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La bomba P 2

El desmantelamiento de la logia Propaganda 2 y los casos Sindona y Calvi son hilos de una tela de araña aún no suficientemente conocida

Juan Arias

Hace diecisiete meses, la historia de Licio Gelli y de su logia masónica, Propaganda 2 (P 2), parecía más bien la clásica polvareda a la italiana. Mucho ruido y pocas nueces. Y aunque el semanal L?Espresso tituló aquel día: "Ha explotado la bomba P 2, sálvese quien pueda", muchos pensaron que todo acabaría en agua de borrajas. Se presentó a Gelli como un megalómano y a sus hermanos masones como a un club de gente que quería sólo medrar, buscar solidaridad en las altas esferas. Pero, día a día, el escándalo fue revelándose con mayor envergadura. Tres historias que parecían separadas: la quiebra del banquero Michele Sindona, la logia de Gelli y el crack de Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano, el mayor imperio bancario privado de Italia, fueron delineándose como capítulos de una misma historia oscura, sembrada de sospechas cada vez más siniestras.El Gobierno, en un primer momento paralizado ante la amplitud del fenómeno que veía implicados nada menos que a 953 personajes de primera plana de la vida pública del país: ministros, banqueros, generales, magistrados, periodistas, industriales, secretarios de partidos políticos, diputados y senadores, no tuvo más remedio que abordar con seriedad el tema bajo la fuerte presión de la opinión pública.

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Con ellos llegó el escándalo

Y empezaron las depuraciones. Cuantos figuraban en la logia masónica de Licio Gelli y eran funcionarios públicos del Estado, tuvieron que dejar sus puestos, empezando por los altos jefes de los servicios secretos, ministros, magistrados, etcétera. También dentro de los partidos políticos fueron puestos en la sombra cuantos no pudieron probar su inocencia. Saltaron también directores de periódicos, empezando por el más importante del país, Il Corriere della Sera y Jefes de los servicios informativos de la RAI-TV. El nuevo presidente del Gobierno, por primera vez no democristiano, el republicano Giovanni Spadolini, decretó que la P 2, como sociedad secreta, estaba fuera de la Constitución y la abolió oficialmente. Mientras tanto, Licio Gelli estaba ya fugitivo en el extranjero.

Y empezaron a llover a los diarios democráticos cientos de informaciones que abrían siempre nuevas sospechas sobre el carácter de asociación subversiva de la P 2. Se iba dibujando, línea a línea, su posible papel desestabilizador dentro del país, una especie de preparación para un golpe civil de carác

La bomaba P 2

ter reaccionario y presidencialista en toda regla. Apretaron los partidos de la izquierda y el Gobierno creó una comisión parlamentaria para investigar a fondo toda la embrollada cuestión. Fue nombrada presidenta una mujer, la ex ministra Tina Ansalmi, democristiana amiga del asesinado Aldo Moro y reconocida como persona de pulso y dificil de comprar. Y empezaron en seguida los ataques a la comisión para que no pudiera ir a fondo en su trabajo. La presidenta denunció estas maniobras. Hubo momentos graves de tensión cuando la fiscalía de Roma echó un capote a todos los piduestas (así se les llama a los masones miembros de la P 2), dándoles una especie de absolución general desde el punto de vista penal. Autor de la maniobra, que dividió a los magistrados, fue Achille Gallucci, desde hace veinte años fiscal jefe de Roma y famoso por sus connivencias políticas con la Democracia Cristiana más conservadoa.Pero la comisión no se dejó atemorizar y los nuevos acontecimientos le iban dando cada vez más razón. El golpe definitivo fue el escándalo Calvi, su fuga, su muerte misteriosa, el crack de su banco, sus connivencias con el Vaticano, el suicidio de su secretaria. Y tirando del hilo del escándalo Calvi han saltado sobre la mesa connivencias sospechosísimas que han revelado cómo existía un único cordón que unía, a través de la P 2 a Michele Sindona, Licio Gelli, Roberto,Calvi, monseñor Marcinkus, el hombre de las finanzas vaticanas y altos personajes del mundo civil y militar italiano y extranjero. Y así, la P 2, más que una inocente logia masónica creada para acariciar la vanidad de un personaje ambiguo y ambicioso como Gelli, se descubrió como una mezcla explosiva de mafia, masonería, banca privada, servicios secretos, políticos, chantajistas y una parte conservadora de la curia romana.

