Un desierto cultural español
Las buenas intenciones expuestas por la ministra de Cultura durante su breve estancia en Washington, junto con" la mayor dotación de fondos para la educación y cultura en el nuevo convenio bilateral España-Estados Unidos, son signos esperanzadores para que concluya el paso del desierto cultural que ha sido hasta ahora la presencia de España en Norteamérica.
La exposición de El Greco de Toledo es un acto importante y de gran prestigio, pero llega de mano de la iniciativa norteamericana, a la que España cede su apoyo y se sube al carro para capitalizar el acto. El Greco de Toledo llega después de casi dos años de inexistentes actos culturales españoles de gran impacto público en Estados Unidos. Una exposición de Chillida en Nueva York y una exposición de Arte español de manaña, montada a toda prisa con motivo de la visita de los Reyes a Washington, han sido los dos únicos acontecimientos en treinta meses.
A las puertas del 500 aniversario del descubrimiento de América -donde comienzan ya las fricciones entre Sevilla, Chicago y Miami para organizar la sede de una feria mundial-, la existencia de 1.999 departamentos de español en las casi 4.000 universidades estadounidenses, el hecho de que el español sea la segunda lengua hablada y estudiada en Estados Unidos, sin olvidar los veinte millones de hispanoparlantes, deberían ser argumentos para que el Gobierno definiera una estrategia de presencia en Norteamérica.
Aunque la iniciativa privada prevalece en Estados Unidos en temas artísticos, es casi un escándalo que, contando con estructuras (Embajada, consulados, Casa de España en Nueva York), el Gobieno no cuente siquiera con una biblioteca o centro cultural en todo Estados Unidos.
Los burocratizados servicios españoles en Estados Unidos tam poco encuentran muchas veces en Madrid interlocutores para llevar a cabo actividades en un país como Estados Unidos, donde hay gran interés por lo español.
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