Fuerte tensión en las relaciones hispano-portuguesas tras el fracaso de la última ronda de negociaciones comerciales
, Las relaciones bilaterales entre España y Portugal atraviesan uno de sus peores momentos, después del fracaso de la ronda de negociaciones que, sobre la modificación de los acuerdos comerciales mutuos, ha mantenido en Madrid, el lunes y martes pasados, una delegación del país vecino. El Gobierno portugués ha amenazado con adoptar medidas de represalia -presumiblemente, en el tema pesquero- si Madrid no acepta sus tesis en favor de una mayor concesión de ventajas arancelarias. Por su lado, la parte española ha matizado que "algunas" pretensiones portuguesas son "ilógicas", si bien está dispuesta a aceptar como válidos algunos argumentos esgrimidos por Lisboa.
Las negociaciones hispano-portuguesas se rompieron, en el más absoluto fracaso, el pasado martes, después de más de siete horas de negociaciones entre el secretario de Estado para el Comercio, Agustín Hidalgo de la Quintana, y el secretario de Estado para la Exportación de Portugal, Faria de Oliveira. A su marcha, el negociador luso hizo unas declaraciones explosivas a la agencia Apon, de Lisboa, en las que se amenazaba con la adopción de medidas de represalia ante la ausencia de comprensión por parte de las autoridades españolas.Desde el punto de vista de Lisboa, el problema comercial se sitúa en el fuerte desequilibrio que ofrece el comercio bilateral entre los dos países, en favor de la parte española. El pasado año las importaciones portuguesas de productos hispanos alcanzó la cifra de 54.000 millones de pesetas, por unas exportaciones del orden de los 12.000 millones de pesetas. Esta relación de cinco a uno a favor de España presenta indicios de seguir en aumento, ya que el ritmo de incremento del comercio español hacia Portugal fue del orden del 37% el pasado año, por sólo un 6% a favor de Lisboa.
Fuentes comerciales hispanas manifestaron ayer a EL PAIS que, si bien las cifras cantan por sí solas, el Gobierno español ha ofrecido a Lisboa todo lo que está en sus manos para resolver el problema, sin que la delegación lusa haya aceptado, como mínimo, las "generosas ofertas españolas". Estas se cifran en un adelantamiento del. calendario de rebajas arancelarias, previstas en el apartado P del acuerdo entre España y la EFTA, que regula las relaciones comerciales entre los dos países vecinos.
Según fuentes españolas, España ofreció a la delegación lusa, en un esfuerzo por equilibrar un déficit de más de 400 millones de dólares anuales, el cambio de calificación de algunos productos, de la lista A a la B (del citado apartado P), y la rebaja de los derechos arancelarios de hasta un 80%, en el primer caso, y hasta un 45%, en el segundo, sobre los porcentajes actualmente ofrecidos a los países de la Comunidad Económica Europea (CEE), que son del 60% y 25% repectivamente.
Oferta generosa
"A cambio de nada", manifestó una fuente española, "se les ofreció una rebaja arancelaria hasta el 80% para el 70% de sus exportaciones, y de entre un 20 y un 45%, para el 30% restante. Pero los portugueses no aceptaron esta generosa oferta, el máximo que les podemos dar antes de llegar a un sistema de libre cambio, que en nada les favorece".Las fuentes españolas añadieron que, en estos momentos, España da a Portugal el trato comercial más favorecido que tiene un país europeo con relación a su propios productos, mientras que, en contrapartida, Portugal concede a los productos españoles el peor que recibe un país europeo. Si España, pese a esto, continúa mejorando su balanza comercial con Portugal, se debe a la escasa competitividad de los productos portugueses y, sobre todo, a la fuerte limitación del abanico de productos que puede exportar, en opinión de las fuentes consultadas.
Tal es el caso, que la delegación lusa deseaba incrementar sus exportaciones a España de unos productos que son, en cualquier caso, pilares de la exportación hispana: textil, papel, calzado, conservas y vinos. "En todos ellos somos más competitivos que ellos y, en cualquier caso, excedentarios", señalaron las mismas fuentes.
El fracaso de las negociaciones puede achacarse a la actitud lusa de no aceptar, como mínimo, la rebaja arancelaracia ofertada por la delegación española y exigir, además, la aceptación, por parte de España, de unas importaciones que no son necesarias en España, tales como los componentes de automóviles. En opinión de la delegación española, los portugueses se fueron sin nada porque les parecía poco lo que se les ofreció.
Pese a que ambas delegaciones acordaron volver a reunirse antes de fin de año, el secretario de Estado portugués para la Exportación hizo unas explosivas declaraciones en Barajas, que fueron resaltadas ayer en la primera página de los periódicos de Lisboa. Según Faria de Oliveira, Portugal está dispuesto a adoptar medidas de represalia si el Gobierno español no acepta las tesis lusas. Estas medidas, según fuentes familiarizadas con las relaciones bilaterales, sólo podrían adoptarse en la pesca, donde Lisboa ofrece ciertas ventajas a los pesqueros españoles.
Aparte de esto, las declaraciones de Faria de Oliveira produjeron ayer un cierto malestar en medios de la Administración española. Este malestar era consecuencia de las duras críticas lusas al momento político interno español y a sus referencias a que la actitud oficial de Madrid obedecía a la debilidad política del partido en el poder, UCD.
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