Entre místicos y pícaros
El viejo león se declara partidario de la democracia orgánica y lamenta que aquel sisterna corporativista sufriera el desprestigio de los Mussolini, de los Hitler, de los Franco y de los Salazar. El sigue como en los treinta. Enérgico en lo político y sereno en la investigación. Todavía hay temas que le hacen perder alguna paciencia.Por ejemplo, la corrupción. "No olvide usted que España tuvo a los místicos, pero también tuvo a los pícaros. Somos mitad y mitad mística y picaresca, que son los dos géneros típicos de la literatura española. Periodistas que cobran del poder, políticos que se enriquecen, ministros sinvergüenzas. Conozco a unos cuantos que antes de meterse en política no tenían tres céntimos y, a los cuatro años, ya son millonarios. Antes, no. A la gente de la Restauración le costaba dinero la política y sólo de uno tengo la sospecha de que era inmoral. Y los hubo que se arruinaron, como Natalío Rívas, que tenía mucho dinero y se lo gastó en política, o Sánchez Guerra, que vivía en un tercer piso".
Con Pedro Sainz Rodríguez es difícil fijar la conversación. Hablas de mística y aparece la política. Y quieres conocer su aventura ministerial con Franco y te adentra, si te descuidas, en cualquier teoría de alguno de sus autores preferidos, que son casi todos místicos. "Mire usted, se dice que todos los ministros de Franco robaron. Y no. Yo podría probar que a mí el ser ministro me costó exactamente 275.000 pesetas de las de entonces. Lo podría probar, mes por mes, en los dieciocho que fui ministro. Y es que, como yo estaba en San Sebastián y la fortuna de m¡ madre y la de la familia la tenía depositada en el Hispano Americano de Madrid, en zona republicana, me fui a ver al presidente del Hispano, al marqués de Anedo, que era muy amigo mío, y le expliqué mi situación y que sí tomábamos Madrid le devolvería lo que me prestase pero que, si no tomábamos la capital, pues que todos al carajo. Lo cierto es que yo necesitaba un crédito que entonces llamaban un crédito faccial, es decir por la cara, y me lo dieron, claro. 300.000 pesetas. Y cuando cesé de ministro, llamé al banco y les pedí el estado de la cuenta para liquidar el crédito. Me faltaban por gastar 25.000 pesetas. Eso es lo que dejé de perder en mi oficio de Ministro. Soy amigo de todos los ricos de España, lo fui de Juan March, del padre de estos Fierro, de toda la banca, de todos los plutócratas. Y no he sido nunca, pero nunca, de un consejo de administración, no he hecho un negocio nunca. No tengo más que el dinero, que heredé de mi padre, que lo tengo muy dísminuido porque he vivido de él siempre, y la jubilación de mi cátedra".
¿Y cómo ha comprado tantos libros, algunos verdadermanete únicos? "Ese sí que es un misterio. Don Marcelino no tenía dinero tampoco, lo que ganaba con sus colaboraciones, su sueldo en la Biblioteca Nacional, y dejó 45.000 libros que valdrían hoy una millonada. Otro tanto se podría decir de mi caso, que tampoco tenía dinero y he reunido veintitantos mil libros. Es como un misterio, sí, aunque, aquí, en España, hubo una época en que los libros latinos los echaban al peso, si es que no los tiraban, e iba usted y por cuatro perras gordas compraba las obras de Suárez, que recuerdo haber visto vender a kilos. Además tuve la ventaja, en la época de Franco, de vivir fuera, en Lisboa, cuando en España comprar un libro extranjero era una obra de romanos, así que por aquí encontrará usted alguno que no existe en ninguna biblioteca española".
Babelia
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