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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El agua

La respuesta natural, alúdica, violenta, a todas las campañas electorales de la derecha (Fraga, ucedé, cuarentañismo) nos la da, trágicamente, y con la locuacidad de los hechos, la reciente catástrofe de lluvias en Valencia, Murcia y Alicante.Periódicos nada entreverados de revolucionarismo hablan unánimemente de las imprevisiones. Hace exactamente veinte años, en lo más florido del reinado de Franco, Valencia y la provincia de Barcelona sufrieron el mismo sensurround bíblico, aunque no quedó una bella mujer de Lot, en sal o barro de Llorens Artigas, para contarlo. Ni una paloma de Noé o de Oliart (Ministerio de Defensa, Ejército de Tierra, que son las mensajeras). Está claro que las tan nombradas "realizaciones del Régimen", que ahora sirven a algunos candidatos para engrandecer sus campañas / Potemkim, eran presas de arenisca y poblaciones de cartonaje industrial USA y uralita / March. Se tomaron medidas de urgencia, pero sólo de urgencia, pese a los ministros / eficacia, como Silva Muñoz, o los ministros / filósofos, como Fernández de la Mora, ambos aparcados en Obras Públicas con notable demérito de sus saberes intelectuales. España, que para los patriotas sueltos de las noches lúgubres es más que nada el suelo, pierde mil millones anuales de toneladas de suelos fértiles, más otras muchas pérdidas por erosión en toda la ribera mediterránea, de Valencia a Almería. Nada se ha hecho, o muy poco, en cuarenta años de patriotismo del suelo (salvo alguna carta lírica de Tejero) por evitar que la Península se quede sin Península. En el 78 hubo un proyecto contra la erosión / desertización, pero los derechohabientes del cuarentañismo -UCD- no pasaron del proyecto.

Todos los líderes de la derecha tradicional, integrista, conservadora o reaccionaria estaban hace veinte años en el Poder. ¿Por qué no hicieron entonces lo que ahora prometen, o por qué se quedaron en cómplices de la inacción? Frente a la verbosidad de sus campañas se levanta hoy la verbosidad del agua, un agua vertical, el mitin clamoroso del agua, la inundación y la catástrofe. No, no era verdad que estaban gobernando para España los españolistas de profesión, y esta lamentable emergencia de la geología y la hidrografía desmiente todas sus palabras, todos sus mítines, todas sus promesas. Nos hablan subliminalmente de una época de oro en que se construía sólido y se mandaba con autoridad. Ya sabemos (lo supimos siempre) con qué areniscas se estaba edificando la Historia de España, los pantanos de su atraso, la hidráulica cerrada de sus ríos, que desembocaba en sí misma. No, no son "fuerzas ciegas de la naturaleza" lo que ahora se desata. La naturaleza ha mucho que se ha sometido a norma. Todo es política y ni el agua es inocente. Hasta la lluvia es culpable en un Estado culposo. Tras la galopada percutiente de los mítines, el cielo y la tierra han dado su mitin: no es verdad que en el cuarentañismo se construyera sólido el futuro de los españoles ni que la derecha de hoy -todavía aquellos mismos hombres- vaya a utilizar nunca otros materiales ideológicos en las obras y los servicios públicos. Los soldados de Mussolini se creían imperiales, pero uno de ellos descubrió que las suelas de sus botas eran de cartón. Lo cuentan Cassola y otros autores. Está en la economía de los presidencialismos construir imperios de arenisca y convocar falanges con suelas de cartón. La primera crecida democrática se lo lleva todo por delante. Parecía más urgente tomar Valencia con tanques (Valencia estaba tan tranquila en el cine) que preservar Valencia de los periódicos y casi escriturísticos desbordamientos del Turia. Todas las profecías de felicidad electoralista de los cuarentañistas reciclados quedan desmentidas por una riada que no viene de las rieras. Viene de entonces.

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