y colocada de nuevo al principio de esta temporada con lo que parece mala gana, destinada ya a su desaparición temprana por "necesidades de programación".

En otro tiempo y en manos el teatro de otras personas se hubiera podido pensar en una hostilidad política. No puede ser este el caso. Habría que pensar en una hostilidad por un sentido personal de la estética. En lo que este desatino se emparenta más con otros tiempo es una especie de impunidad para hacer lo que se quiera con un teatro que se debe al público, y en un desdén de sus propietarios y programadores por el sentido de la responsabilidad y de la profesionalidad. Ser "profesional" implica la obligatoriedad de someterse a unas normas. En cualquier caso, no ceder blandamente a la tentación de un doble despilfarro: el de unos caudales públicos que se han invertido largamente en esta obra cuando se la condenaba ya a ser efímera, y el de algo tan difícil de lograr hoy como es un conjunto de obra, dirección e interpretación que interesan enormemente al público.

No es sustituible este fracaso deliberado por una programación llena de interés, pero elitista, reservada a unos cuantos. De las que puedan formar un excelente "curriculum" para un concejal de cultura o un director de teatro, pero sin ninguna conexión con el público.

Este tipo de herencias de feudalismo y de impunidad son las que parece que no van a poder sobrevivir en nuevos tiempos. El propio alcalde de Madrid podría interesarse por un tipo de ética que ha defendido siempre.

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