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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Mes y medio en Chile

Después de pasar un mes y medio en Santiago de Chile, dentro del programa de investigación cooperativa con la Universidad de Chile, he regresado a España con un buen cúmulo de experiencias, entre ellas un sentimiento vivísimo de horror a los gobiernos dictatoriales.Chile es un hermoso país con una relativamente larga tradición de gobiernos democráticos. Un buen número de sucesos desafortunados permitió, sin embargo, que se produjesen las circunstancias propicias para que se diese el golpe militar de Pinochet.

La situación, tras más de un lustro de dictadura, me recordó intensamente el 1984 de George Orwell.

Cualquier cargo público de mediana importancia es ocupado por militares. Por ejemplo, el rector de la Universidad de Chile es un general de brigada. El país ha servido como un verdadero laboratorio, en el que los chicago boys han experimentado las más fascinantes teorías sobre los efectos mágicos del mercado. Una reducción casi total de aranceles y un artificial mantenimiento de la cotización del dólar a un precio irrealmente barato trajo una consecuencia inmediata: toda la industria nacional se destruyó. Desde los fósforos a los automóviles, todo se importa. Dramáticos efectos de la situación económica pueden percibirse en los innumerables espontáneos lavacoches y en la abundancia de niños dispuestos a guardar el auto por unos pocos pesos. Como colmo de la incongruencia política mencionemos un hecho signíficativo. En el transcurso de un mes la política cambiaria sufrió tres cambios absolutamente contradictorios entre sí. Desde la más absoluta rigidez en el precio del dólar, hasta la más absoluta libertad, terminando finalmente con la creación de un dólar preferencial para cierto tipo de deudas en dólares.

El chileno instruido se espanta ante tanta falta de sentido común. Pero prácticamente no pueden hacer nada. Ese es el problema de las dictaduras.

Desde un punto de vista menos cuantificable, es preciso mencionar la descarada manipulación de los medios informativos. La mas sistemática y triunfalista propaganda, recurriendo con frecuencia al recurso del nacionalismo. Parece que, en especial, la televisión (verdadero vicio nacional al cual desgraciadamente no somos ajenos) es un vehículo de poderosísimas posibilidades para las dictaduras, y parece que el Gobierno lo sabe. Quiero finalizar este comentario haciendo referencia a cómo el chileno con información ve desde la lejanía el cambio político español. Para ellos el hecho de que un país con cultura de raíces comunes sea capaz de realizar la transición sin excesivos traumas es un dato valiosísimo. Muchos miran con ilusión y esperanza los sucesos que se producen en la vieja piel de toro ibérica. Detecté, por otra parte, algún intento de deformar la realidad española, mostrándola mucho más tensa e inestable de lo que es.

Creo que frente a los hermanos chilenos y frente al resto del mundo latinoamericano España tiene un gran ejemplo que dar. Por otra parte, creo que todos los países en los que la libertad sigue siendo un principio básico tenemos una responsabilidad, al menos, de hacer valer dicho principio en los medios internacionales. Casos como el de Polonia y Chile no deben quedar

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en el cómodo baúl de los recuerdos. / .

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