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Se descubren contactos del espionaje búlgaro con las Brigadas Rojas

Juan Arias

Las relaciones de un sindicalista italiano con las Brigadas Rojas, el movimiento polaco Solidaridad y los servicios de espionaje búlgaro han conmocionado a la clase política italiana, cada día más inquieta por las conexiones entre el terrorismo y las tramas secretas.

El mundo político italiano sufrió un sobresalto cuando Luigi Scricciolo, responsable de la oficina de asuntos exteriores del sindicato socialista-republicano UIL, fue encarcelado hace unos meses junto con su mujer, Paola Ella, acusados de pertenecer a las Brigadas Rojas. Cuantos les conocían se rasgaron las vestiduras y gritaron que era imposible. Precisamente Luigi y Paola se distinguían por su apoyo al movimiento sindical Solidaridad, de Polonia.Las acusaciones contra Scricciolo habían llegado de un brigadista arrepentido. No pocos pensaron entonces que en realidad se trataba de una maniobra contra el joven y dinámico sindicato UIL. Ahora, de repente, la bomba ha estallado. La mujer de Luigi ha confesado ante los jueces que su marido era un agente secreto de los servicios secretos de Bulgaria. Inmediatamente, la magistratura romana ha pedido la expulsión de los diplomáticos de Sofía con los cuales trabajaba el sindicalista.

Todo empezó, según la esposa de Luigi, cuando en 1978 su marido, que entonces militaba en Democracia Proletaria, tomó contactos con el Partido de los Labradores, de Bulgaria, y obtuvo subvenciones para el diario Il Quotidiano dei Lavoratori. Desde ese momento el sindicalista cae en las redes del espionaje búlgaro y ya no pudo abandonarlas.

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