Lara asegura que jamás impuso el Premio Planeta

"Los críticos no hacen vender ni quitan ventas" dice y, a lo que parece, cree firmemente José Manuel Lara Hernández, editor que esta noche hará entrega del 31º Premio Planeta. El más caro de la literatura española -ocho millones de pesetas para el ganador y dos para el finalista- y el más vendido, según su creador. A la final han llegado veintitrés novelas de las 345 que se presentaron al premio, de las que cinco merecen los plácemes de Lara hasta el punto de que ha decidido publicarlas independientemente de que ganen o no.Las novelas favoritas de Lara son: Destruyan a Anderson, del periodista Fernando Martínez Lainez; La conspiración del golfo, del embajador Fernando Schwartz; La mantis, La sombra del otro y En un jardín, firmadas con los seudónimos de Oscar Nilo, Douglas González y Finisterre, respectivamente. No dice cuál prefiere "porque luego se enfadan los otros".

"Yo no puedo decirle quién hay detrás de cada seudónimo, aunque lo sé porque los propios autores se encargan de que uno se entere" sigue diciendo Lara, "ni tampoco quién va a ganar, porque luego pasa lo que pasa; ya una vez el jurado decidió una cosa a mediodía y cambió su decisión por la noche, para que luego digan que soy yo el que impone el premio; no, no, jamás lo he hecho!"

Resulta imposible saber a ciencia cierta cuántos miles de ejemplares vende el Premio Planeta. Pese a que la editorial dispone de un complejo sistema de computadoras que suministra a la dirección los datos de ventas, el editor no suelta prenda, a lo sumo reconoce que Y Dios en la última playa, de Cristóbal Zaragoza, ha vendido "más de 600.000 ejemplares". De las cifras anteriores no quiere hablar porque "con lo de los impuestos a Hacienda, los autores podrían enfadarse, no los últimos, porque lo declaramos todo, pero los de antes no digo yo riada".

Las críticas no le interesan, desde su perspectiva de promotor de best-sellers. "Los críticos no hacen vender ni quitan ventas, lo que sí hace vender un libro son las entrevistas. A los críticos les da por elogiar la calidad literaria intelectual y eso no tiene que ver con la gente ni con sus gustos".