Treinta alumnos suspenden un examen de acceso a la Universidad después de ser calificados con un 10

Treinta alumnos del instituto Ramiro de Maeztu, examinados para el acceso a la Universidad por el tribunal número 9 de la Universidad Autónoma en la convocatoria de junio, aparecen calificados con suspenso en una determinada asignatura a pesar de que la profesora que corrigió sus ejercicios les había puesto a todos un 10, es decir, la máxima puntuación.

La explicación de este hecho podría guardar relación con la denuncia que la propia profesora que calificó los ejercicios formuló ante las autoridades académicas por la irregularidad manifiesta que, a su juicio, representaba el hecho de que, sin ser ella miembro del tribunal de la mencionada prueba de selectividad, se le hubiese encomendado la custodia y corrección de tales ejercicios. Si aceptó hacerse cargo de éstos, según ella misma aclara, fue precisamente con la intención de denunciar una de las corruptelas que, al parecer, constituyen tradición casi generalizada en los exámenes de selectividad, y entre las que precisamente esta de la entrega de los ejercicios por un miembro del tribunal a otro que no lo es, e incluso éste segundo a un tercero, no parece ser una de las más graves.Según explica la propia profesora, Encarnación Tendero, en un informe que ha dirigido al rector de la Universidad Autónoma, el pasado 1 de julio, cuando se encontraba en las escaleras de acceso al local en que se efectuaba el examen, fue requerida por una profesora de Física y Química, miembro del tribunal, quien le presentó al profesor Ramiro Flórez, otro vocal y titular de la asignatura de Filosofía. Este le ofreció hacerse cargo de la corrección y calificación de los ejercicios de Filosofía de los alumnos pertenecientes al instituto San Mateo y a un grupo de los del instituto Ramiro de Maeztu, ya que la profesora de Física se había negado a hacerlo.

Añade Encarnación Tendero en su informe que, después de advertir al profesor Flórez del riesgo que corría al someter la custodia y corrección de los ejercicios a una persona desconocida del tribunal y ajena al mismo, acabó aceptando precisamente con la intención de denunciar el hecho, y ello después de calificar todos y cada uno de los ejercicios con un 10, justamente para hacer más evidente la irregularidad advertida.

La profesora devolvió los ejercicios así calificados a la compañera que había actuado de intermediaria para que ésta se los entregara al presidente del tribunal, no sin antes haber intentado poner en antecedentes de todos estos hechos al rector para que éste obrase en consecuencia, cosa que no consiguió porque se trataba de un fin de semana. En su relato de los hechos explica que no quiso retener los ejercicios para no exponerse a ser acusada de retención o tenencia ilícita de documentos oficiales y para no perjudicar a los alumnos, muchos de los cuales habían sido discípulos suyos en COU durante el pasado curso.

Con posterioridad puso al presidente del tribunal, profesor Arnaiz, en conocimiento de todos estos hechos y cuál había sido su intervención personal en los mismos, pero éste se limitó a responderle textualmente: "Usted podía haber depositado los ejercicios donde hubiese considerado conveniente. Los ejercicios han sido corregidos por el catedrático y los alumnos han sido calificados. Haga usted la denuncia que considere oportuna". Es de significar, por último, que el tribunal número 9 no hizo públicas las calificaciones hasta pasados dieciséis días y que veinte de los treinta suspensos eran alumnos de la profesora Tendero.