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Los atractivos de la próxima temporada de ópera incluyen un estreno de Luis de Pablo y actuaciones de Caballé y Domingo

El estreno de una ópera de Luis de Pablo es el acontecimiento más importante de la próxima temporada de ópera en el teatro de la Zarzuela, de Madrid, temporada en la que Montserrat Caballé cantará Semíramis, y Plácido Domingo, Falstaff, y quizá Otello. No vendrá, en cambio, ninguna de las compañías invitadas que, casi siempre de países del Este, completaban tradicionalmente el festival. Aunque aún no está perfilada del todo, en la información que sigue se destacan los aspectos más seguros de esa programación.

La temporada está sólo en esbozo. En parte, porque es demasiado pronto -con el ritmo español de organización- para tener terminada la contratación y los compromisos formales. En parte, también, por el vértigo de los cambios políticos, que tanto afectan al teatro. Cuando comience la temporada habrá habido elecciones generales y quizá se haya cambiado una o dos veces de ministro de Cultura, el cual o los cuales habrán removido, también, los directores generales... Como, por desdichada experiencia, se sabe que ni siquiera hace falta que cambie el partido del poder para que cada remodelación afecte a la cultura, y cada recién llegado traiga soluciones nuevas, que apenas tienen tiempo dé probarse.El problema de la ópera y el teatro en general en España ya no es, siquiera, el de una mala política estatal, sino el de la destrucción de cada política por una sucesión rápida y arrasadora.

La base literaria de Alfonso Vallejo

Un compromiso en firme es el estreno de la ópera Tiu, de Luis de Pablo. La ópera tiene sed de estrenos, y no los hay en España desde hace muchos años (no se puede tener en cuenta la desdichada experiencia de El poeta, de Federico Moreno Torroba). El nombre de Luis de Pablo y el de sus inmediatos colaboradores puede hacer que esta ópera española tenga una gran repercusión internacional.La nueva ópera se llama Tiu, y su base literaria es la obra teatral de Alfonso Vallejo que se estrenó con el título de El cero transparente; se ha modificado parcialmente su texto y se le ha añadido un poema de Cernuda para facilitar su paso a este género, aunque sigue estando en prosa. Parece que la interpretación musical que ha hecho Luis de Pablo de la lectura de esta obra mantiene la dureza y la tensión originales, pero no sin una visión algo grotesca. La metáfora del último viaje de un grupo de personas hacia la muerte, la igualdad trágica de víctimas y victimarios, el lenitivo que supone el amor, aparecen en la partitura.

Lee Luis de Pablo en la obra de Vallejo una relación singular en la pareja principal: la mujer no sería enteramente real, sino una especie de creación del hombre -ciego- para hacer más soportable sus últimos momentos. Por tanto, el tratamiento musical de ese personaje -una soprano- es distinto del contexto de la ópera: basado en tríadas en fa mayor, que la caracterizan de otra manera. Junto a estos dos papeles importantes del tenor y la soprano hay otros tres de envergadura: un tenor no heroico, un barítono, un bajo bufo. Tiene mucha importancia el coro.

Intervención de los hermanos Saura

No se saben con certeza los nombres de los intérpretes. Luis de Pablo ha entregado una lista de sugerencias al ministerio para que éste estudie la posibilidad de contratación. Algunos de estos intérpretes posibles tienen ya la partitura: una forma de ganar tiempo, pensando que en España los ensayos de ópera son siempre, inevitablemente, cortos.El nombre de Luis de Pablo va incrementado con otras dos novedades muy importantes en el campo de la ópera: la escenografía será de Antonio Saura, y la dirección de escena, de su hermano Carlos Saura. Se unen así tres nombres universales de creadores españoles. Carlos Saura, de todas formas, aún mantiene algunas reservas sobre su participación. El gran director cinematográfico tiene, desde hace tiempo, un cauteloso respeto al teatro, que no acaba de vencer. En cuanto a la dirección musical, está ya decidido el nombre de José Ramón Encinar.

La base del festival es, como siempre, la ópera italiana. Dos Verdis, dos Rossinis, un Puccini y un Donizetti. Junto a ellos, un Wagner: El buque fantasma (con otro título, El holandés errante) que parece ahora la ópera de moda en el mundo: se ha dado de ella una pintoresca versión en el festival de Spoletto -en la que aparecen en escena él propio Wagner y Luis II de Baviera- y se monta en el Covent Garden de Londres (que está pasando también por una crisis y este año sólo montados títulos sobre su repertorio: no hay dinero). Vendrá a dirigir este Wagner un especialista alemán.

No hay todavía certidumbre de quiénes interpretarán La Traviata, de Verdi, y en cuanto a su director de escena, tal vez Pilar Miró. El otro Verdi es Falstaff, y viene para él Plácido Domingo. No había seguridad de que, por sus fechas de contratación anterior, pudiera cumplir las cinco funciones de abono; en ese caso, podría volver más adelante, para compensar al público que se quedara excluido, con un Otello.

Dos óperas de Rossini. Para Semíramis viene Montserrat Caballé y parece que la dirección de escena le sería confiada a Nuria Espert; hay conversaciones en curso. El otro Rossini es La Chenerentola, que dirigiría Montarsolo. El Donicceti es el Elixir de amor, para el que se cuenta en firme con la dirección de José Luis Alonso.

Sin compañía extranjera

Por primera vez desde hace muchos años, y salvo cambios, no habrá compañía invitada extranjera. Estaban nutriendo estas invitaciones los países del este de Europa: aparte de su gran tradición de: ópera y música, tenían la insustituible ventaja -para presupuestos tan cortos- de ser baratas: en parte por la sobriedad de su sistema económico, en parte por las subvenciones del país de origen. No despertaban, en cambio, el entusiasmo del público. Se solía admirar casi exclusivamente el trabajo de conjunto, propio de compañías estables, con repertorio de muchos años, pero nada más. Hay en el Ministerio de Cultura, desde hace años, y probablemente gracias a la permanencia en la Subdirección General de Música de Campos Borrego, que tiene unas ideas muy concretas de la ópera, una tendencia a la producción propia. Es la que se acentúa este festival, coronada con el estreno de Luis de Pablo.La Escuela de Canto proporciona cada año frescos y alegres momentos a la ópera, con unas producciones modestas de medios, pero muy interesantes. Se cree que este año va a mostrar Le pauvre matelot, de Darius Milhaud, sobre libro de Jean Cocteau, estrenada en París en 1927 (sus tres actos duran, seguidos, 35 minutos; Milhaud tiene óperas de ocho minutos). Dirigida por Horacio Rodríguez de Aragón; La medium, de Menotti, estrenada en Nueva York en 1947, dirigida por José Luis Alonso, y una de Haendel dirigida por Rafael Pérez Sierra; los tres directores son profesores de la Escuela.

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