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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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La 'realpolitik' de Fahd y Arafat

Emilio Menéndez del Valle

Ni las conclusiones de la última cumbre árabe de Fez, incluida la adopción del plan para la paz en Oriente Próximo propuesto hace un año por el entonces príncipe y hoy rey de Arabia Saudí, Fahd, ni el proceso de los últimos meses, que ha llevado a árabes y palestinos a tales conclusiones, tienen explicación fuera del contexto internacional e interárabe que los ha originado y condicionado.

Cuando en Fez se expresaba Arafat patéticamente ante una veintena de jefes de Estado árabes ("hermanos, reyes, presidentes y emires árabes: los tiempos no nos son favorables"), estaba aludiendo a ese contexto, y cuando declaraba que "la actual situación exige una actitud nueva y calculada" y que es preciso "revisar nuestras posiciones y compromisos", hacía gala de un realismo político que puede convertir a la OLP, forzada militarmente a retirarse de Beirut, en una organización con una formidable capacidad diplomático-política susceptible de favorecer más y mejor los derechos nacionales de los palestinos.Analicemos, pues, el contexto. De entrada hay que destacar la preocupación manifestada por el secretario general de las Naciones Unidas a causa de la tendencia hacia la anarquía internacional, favorecida por la ineficacia de las instituciones de la ONU y del sistema de seguridad colectiva. Creo, no obstante, que sería más riguroso calificar la situación de caótica, en lugar de anárquica. En el sentido que Pérez de Cuéllar utiliza el adjetivo anárquico implica algo de control. Sin embargo, los movimientos actuales tendentes a llevar a las sociedades tercermundistas al caos económico-político están claramente orientados de antemano por sectores que tienen interés en que ello ocurra. Está por ver si las fuerzas progresistas y sensatas de Occidente colaborarán en este empeño o sabrán reaccionar a tiempo.

El caos político está representado, entre otros, por la creciente tensión Este-Oeste, el bloqueo de la CSCE o el de las conversaciones sobre limitación de armas estratégicas, para no hablar del boicoteo indirecto del Movimiento de Países no Alineados por parte de las dos superpotencias.

Pero mucho más grave resulta el caos económico internacional: la deuda externa de los países subdesarrollados asciende ya a 450.000 millones de dólares. Sólo un verdadero nuevo orden económico internacional podría comenzar a poner fin a tal desmán, y ello en beneficio no únicamente de los países pobres, sino también de los industrializados. Porque ¿a quién van a vender los países ricos si las cosas siguen así? Si bien Europa occidental ha tomado conciencia del problema, la gran potencia americana parece obstinada en ignorar la angustia del Tercer Mundo y en despreocuparse de los intereses comerciales de sus aliados europeos.

Así, los impulsores de la reaganomics, concepciones económicas nacionales e internacionales que mantiene la actual Administración de EE UU, se han propuesto desmantelar el propio concepto del diálogo Norte-Sur, esto es, la vía más idónea -junto con el diálogo Sur-Sur- para establecer un nuevo orden económico. Pretenden poner fuera de juego a una institución como la organización de la ONU sobre comercio y desarrollo (UNCTAD), porque defiende activamente los intereses de los países subdesarrollados, y que su lugar lo ocupen el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y otros organismos, como el GATT, en que los intereses de Washington son preponderantes.

En esta línea, el nuevo presidente del Banco Mundial, Carl Clausen, promovió hace unos meses una campaña de denuncia del concepto Norte-Sur, al que acusa de simplista. Según él, no se puede hablar de dos partes en la negociación, dado que "el mundo multipolar de hoy contiene por lo menos ocho polos de considerable relevancia económica". Clausen propicia que el Banco Mundial e instituciones afines negocien no como hasta ahora con el Sur en bloque (UNCTAD), sino por separado con los diversos polos. Es un intento irresponsable de dividir con la intención de vencer pírricamente y que puede provocar un abismo definitivo entre Norte-Sur.

