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La guerra en el Atlántico sur

Londres considera "alentador" su avance hacia Puerto Stanley

Andrés Ortega

El avance hacia Puerto Stanley (Puerto Argentino, capital de las islas Malvinas) de la quinta brigada de infantería británica es "alentador", tras haber establecido una cabeza de puente en Fitzroy y Bluff Cove, a unos veinte kilómetros al suroeste de la capital, afirmó ayer el Ministerio de Defensa. Por su parte, la primera ministra, Margaret Thatcher, apeló al Gobierno argentino para que entregue Puerto Stanley sin resistencia.

Para la captura de Fitzroy y Bluff Cove, los británicos utilizaron la vieja "táctica de Gila" de llamar por teléfono al enemigo para ver si estaba allí. Un comando británico descubrió que en su retirada los argentinos se habían olvidado de colgar las líneas telefónicas que enlazan a varias aldeas. El general Anthony Wilson descolgó un teléfono en Swan Inlet y marcó el número de Reg Pinney, administrador de la aldea de Fitzroy, a veintiocho kilómetros."¿Están aún los argentinos en Fitzroy?", preguntó el general.

"No. Estaban aquí ayer, pero hoy se han marchado", contestó Pinney.

"En este caso, creo que voy a visitarle", señaló Wilson.

La operación secreta se llevó a cabo la semana pasada y duró tres días. Sesenta soldados llegaron en helicópteros a Fitzroy para preparar un desembarco, mientras que elementos de la quinta brigada (tres mil hombres de las guardias galesa y escocesa y gurkas del Nepal) fueron transferidos en helicópteros y en barcos desde el Prado del Ganso hasta la isla Agradable, a la entrada del canal de Choiseul. Otros fueron por tierra.

Wilson supo sacar provecho del mal tiempo. Las nubes bajas mermaron la efectividad de los puestos de observación argentinos. Por medio de buques anfibios, las tropas británicas desembarcaron en las dos aldeas y establecieron, sin un solo tiro, una segunda cabeza de puente, desde la que comenzaron a avanzar hacia Puerto Stanley.

La fuerzas británicas se han asegurado así la ruta del Sur que lleva a la capital y el puente de madera -el último hasta Puerto Stanley- que salva el estuario de Fitzroy. Fuentes oficiosas hablaron ayer de "intensa actividad en esta ruta". El portavoz del Ministerio de Defensa calificó el avance de "alentador", en respuesta a una pregunta sobre el ataque final contra la capital.

La ofensiva aerea del martes contra Fitzroy cogió por sorpresa a los británicos, que no habían tenido tiempo de iristalar sus baterías antiaéreas en tierra. La fragata Primuth -del tipo 12 y una de las más antiguas del destacamento- fue dañada, pero no hundida, según la versión oficial británica. Bombas argentinas alcanzaron de lleno a los buques logísticos Sir Tristram y Sir Galahad; este último iba cargado de municiones, que explosionaron, convirtiendo al buque en una masa de fuego. Parte de la tripulación se tiró al agua. Otros fueron rescatados por helicópteros. Salvo cinco heridos del Primuth, el ministerio no tenía datos concretos sobre las bajas, que pueden ser numerosas. En esta y otra incursión al atardecer, los argentinos perdieron entre seis y once de sus cazabombarderos.

Querella por asesinato

El ministerio no es explícito sobre las operaciones. Cuando filtró a la BBC el inminente ataque contra Prado del Ganso, los argentinos, según la versión que circula entre las tropas británicas, reforzaron su posición. La BBC ha sido amenazada con una querella por asesinato.

En una entrevista concedida a la televisión americana, Margaret Thatcher apeló a Argentina para que entregue Puerto. Stanley sin combatir, evitando así más derramamiento de sangre. La primera ministra reconoció que el final de la batalla de Puerto Stanley no significa el final de la guerra.

El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, partió en la mañana de ayer de Londres, con destino a Bonn, tras un desayuno de trabajo con la primera ministra. A la salida de esta reunión, Reagan reiteró su apoyo a Londres en la crisis de las Malvinas. Cuando un periodista le intentó preguntar sobre la participación estadounidense en una fuerza multinacional que garantizara la defensa del archipiélago, Thatcher agarró a Reagan por el brazo y, sin dejarle contestar, le metió en el coche presidencial.

Washington insiste en la necesidad de una solución negociada a largo plazo en la que participe Argentina.

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