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Tribuna
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Sorpresa de un descubrimiento

Cuando se van a cumplir veinte años del fallecimiento de Vicente Risco (1884-1963) su figura y su obra comienzan a ser objeto de atención para un número cada vez mayor de personas no necesariamente relacionadas con Galicia. Muchas de las inquietudes que motivaron buena parte de sus escritos son hoy de nuevo sentidas, y si a ello se añade la escasa difusión que aquéllos tuvieron, puede comprenderse la sorpresa de los lectores actuales de la obra de Vicente Risco.Dotado de un ingenio poco común, un talento indiscutido y una disponibilidad permanente para aquello que entendía podía beneficiar a su país, el polígrafo orensano, durante los años de la dictadura del general Primo de Rivera se convirtió en punto de referencia inexcusable para cuanto tuviera relación con la cultura que se hacía entonces en Galicia.

Para resumir de algún modo su extensa labor, es preciso referirse, como mínimo, a tres áreas significativas de su trabajo. Risco fue, desde luego, el principal doctrinario del nacionalismo gallego y uno de sus dirigentes más destacados. Vicente Risco fue también, el propio tiempo, el iniciador de los estudios etnográficos que tanto contribuyeron a un mejor conocimiento de la cultura popular gallega.

Y ejerció, durante el mismo período, la función de aglutinante y animador cultural de numerosas empresas: basta con mencionar la revista NOS (1920-1936), de la que fue director-ininterrumpidamente, para comprender el significado de dicha función.

Al elaborar la doctrina galleguista, Risco había de recoger buena parte de los mitos, las creencias y los prejuicios que en torno al nacionalismo circulaban en la Europa de entreguerras. Al adaptar dichas ideas a las suyas propias acerca de la realidad gallega, construyó un conjunto teórico que, en su sincretismo ideológico conservador, le permitió un rápido desarrollo entre los sectores profesionales urbanos -siempre minoritarios- de su tiempo.

Redescubrir y reivindicar lo autóctono -lengua, arte, historia, mitología, etcétera-, haciendo del galleguismo un empeño que trascendía la acción política, sería la tarea más destacada. Además del propio Vicente Risco, maestro indiscutido e inspirador espiritual del grupo, los intelectuales Otero Pedrayo Castelao, Losada Diéguez, Cuevillas, etcétera, sobresaldrían en aquella esforzada labor en aquellos años.

Si la lengua gallega escrita, que hasta entonces era empleada casi exclusivamente en la lírica volvió a ser empleada por los sectores cultos en buena parte de su quehacer, se debe, sin duda al guna, al citado grupo. Y otro tanto se puede decir con respecto al hecho de que Galicia contase con un Estatuto autonómico aunque luego, debido a la guerra civil de 1936-1939, no llegó a conocer su aplicación.

Elementos inaceptables para los nacionalistas

Es innegable, y sería poco correcto soslayarlo, que en la doctrina risquiana existen elementos hoy inaceptables para muchos nacionalistas gallegos. Pero otro tanto ocurre -y acaso de modo más notorio- en lo que se refiere a las figuras de Sabino Arana o de Prat de la Riva, por mencionar solamente dos nacionalistas peninsulares, sin que por ello vascos o catalanes, que hoy postulan el autogobierno para sus países, renuncien a prestar particular respeto, rayano a veces en la veneración, hacia dichos precursores.

El hecho de que la figura de Vicente Risco haya sido a menudo preferida (destacando en cambio la significación de Castelao, a quien se presenta como símbolo del galleguismo) se debe tanto al propio alejamiento de Vicente Risco de la militancia partidaria y a su deseo -por obvias razones de supervivencia- de que fuera olvidada su tarea, como a que su posición fue contraria, a la mantenida por el Frente Popular, del que el Partido Galleguista formó parte. Pero nada de eso autoriza a negar al pensador orensano Vicente Risco la destacada función que desempeñó durante un prolongado período. Cuando, a principios de los años treinta, su estrella comenzaba a declinar, uno de sus jóvenes discípulos indicaba que "el derecho de Vicente Risco al consulado epónimo de su generación sólo puede negarlo la envidia".

Pero acaso hoy lo que despierta mayor curiosidad y admiración entre los lectores de la copiosa obra de Vicente Risco no sea tanto sus escritos Políticos como sus conocimientos, su interpretación y su entusiasmo por el ocultismo, los mitos y culturas exóticas y la vinculación mágica que establecía entre Galicia y el lejano Oriente. También, en otro orden de cosas, la extraordinaria capacidad que como narrador tenía Vicente Risco y su precisión y belleza expresivas, lo sitúan en los primeros puestos de la literatura gallega del presente siglo.

Sea por una u otra faceta de las muchas que su extensa producción bibliográfica posee, el hecho es que, a medida que pasan los años, en Galicia se vuelve a hablar de la vida y la obra intelectual y política de Vicente Risco, se buscan ediciones agotadas y se discute sobre el significado, a menudo difuso, de sus escritos. Y todo ello, además de justa reparación, habrá de redundar en beneficio de la tarea a la que tan sacrificadamente dedicó su vida.

secretario general de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, es profesor de Teoría de la Ciencia Política en la Universidad Complutense, autor de estudios sobre Vicente Risco.

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