Vulgar comienzo

El actor Burt Reynolds ha decidido dirigir películas. Olvidando su trabajo en algunos títulos de mayor ambición, ha fijado su interés en los monótonos telefilmes televisivos con que la industria de su país castiga al resto del mundo. Se ha autoerigido en problemático agente del orden que lucha por esclarecer la verdad, en contra, incluso, de sus superiores. Una banalidad. Son numerosas las películas que repiten idéntico heroísmo y muchas las que acaban convenciéndonos de que la honradez individual de un policía supera cualquier poder económico.Reynolds no ha dejado tampoco de coquetear con algún importante título de la historia del cine, como Laura, pero esa pretensión ha evidenciado más la mediocridad de su trabajo. La narración de la que es responsable es confusa, sorprendentemente torpe. El cuidado y la sabiduría con que los equipos técnicos suelen proteger la aparición de un nuevo director norteamericano brillan aquí por su ausencia. La planificación es burda, y la escasa imaginación con que se ha querido ilustrar algunas secuencias no supera, como digo, la realización generalmente eficaz, de los telefilmes.

Cabría preguntarse si una película como ésta puede quitar el puesto a tantos y tantos títulos, norteamericanos. o no, que se necesitan en nuestras pantallas. Viene La brigada de Sharky a demostrar, una vez más, que no todos los productos de Hollywood son tan interesantes como la escasa docena de películas apreciables que nos ofrecen cada año. El resto puede verse en casa.