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Esta ofensiva en toda regla, que algunos sectores poderosos, egoístas y miopes del mundo occidental llevan a cabo contra el Tercer Mundo, que ha conseguido paralizar la OUA, herir de muerte a la OEA, retrasar el proceso de profundización y clarificación de los no alineados y que pretende liquidar la UNCTAD y desintegrar la OPEP, ha encontrado su primera resistencia seria en la cumbre árabe de Fez. Esos poderosos lectores occidentales han ido demasiado lejos y provocado que regímenes conservadores y progresistas árabes comprendan que, de una u otra manera, la ofensiva les afecta a todos. Estos sistemas están comenzando a forjar una estrategia, aún incipiente y con numerosas brechas que cerrar, que facilitar la recuperación de los pueblos tercermundistas en su conjunto, fenómeno que Europa debería no perder de vista.

Resistencia palestina

Y es precisamente en este contexto donde se mueve la resistencia palestina. Se trata de un medio que le es hostil no solamente a ella, sino a los pueblos que combaten por conseguir unos derechos que les son negados. Dejando para otra ocasión las causas de la pasividad soviética ante la crisis de Oriente Próximo, hay que decir que los palestinos tienen en su contra, en lo que respecta a la consecución de sus objetivos máximos, no solamente el medio que estamos considerando, sino además la ausencia de una actividad árabe coordinada y congruente en su favor. Duran te años, el radicalismo árabe ha sido incapaz de ofrecer una solución a los palestinos, quienes han debido desenvolverse en un ambiente de matanza, divisiones y demagogia. Un ambiente que ha llegado a producir un Gadafi que, en pleno asedio sionista de Beirut, recomienda a la resistencia palestina que "se suicide con honor". Ese mismo Gadafi, acosado por los norteamericanos, que le prodigan gestos y actos provocadores, se pasea por los países inoportunos de la Europa del Este -Checoslovaquia, Polonia-, mientras toda la Liga Arabe se reúne en Fez. Con la importante excepción de Mubarak, el presidente egipcio, quien, expectante y solícito hacia sus hermanos árabes, pero a quien todavía no se le permite acudir a Fez, viaja al Este disidente -Yugoslavia, Rumanía- en busca de sintonías que le ayuden a recobrar su antiguo papel entre los no alineados y la familia árabe.

Estando así las cosas, en la recientemente celebrada cumbre árabe se han impuesto la moderación, la realpolitik y, probablemente, la eficacia. ¿Están Arafat y Fahd sincronizados para el lanzamiento e implantación de un plan de paz que resulta moderado para Europa occidental e incluso para Estados Unidos, pero radical e inaceptable para Beguin? ¿Han participado en la elaboración del plan Fahd, como se dice en Occidente, asesores de la OLP? En cualquier caso, esta es la hora de una OLP moderada. Si hasta ahora el radicalismo árabe no ha conmovido a Beguin, de ahora en adelante se trata de que la moderación de Fahd y Arafat se le transforme en algo que por su inesperada naturaleza le resulte difícilmente digerible.

'Teorema de Bechtel'

En tiempos de grave crisis internacional y de asedio de las aspiraciones de los pueblos del Tercer Mundo, la responsabilidad primordial de la OLP es capear el temporal y aguardar, lo más activamente posible, tiempos mejores. A pesar de todo, desde el relevo de Haig en el Departamento de Estado de EE UU -relevo al que probablemente no fue ajeno el rey Fahd-, ciertas dosis de cordura comienzan a hacerse sentir en Washington.

Así, lo que el historiador francés Alexandre Adler ya ha bautizado como teorema de Bechtel comienza a surtir efectos. Bechtel es la multinacional norteamericana con considerables intereses en Oriente Próximo y Medio, en la que han trabajado los actuales secretarios de Estado, Shultz; de Defensa, Weinberger, y el mediador en Oriente Próximo, Habib. El teorema de Bechtel que menciona Adler tiene como principales postulados de política exterior una simultánea rigidez para con la URSS, apertura hacia el mundo árabe y reticencia hacia Israel.

Factores todos ellos que, independientemente de posibles y sustantivas diferencias de opinión, Fahd y Arafat parecen estar manejando inteligentemente estas semanas.

Emilio Menéndez del Valle es experto del PSOE en temas internacionales.

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