El 'aceite de regulación' marcó la pauta de una picaresca que terminó en tragedia
"La Administración no tenía nada que descubrir, pues sabía lo que pasaba. Pero, en el caso de que hubiese tenido algo que descubrir, hacerlo era bien fácil. Los aceites vegetales para consumo de boca tienen en España tres clasificaciones: aceite de oliva (virgen o refinado), aceite de girasol y aceite de semillas. El destino de nuestra producción de aceites de semillas no aparecía en el comercio o aparecía en una mínima parte, luego era fácil deducir dónde estaba. ¿Dónde iban a parar las 120.000 toneladas anuales que, aproximadamente, se producen? ¿Ha visto usted en las tiendas muchas botellas de aceite que no sean del llamado oliva o del llamado girasol? Sólo cabe una respuesta: la mezcla. Esto ha sido el pan nuestro de cada día en nuestro país, donde se ha querido hacer la pantomima de que todo el mundo podía tener acceso al purísimo aceite de oliva español, hasta los más pobres creando, por derivación, toda una red de relajación comercial"."Cuando las grasas españolas no eran suficientes, o suficientemente rentables, para hacer las mezclas, se importaban. Con la importación ocurría otro tanto. Por encima de todo, el criterio de la Administración era el de defender esa absurda política de grasas, de forma que lo de menos era si el importador de esta grasa o aquélla la conducía o no al destino declarado. Por aquí se originaría el mercado negro del aceite y el contrabando".
El 'mercado negro' de la soja
"Es típico lo ocurrido con el aceite de soja. La Comisaría de Abastecimientos y Transportes, después el FORPPA, adjudicaba a los industriales alimentarios y a los envasadores un cupo de aceite de soja, que retiraban de las extractoras, ya refinado. Estos cupos dieron lugar a un mercado negro del aceite de soja que se destinaba a la adulteración del de oliva. Para el industrial alimentario era fácil justificar que había consumido el cupo adjudicado. La Administración era incapaz, o no se ocupaba, de controlar si este industrial se ajustaba realmente o no a la producción que declaraba. Para los envasadores también era fácil quedarse los kilos del cupo que quisieran, pues, con poner en las facturas de venta más kilos de los realmente vendidos, se cubrían. ¿Cómo iba a verificar la Administración todas las facturas de venta a detallistas?".
"Otra de las irregularidades practicadas con la soja está en la falta de control del volumen real de aceite que se extrae del haba. Se marca un deteminado número de kilos que deben ser declarados como extraídos del haba importada y adjudicada en cupo; pero, si se extraen más kilos, el extractor no tiene obligación de decir lo que hace con él. ¿A dónde va ese aceite? No hay que ser demasiado mal pensado para creer que su destino es el mercado negro".
"Igual vista gorda se hacía en la importación de otras grasas no comestibles libres de importación, como los ácidos grasos y los aceites ácidos, con cuyas licencias se traían, fraudulentamente y de contrabando, aceites comestibles sujetos a comercio de Estado y, por tanto, no importables libremente. ¿Cómo es posible que la Administración no se diera cuenta de que se importaban cantidades de esas grasas, los ácidos grasos o los aceites ácidos, que resultaban excesivas para las necesidades españolas en el uso habitual de tales grasas? ¿No era fácil ver que, en realidad, no se importaban las grasas declaradas, sino que ellas camuflaban la entrada de otras? Para demostrar esto no hay más que seguir la pista de las listas de las importaciones. Bajo una de esas licencias hizo Lípidos, el año pasado, su entrada ilegal de aceite de colza comestible".
Glicerina y esterificadoras
"Otro aceite que se ha utilizado para la adulteración del de oliva es el aceite esterificado. Este aceite procede de los subproductos de grasas menos nobles, animales o vegetales, cuyo destino no se autoriza para el consumo alimentario. Este aceite se obtiene por mezcla con glicerina, en proporción de una molécula de ésta por cada tres de grasa animal o vegetal. No tengo ni idea de cuánto de este aceite ha podido mezclarse con el de oliva. Tampoco sé cuántas plantas de esterificación, clandestinas o no clandestinas, existen en España. Pero, desde luego, la Administración puede saberlo muy fácilmente, a pesar de que ha dicho que le resulta difícil. No tiene que hacer más que seguir la pista de los importadores de este producto, la glicerina, y puede llegar a interesantes conclusiones en cuanto vea qué destino ha dado a tal producto cada importador".
