Desafinado
Puede que esta obra tenga un abundante público infantil, ampliando el concepto de infantil no sólo a los niños, sino a muchos mayores. Los niños tendrán la ventaja de que, siendo como es de deficiente la educación musical en las escuelas españolas, no les molestarán demasiado al oído las voces y la orquesta; y, acostumbrados a las sesiones infantiles de su tele, no echarán de menos otras virtudes del teatro.La historieta, el cuento rosa es el de la familia Trapp: un caso verídico sucedido en la Austria del Anschluss, contado en un libro por la baronesa Von Trapp y adaptado a la escena en Estados Unidos (Nueva York, 1959), desde donde inundó el mundo: película, discos, versiones, traducciones. Aquí se hizo ya en el teatro de la Zarzuela, durante una temporada de comedia musical, en versión de José López Rubio.
En aquella época aún quedaban actores cantantes, respeto a la escena, escenarios capaces y miedo al público.
Riesgo personal
Quizá hoy ya no se puede hacer un musical de esta envergadura. La versión estrenada en el Príncipe demuestra que no es posible. No dejo de sentir una gran admiración por Juan José Alonso Millán y por la directora del teatro Carmen Troitiño -detrás de cada uno de ellos hay muchos años de batalla teatral- por lo que supone este enorme esfuerzo, este riesgo que corren en tiempos que no están para ello: hay una inversión de dinero en montaje y en nómina que supone un considerable valor personal.Solamente que quizá esta obra, El sonido de la música, o Sonrisas y lágrimas o La familia Trapp, no lo merecía y, además, es imposible de representar con dignidad. Lo único que dignifica esta versión desafinada -en todo- es, precisamente, el riesgo personal.
Niños de todas las edades
Desearía con ellos que el teatro se les llenara de niños de todas las edades: no les va a hacer más daño en su educación teatral y musical del que les hace lo que habitualmente se les da como música y teatro. Para adultos mentales no sirve: por poco concepto que tengan de la música, el canto, la estética, la dicción, la narración, la dramaturgia y la contemporaneidad, sufrirán.
Babelia
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