Una especie de segundo Estado subterráneo que preparaba un cambio de régimen en el país. Y que para ello se había unido con los países de Latinoamérica regidos por dictaduras militares para poder actuar financieramente a través de los llamados paraísos fiscales o sociedades sombra. Ante la comisión de investigación del Parlamento fueron desfilando personajes de todo tipo: los acusados y los testigos. Y así nacieron las sospechas de que la P 2 haya podido estar relacionada con el asesinato de Aldo Moro, con el Opus Dei, que, según las revelaciones de la viuda de Calvi y de Flavio Carboni, estaba dispuesto a pagar las deudas del Vaticano con el Banco Ambrosiano a cambio de un mayor peso en el Vaticano, y como colofón, las sospechas de que el. atentado a la estación de Bolonia, la matanza fascista que: costó más de cien vidas inocentes, haya podido ser planeado en la logia que: Gelli preparaba en Montecarlo.

Por ahora se está sólo en fase de sospechas. Pero algunos hechos; clamorosos van confirmando que las pistas no son tan absurdas. Baste pensar que el jueves pasado el potente jefe fiscal de Roiua, el famoso magistrado Achille Galluci, que había dado el espaldarazo a los afiliados de la P 2, ha pedido el traslado a otra ciudad: "Estoy cansado", ha dicho. Y se ha ido. La noticia ha causado clamor. Cada vez su tesis de la inocencia de la P 2 es más dificil, de probar. Y por eso los poderosos que lo apoyaban, hoy casi todos dentro de la logia de Gelli, le han abandonado. Ahora muchos temen que hable. Para la comisión parlamentaria sobre el caso Gelli ha sido una victoria. Que el escándalo P 2 ha salpicado a más gente de lo que pudo parecer al principio lo demuestra el hecho de que después de ocho horas de debate, la comisión acaba de decidir la convocatoria, para testimoniar sobre Gelli, nada menos que a dos ex presidentes de la República, el socialdemócrata Giuseppe Saragat y el democristiano Giovanni Leone, que fue costreñido a dimitir antes de acabar su mandato y con quien, al parecer, Gelli había entablado una estrecha amistad. Y tendrán que testimoniar también dos ex presidentes del Gobierno: los democristianos Aldo Forlani y Giulio Andreotti.

Todos los personajes de las tres historias, Sindona, Gelli, Calvi forman una especial tela de araña, que ha ido atrapando en su red a gente muy variada: golpistas, ambiciosos, estafadores y hasta algunos ingenuos o fieles devotos de sus jefes superiores. Sindona fue el maestro de Calvi. Gelli fue descubierto porque había intentado salvar a Calvi, procurándole un pasaporte falso. Así empezaron las primeras pesquisas en su chalé de Arezzo y en el piso de su mujer en Roma. Y así se conoció la famosa lista de los 953 y otros documentos explosivos.

Pero, poco a poco, se fue también descubriendo que entre estos personajes y sus adláteres: Carboni, Ortolano, Marcinkus, etcétera, existía también una red de intrigas, de odios, de chantajes, de miedos, de rivalidades. Todos querían ser los primeros. Todos se expiaban y se traicionaban. Y esto explica el que la madeja, poco a poco, se haya ido desenvolviendo. Y explica el tono de las entrevistas y de la fuga de documentos y de los mensajes cifrados enviados por los protagonistas en la cárcel o por los amigos y parientes de los suicidados.

Y la última pregunta es la que se hace siempre en Italia cada vez que explota un gran escándalo o una intentona de desestabilizar a este país, clave en la política del Mediterráneo. Como con las Brigadas Rojas, con los atentados Fascistas, con el caso Moro, también ahora la opinión pública se pregunta si detrás de estos personajes, en realidad todos mediocres, no habrá alguien que mueve los hilos desde arriba. Es lo que intentó hacer el proceso por el asesinato de Moro, y no lo ha conseguido. Tampoco lo consiguió el proceso de Catanzaro a los acusados de la matanza de Piazza Fontana de Milán. ¿Lo conseguirá ahora la comisión parlamentaria que indaga sobre este escándalo del siglo, una especie de mar al que dan los ríos de todas las acciones desestabilizadoras del país?

Y por fin, la pregunta que se han hecho siempre todos los observadores internacionales sobre el caso P 2-Banco Ambrosiano-Sindona: ¿Cómo se explica que en Italia se puedan crear estos cánceres del Estado con metástasis en todos los ganglios del poder? "Porque, en realidad, en este país no existe el Estado", responden algunos. El presidente de Banca Nazionale del Lavoro, el más importante banco público del país, que hoy forma parte del nuevo Banco Ambrosiano, Nerio Nesi, socialista y católico, afirma: "Se explica sobre todo por la falta de recambio político. Es un país en el fondo paralizado desde hace treinta años. Y ante esta imposibilidad de dialéctica política en el poder, nacen estas formas de poder oculto, que tienen fácil caldo de cultivo. Son auténticos excrementos de nuestra vida democrática, que juegan su papel para que todo siga igual, para que nada cambie. De esta parálisis depende, en realidad, su supervivencia".

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