"Las mezclas ya eran moneda corriente cuando nace Lípidos Ibéricos y pone en el mercado un aceite comestible ole más bajo precio que algunos de los que se utilizan esas mezclas. Nosotros vendíamos a la industria alimentaria y a la no alimentaria y a mayoristas: Salvador Alamar, Manuel Franco, etcétera. En la industria está claro el destino del aceite. En la no alimentaria, distribuimos a la textil, del cuero, siderúrgica, de aditivos para lubricantes, fabricación de antibiéticos, etcétera. En la alimentaria, su principal empleo es en la industria de freiduría, gauetería y bollería. Lípidos no ha vendido su aceite embotellado y al detalle como grasa para cocinar en sustitución de la manteca de cerdo por falta de estructura para ello pero sí existen marcas que se sirven de nuestro aceite a tal efecto, con la consiguiente autorización de Sanidad, desde 1976. Y no preguntábamos a los mayoristas qué iban a hacer con él. No teníamos por qué. Nuestro aceite era y es bueno, es comestible, también está autorizado y registrado como tal por Sanidad desde 1979, lo cual hace que resulte de carcajada que se nos haya imputado lo contrario Ahora bien, la mezcla de aceites vegetales o animales, con el de oliva está prohibida por los ministerios económicos en razón de la política proteccionista. Nosotros suponíamos que nuestro aceite, por vía de los mayoristas, podía ser utilizado, como otros, para mez clarlo con el de oliva. La adulteración, vuelvo a repetir, era vox populi, pero no era nuestro problema legal".
El 'chollo' de la colza
"En lo del contrabando de colza comestible nos liaron. Estaban las cosas como estaban, en ese barullo, y nos dijeron que si era fácil que si se ganaba rápido. Bien. Caímos en la tentación. Y trajimos unos tres millones de kilos en cuatro barcos, durante el primer trimestre del año pasado, bajo el nombre de aceite ácido. Ya lo han contado ustedes".
"Cuando surgió todo el escán dalo, por la intoxicación, nosotros estábamos, por este lado, tranquilos. Y, cuando nos dijeron que habían detenido a un empleado nuestro por vender aceite de colza comestible a una de las empresas implicadas en la adulteración, dimos toda clase de facilidades a la policía. Personalmente acudí a informar sin que me llamaran. Mi detención posterior nos dejó perplejos, porque la infracción de importación ilegal no conlleva cárcel actualmente. Al ver que se nos implicaba en la intoxicación, no podíamos creerlo. Tanto es así que mi socio, Ignacio Baxeiras, ahora huído desde que supo que se le iba a procesar, y que es quien realmente llevaba todos los aspectos comerciales, continué en España tras mi detención".
"Nosotros conocíamos el aceite de colza desde hace muchos años. En nuestra anterior empresa, Industrial Molturadora, hicimos pequeñas operaciones comerciales con él. Debimos ser los primeros, o de los primeros, que lo importaron. En principio se nos quiso negar el permiso de importación, puesto que no es, ni era entonces, aceite de importación libre. Fue en 1969. Al explicar que lo necesitábamos para servir a clientes de la industria no alimentaria, el Sindicato Nacional del Olivo, que entonces tenía competencia en estos asuntos, nos indicó que, en tal caso, tendríamos que desnaturalizar el aceite para introducirlo en España; pero no nos supieron decir cómo se hacía esto y nos sugirieron que consultáramos a algún centro especializado. Recurrimos nosotros al Instituto de la Grasa, de Sevilla, que emitió un informe. En él señala que si la Administración tuviese temor de que partidas de aceite para uso técnico, con fines puramente industriales, pudiesen tener aplicación en la alimentación humana, cabía la posibilidad de ordenar una desnaturalización mediante la adición de un 10% de aceite de ricino. Se inclinaban por el ricino porque no creían que desvirtuase las propiedades del aceite de colza, que lo hacen especialmente apto para la industria, y por reunir condiciones de buen desnaturalizador: comunica un sabor desagradable, no se elimina por procedimientos normales, no es tóxico y se identifica fácilmente en niveles mínimos".
"Cuando creamos Lípidos dejamos en suspenso nuestro pequeño comercio de colza. El chollo de la colza en España, tal como ahora se ha visto, se facilitó al permitir otros desnaturalizantes, fácilmente eliminables, aunque fuesen tóxicos, en sustitución del ricino. ¿Por qué no se tuvo en cuenta al Instituto de la Grasa? El hecho es que el incremento de las importaciones de aceite de colza desnaturalizado se inicia en el momento en que se permiten otros desnaturalizantes distintos al ricino. Esto coincide, a su vez, con la época en que los países productores de aceite de colza consiguen mejorar su calidad para el uso alimentario manteniendo su bajo precio. Y, en pleno auge de ese incremento -porque está claro que gran parte de tal aceite de colza desnaturalizado se destinaba al consumo alimentario-, se produce la intoxicación masiva, en la que nos pretenden presentar como pantalla de humo".
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