Violada rencorosa
Son numerosos los historiadores del cine de terror que analizan sus mitos buscando motivaciones psicológicas colectivas. Desdoblamientos de personalidad, complejos de culpa, desconfianza en la ciencia, odio a la familia, son algunas constantes de los más conocidos temas del género. Pocas veces se renuevan esos esquemas, aunque el espectáculo de la sangre haya primado últimamente con un lamentable olvido de su significación.Angel de venganza, historia de una chica muda, violada en dos ocasiones, que decide asesinar a cuantos hombres la pretenden y acaba matando simplemente a cuantos hombres ve, refleja un evidente miedo al sexo disfrazado de tema de actualidad, toda vez que las. violaciones han adquirido un lamentable auge en los últimos tiempos. Luis Alcoriza, en su película Tac, tac, defendía la consigna de castrar al violador; Abel Ferrara no entra en matices, sino que busca sólo un espectáculo violento donde un mínimo suspense sirve de soporte a la galería de asesinatos. La película concluye cuando ha cubierto su tiempo de proyección sin que la cantidad de crímenes haya influido en las características de la obra. Es, por tanto, un trabajo trivial que interesará primordialmente a los psicoanalistas de los autores.
Angel de venganza
Dirección: A bel Ferrara-Nicholas Sp. John. Música: Joe Delia. Intéipretes: Zoe Camerlis, Steve Singer, Jack Dhibeau, Peter Yellen. Norteamericana, 1981.Suspense. Locales de estreno: Rex, Luchana, Carlton, Candilejas.
Estamos ante una película que responde a las características de la serie B, es decir, de bajo presupuesto y escasa ambición espectacular. Hubo un tiempo en que estas producciones despertaban la atención de los críticos al albergar con frecuencia talentos anónimos; lo que no ofrecían en espectáculo estándar era suplido por la imaginación. Hace tiempo, sin embargo, que estos títulos B desaniman a sus seguidores.
Cada vez están realizados con más torpeza, incluso con desconocimiento de las leyes habituales de la narrativa. Angel de venganza carece de inventos originales, aunque a última hora la asesina disfrazada de monja proponga alguna lectura inquietante. Pero todo es gratuito.
Sólo esporádicamente algún momento de la película quiere invitar al apasionamiento del espectador. No lo consigue, aunque la ambigüedad del rostro de la protagonista tenga las condiciones que un personaje como el suyo exige. No puede hacer la actriz, sin embargo, más que dejarlo lucir; el guión no le exige interpretaciones más complejas puesto que Ferrara ha eludido las posibilidades melodramáticas de su historia. La referencia que la limitación física de su ángel de venganza tiene con la legendaria Belinda, también muda y también violada, se queda en posible guiño para nostálgicos. Ningún otro parentesco. Ninguna novedad que estremezca.
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