El factor social de las enfermedades
Durante años me han pedido ayuda por procesos clínicos o trastornos psicofísicos que, trastocando seriamente su vida individual y familiar, se habían originado a partir del surgimiento de problemas sociales. Y estas dolencias no aparecían en grupos de población con superiores niveles de confort e ingresos económicos más altos, y en los que a su vez hay padecimientos que no aparecían en aquellos.¿Cabía pensar en que fuesen factores sociales la causa de estas enfermedades? Pregunta difícil, pero que hoy considero rotundamente afirmativa por la experiencia directa que he vivido. Es más: considero que la situación política, social y económica de un país condiciona el nivel de salud de su población, y si dentro de ésta hay desigualdades es por lo inadecuado que es el sistema sanitario que se deriva de aquellas realidades socio-políticas y económicas que son inseparables de la salud. La mala salud de los grupos desfavorecidos, tanto en, los países desarrollados como en los de menor desarrollo, tiene su origen en la desigual distribución del poder político, económico y social, y un ejemplo evidente es ver cómo las tasas de morbilidad y mortalidad son más altas en los grupos pobres que en los ricos.
La escasez de viviendas, su insalubridad y el hacinamiento son los problemas sociales más graves y primarios que tiene el hombre desde que habita la Tierra, origen de múltiples enfermedades del niño al adulto, y a las que suele añadirse un bajo nivel económico, rayano en la pobreza en muchas. ocasiones. Las tasas de mortalidad y morbilidad son más altas entre la gente que habita en viviendas insalubres que la que vive en casas con higiene, a causa de la falta de agua corriente, mala ventilación, humedades, presencia de rdedores e insectos, etcétera. Procesos broncopulmonares agudos, recidivas de bronquitis crónicas con insuficiencia. cardiaca, reumatismos graves, enfermedades infecciosas y parasitosis son comunes -en quienes tienen que vivir en viviendas inadecuadas que, con una justa política social, podrían evitarse en su totalidad.
Trabajo y salud
El trabajo no debe perjudicar el estado de salud, y, sin embargo, influye, directa o indirectamente, de forma desfavorable en la mayoría de los casos. Las malas condiciones de trabajo producen fatiga industrial por excesivo número de horas, por monotonía, rapidez, falta de descansos, posturas incómodas, ruidos e inadaptación que, entre otras circunstancias, impiden el imprescindible reposo y el sano ejercicio que exige la vida misma. Agentes físicos, químicos, biológicos y accidentes de trabajo configuran una amplia patología donde el trabajo, es la causa de más de 2.000 enfermedades internacionalmente reconocidas
Un salario insuficiente origina problemas de alimentación (déficit de proteínas), de vivienda (insalubridad y hacinamiento), de educación y del necesario ocio, y obliga a procurarse más medios económicos a través de afanosa búsqueda de otros trabajos, en. general chapuzas, donde la explotación y la inseguridad son la regla. Así, son lógicos los estados de tensión psíquica; el estrés, con todas sus estaciones jaquecosas, digestivas, cardíacas y psíquicas, principalmente; el cansancio y abatimiento psicofísico y un hago etcétera que lleva a consultar al médico a quienes lo sufren. Y un dato estremecedor algunos pacientes nos expresan su dificultad, cuando no imposibilidad, para poder pagar ese 40% de aportación que le exige la Seguridad Social por la medicación prescrita, por lo que puede llegar a prescindir de ellas. Creo que esto exige una detenida meditación.
Es, a mi juicio, la más importante causa social de enfermedad. Un empleo seguro confiere tranquilidad y seguridad; el paro, por el contrario, origina una vasta sintomatología clínica que, a su vez, da paso a otra patología social más grave: delincuencia juvenil (y no tan juvenil), alcoholismo, drogadicción, robo y violencia, prostitución, depresiones, suicidios, etcétera, terrible problemática que, aunque de sobra conocida, exige un detenido análisis y un adecuado tratamiento de sus causas. Por ejemplo: el tabaquismo y el alcoholismo producen estragos individuales y colectivos y, sin embargo, ¿qué se hace para solucionarlos? Reprimir y prohibír y, a la vez, mantener la estructura social que los fomenta; es decir, lo contrario de lo que se debería hacer: analizar en profundidad sus causas y corregirlas. Pero no a través de cambiar comportamientos, sino modificando la estructura económica y social que genera esos problemas y sus consecuencias. En nuestro ensayo de hospitalización a domicilio hemos constatado la terrible realidad de que un significativo porcentaje de enfermos no ha podido ser atendido en sus domicilios porque en ellos no disponían de mínimos vitales: imposibilidad para procurarse alimentos, falta de agua corriente, insalubridad de la vivienda o falta de higiene elemental. Circustancias en las que, en todos ellos, había comenzado la enfermedad que les llevó al hospital. Y llevarles allí hubiera sido infrahumano.
Razones sociales obligan a quedarse en el hospital innecesariamente; mientras, los trabajadores sociales comenzarán la odisea de buscarles una residencia, un asilo o algo similar que les acoja en la sociedad no tienen cabida. ¿No es insultante esta incalificable injusticia nacida de una o múltiples causas sociales?. Pero esos mínimos vitales también deben alcanzar a la asistencia sanitaria.
De nada sirve que los hospitales den una asistencia inmejorable, de muy alta calidad, si la infraestructura social y sanitaria poshospitalaria es defectuosa, incompleta y de compleja burocracia. Se pierde la continuidad asistencial al no tener asegurados esos mínimos vitales y asistenciales que la sociedad, que no la naturaleza, tan injustamente reparte.
Mucho me temo que la Organización Mundial de la Salud no consiga hacer realidad su lema "Salud para todos en el año 2000", y si fracasa tan noble deseo sólo será por causas de claro origen social, subsanables con decidida voluntad política.
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