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Los industriales españoles temen que la CEE reduzca sus importaciones de acero

Soledad Gallego-Díaz

España puede ser uno de los primeros países en pagar los platos rotos de la guerra del acero entre la Comunidad Económica Europea (CEE) y Estados Unidos. Los industriales españoles temen que los diez pretendan reducir el año próximo sus cuotas de exportación y han solicitado al Gobierno de Madrid que salga ya al paso de cualquier tentativa de este género.

En la reunión de seguimiento del acuerdo siderúrgico CEE-España, celebrada ayer en Bruselas, la delegación española advirtió a los comunitarios que nuestros empresarios no admitirán ninguna rebaja motivada por las pérdidas de los diez en Estados Unidos.La crisis siderúrgica en la CEE alcanzará este cuatrimestre su peor momento: 25,6 millones de toneladas de producción contra 31,4 millones en el mismo período de 1981. Esta baja, impuesta drásticamente por la Comisión europea para contrarrestar la caída de la demanda y su repercusión en los precios, se suma a las dificultades de la CEE para exportar hacia Estados Unidos.

Los países terceros, y entre ellos España, temen que, a la hora de renegociar los acuerdos siderúrgicos para 1983, la Comisión pretenda reducir las cuotas y obtener en otros mercados lo que pierde en el norteamericano.

Guerra de cifras

Por el momento, la Comisión se ha lanzado a una batalla de cifras con España: según sus . cuentas, los industriales españoles han exportado en los siete primeros meses de este año 620.000 toneladas del total de 780.000 que le fueron designadas para 1982. Los expertos españoles afirman que las exportaciones de acero en los ocho primeros meses no han pasado de 404.000 toneladas y, que la diferencia se debe, fundamentalmente, a que la Comisión cuenta, como exportaciones de.1982, partidas que corresponden al año anterior, pero que se encontraban en las zonas "francas de los puertos de destino. Los expertos de la CEE contarían también como exportaciones españolas algunas partidas que fueron vendidas a países terceros y después reexpedidas al mercado comunitario.

Francia, el Reino Unido y la República Federal de Alemania figuran entre los países que han protestado por lo que estiman excesiva rapidez de las ventas españolas.

Ante la imposibilidad de llegar a ningún acuerdo, y dado que el problema sobre las fórmulas de recuento se plantea sistemáticamente cada año, la CEE y España acordaron ayer convocar una reunión de expertos que proponga un sistema aceptable por ambas partes.

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